Los días después de la boda fueron de calma y recuperación. Santiago había vuelto al hospital para terminar su tratamiento, pero su condición mejoraba cada día — y con ella, sus recuerdos. Catalina pasaba todas las tardes con él, ayudándolo a recordar, hablando de su futuro juntos.
Un día, mientras estaban hablando de Valeria, Santiago frunció la ceja y cerró los ojos. "Hay algo más," dijo, con voz temblorosa. "Algo que no te he dicho. Cuando Diego me siguió, no estaba solo."
Catalina se quedó tensa. "¿Qué quieres decir? ¿Alguien más estaba con él?"
"Sí," dijo Santiago, abriendo los ojos con expresión de horror. "Mi madre. Elena. Vi su cara en el coche que iba detrás de nosotros. Escuché su voz diciendo a Diego: 'Hazlo ahora. No le des tiempo a escapar'."
Catalina sintió como si le dieran un golpe en el estómago. Elena Mendoza — la madre de Santiago — también estaba involucrada en el intento de homicidio. Todo lo que había pasado, todo el dolor de Santiago, no era solo culpa de Diego.