DANTE
Me abroché la camisa frente al espejo del baño, pero mi mente no estaba ahí. Estaba con ella.
Hacer el amor con Giulia había sido… inigualable. No era solo deseo, no era solo sexo. Había algo más, algo que me quemaba desde adentro. Sentí cada gemido suyo como si me perteneciera, como si esa mujer estuviera hecha para mí.
Y aun así, lo sabía: esa pasión no era mía. No me pertenecía a mí, Dante Moretti. Era el corazón en mi pecho, ese maldito órgano que me mantenía vivo y que no era mío… sino de Luca Dell’Orso, el esposo muerto de Giulia.
Golpeé con fuerza el mármol del lavabo, ahogando mi rabia. No podía permitirme dudar. No podía permitirme sentir.
Entonces lo escuché.
Un grito. El grito de Giulia.
El sonido desgarró mi interior. Corrí hacia la ventana y vi en el jardín la escena: dos hombres, llevándose a Fiorella e Isabella.
—¡Maldición! —rugí.
Tomé mi arma sin pensarlo y salí disparado del baño. Bajé las escaleras a toda prisa, encontrándome con Marco y Riccardo. Ellos no nec