Después de que la familia de Maya lo perdiera todo debido a la traición de su madre y la pérdida de su padre, Maya se vio obligada a asumir el control para salir adelante. A pesar de convertirse en una famosa escritora, su pasado regresa con rostro y nombre: Marcus Arched, un CEO poderoso que es una tentación irresistible. Maya se encuentra en un dilema, debatiéndose entre sucumbir a los encantos de Marcus o continuar con la venganza que ha planeado para hacer justicia a la memoria de su padre. A medida que la verdad de su pasado trágico se desvela lentamente, lucha por no perder la cordura, atrapada entre un amor apasionado y la oscuridad de la maldad de su madre. Marcus, un atractivo hombre que superó una infancia en la pobreza como hijo ilegítimo, enfrentó duras pruebas, incluida la pérdida de su madre por una enfermedad incurable. Ahora, convertido en el CEO más poderoso y codiciado, está dispuesto a todo por mantener a su lado a la mujer que se ha convertido en su obsesión, sin saber que es la hija de una mujer, que aunque para él tan solo fue el medio para intentar salvar a su madre, el haber aceptado su propuesta ocasionó toda una tragedia.
Leer másFrente a él, en la cama, su mujer lo miraba sobresaltada, mientras aún permanecía abrazada a un joven y atractivo chico.
Todo se volvió un caos, la pequeña abrazaba los pies de su padre con fuerza, intentando evitar que lastimara a su madre, no comprendía del todo lo que estaba sucediendo, su ingenua mirada se clavó sobre la escena que tenía al frente, grabando en su mente el rostro de aquel joven hombre.
Maya despertó mientras sudaba copiosamente, tomó un vaso de agua que se encontraba en la mesilla junto a su cama para dar un gran trago, la misma pesadilla se repetía constantemente, así había sucedido durante años.
Arrastró los pies fuera de la cama por la mañana, dos oscuros círculos bajo su rostro permitían ver que no había pasado una buena noche, sin desayunar se dirigió a la editorial dónde su jefa después de llamarla para que se presentará inmediatamente, la esperaba.
No se imaginó que la peor de sus pesadillas ese día iba a alcanzarla, se quedó atónita ante las palabras de su jefa.
Aquella propuesta para ella era tan inesperada como indecente.
—¡Marcus Arched! —Exclamó Maya con incredulidad, un escalofrío recorrió su cuerpo al pronunciar el nombre.
Escribir sobre la vida de Marcus Arched, desde ser un pobre mesero, y jardinero, hasta ser el CEO más exitoso del país, más bien del continente entero.
La historia del atractivo y codiciado CEO... el mismo hombre que una década atrás había arruinado el matrimonio de sus padres.
—Sí, el mismo Marcus Arched —repitió su jefa impaciente —supongo que habrás oído
hablar de él, ¿no? Es el soltero más codiciado del país entero, lo que sí que es sorprendente es que él haya escuchado hablar de ti.—¿Qué quieres decir? —preguntó Maya, tratando de mantener la calma mientras miraba a su jefa fijamente —¿Ese hombre ha escuchado hablar de mí?
—Bueno, fue a él a quien se le ocurrió que tú escribieras sobre su vida. Habrá leído alguno de tus libros, al parecer le ha gustado tu estilo, por eso ha pedido específicamente que seas tú —la mujer hizo un mohín de disgusto, por supuesto que a ella le hubiera encantado cumplir con ese trabajo.
—Me parece extraño —murmuró Maya, buscando una excusa para rechazar la propuesta sin ofender a su jefa.
No le agradaba tener que pasar tiempo con ese tipo, mucho menos entrevistarlo, tendría que estar a su lado hasta terminar el trabajo.
Estaba acostumbrada a escribir sobre personas que valían la pena, científicos, actores, deportistas, y hasta políticos, pero no le había tocado escribir sobre hombres pagados de sí mismos, destruye hogares.
A Maya la idea de que ese hombre pidiera que fuera específicamente ella, le parecía demasiado perversa.
Por lo que le había hecho a su padre, Marcus Arched le parecía despreciable, además de que todo el mundo estaba enterado de que era un ser arrogante, manipulador y mujeriego, un perfecto imbécil.
Un imbécil que tiempo atrás, a pesar de apenas haber cumplido veinte años, se había atrevido a seducir a una mujer que le doblaba la edad, prácticamente delante de las narices de su esposo.
Maya se preguntaba cómo demonios se había enterado de que ella era la hija de Rita, ante los constantes problemas entre sus padres, y la mala imagen que se habían formado desde entonces, Maya había optado por utilizar el apellido de soltera de su abuela paterna, Jones.
Así la mala reputación de alcoholica que tenía su madre, y el gran escándalo creado por el suicidio de su padre, no afectarían su carrera de ningún modo, le parecía imposible que ese hombre se hubiera enterado.
—¿Maya? La voz de su jefa la sacó de sus pensamientos.
Maya volvió al presente, la idea de escribir sobre la vida de ese hombre era descabellada, trataría de hacerle entender a su jefa, sin revelarle los verdaderos detalles.
—Lo siento, no puedo hacerlo —dijo, su jefa abrió desmesuradamente los ojos, Maya estaba loca sí creía que permitiría que Marcus vendiera la exclusiva sobre su vida a alguna otra empresa.
Se acercó a ella sigilosamente, Maya le daba la espalda, mientras fingía buscar algún libro en el mueble que estaba al frente.
—¿Cómo qué no puedes hacerlo?” Preguntó la mujer tomándola por el hombro y girándola hacia ella —¿Acaso estás mal de la cabeza? Sabes que no podemos dejar ir una oportunidad como está, tendremos la exclusiva sobre su vida, las ganancias que obtendremos serán descomunales, te llevarás un buen porcentaje de lo que se venda, además de que viajarás a su lado por un buen tiempo.
—¿Viajar al lado de ese hombre? Se escandalizó de solo pensarlo.
—Sí, serás la envidia de medio planeta, Marcus tendrá todo el mes demasiado ocupado, entre negocios y compromisos personales, así que entre cada compromiso te dedicara un poco de tiempo.
—Así que el señor Arched está dispuesto a dedicarme un poco de su tiempo.
—Entiendo por qué no estás feliz, el hombre está como quiere, a sus treinta años ha logrado todo un imperio, y eso que creció en la pobreza al lado de su madre, siendo un pobre jardinero, incluso hacía las veces de mesero en algunos eventos, su secretario particular se ha comunicado conmigo para expresar su deseo.
—Debí suponer que ese hombre no se tomaría la molestia de llamar directamente —dijo sin preocuparse en ocultar su molestia.
—Vamos Maya, no se que es lo que te ocurre, no entiendo porque no quieres aceptar una oportunidad como esta.
—En verdad no puedo hacerlo —contestó mientras respiraba profundamente.
—Está bien, entonces no lo hagas, sí así lo prefieres, pero aunque seamos amigas, me temo que tendrás que pasar a firmar tu renuncia, sé que no tardarás en encontrar trabajo en algún otro lado, pero dudo que al inicio te ofrezcan tan buen puesto.
La mujer cruzó los brazos, para expresar así la molestia que estaba sintiendo en ese momento.
—Anne, tú no puedes comprenderlo, yo conozco a Marcus Arched, lo conocí hace mucho tiempo, y la imagen que tengo de él no es la mejor.
—¡Lo que pienses personalmente de él no es importante! Al menos no en un caso dónde está en juego una gran cantidad de dinero —Anne tenía deseos de darle un golpe a aquella cabeza dura frente a ella.
—No lo tolero.
—Maya, si alguna vez se conocieron, ese hombre puede ser que ni lo recuerde.
Maya sabía que probablemente aquello era cierto, cuando ella acudió a la habitación donde se encontraba su madre, ante los desaforados gritos de su padre, Marcus Arched se encontraba dormido, además de que ella tenía tan solo diez años.
“Marcus no está pidiendo demasiado para darnos ese contrato, solo quiere que seas tú quién escriba sobre su vida, no aceptará que lo haga ningún otro de mis empleados, ni siquiera yo misma, ya se lo he ofrecido y se ha negado.”
Maya apretó los labios, la idea de pasar un mes en compañía de ese hombre, le provocaba náuseas, además de que sentía por él un odio intenso, indirectamente era el culpable de la muerte de su padre, y del alcoholismo de su madre.
Marcus había sido contratado aquella tarde para que sirviera de mesero junto a otros empleados en la fiesta que daban sus padres, a media fiesta, el chico desapareció al igual que su madre.
Su padre buscó a Rita incansablemente, hasta que abrió una de las habitaciones de invitados, ahí estaba su mujer, desnuda, recostada sobre el pecho del descarado Marcus que dormía plácidamente.
Todos los invitados se enteraron de lo que sucedía ante los gritos de su padre, los más atrevidos subieron para ver con sus propios ojos aquel engaño, y así satisfacer el morbo que les provocaba lo que estaba pasando.
Maya como hija única, tuvo que afrontar toda esa vergüenza, pidió a su padre que la cambiara de escuela, así que su padre consideró que un internado sería lo más adecuado, Marcus Arched les había jodido la vida de todas las maneras posibles.
—No, no puedo, no me place hacerlo —repitió insistentemente.
—Caramba, Maya, decir simplemente no me agrada, no es una razón válida para no hacerlo, date cuenta de que sería el libro más importante de tu carrera, te convertirías en la escritora más vendida.
—¿Mi libro más importante? ¿Acaso este tipo es más importante que las personas sobre las que he escrito? Ellos sí han obtenido logros importantes.
—¡Por Dios! Despeja tu mente, no se que es lo que te está pasando últimamente.
—Te he dicho que ese hombre no me agrada, me es repulsivo simplemente.—¿Repulsivo? ¿Te has acostado con él? —Anne preguntó sorprendida, por el comportamiento de Maya, era lo que parecía.
—¿Acostarme con ese hombre? Ni que estuviera loca, no me apetece.
Anne se le quedó viendo sin poder creerlo, ¿Acaso Maya Jones era extraterrestre?
—No te comprendo, cualquier mujer en este planeta daría lo que fuera por estar en la cama de ese hombre cuando menos por unos segundos, yo me conformaría con eso.
“Por eso es que el ego de ese hombre ha crecido tan alto como el Everest, por mujeres que sienten que les haría un favor si cuando menos volteara a verlas por un segundo.”
—Tú solo acepta, estarías impulsando tu carrera, además de que nuestra editorial se convertiría en la mejor sobre nuestra competencia.
—El interés de algunos puede resultar en sacrificio para otros —dijo mientras apretaba los labios, esa discusión la agotaba.
—Tendrás que hacer investigación además de lo que él te diga, nos interesa mucho saber sobre su pasado, desde las cosas para celebrarse, más lo que se haya ocultado.
—Anne, no he aceptado, además, soy escritora, no investigador privado.
Lo cierto es que a Maya le aterraba tener que volver a ver a aquel hombre frente a frente, la imagen de su cuerpo sin ropa junto al de su madre, no era nada agradable, y su mente se había encargado de que no olvidará lo que había visto, aquello había provocado sus constantes visitas al psicólogo.
Anne decidió dejarla en paz ese día, insistiría al día siguiente, cuando Maya tuviera la cabeza fría.
Maya se quedó en su oficina hasta que el vigilante le avisó que cerraría el edificio, sabía que llegando a su casa su mente la torturaría otra vez con lo mismo, el culpable del divorcio de sus padres, de sus desgracias y también de su ruina, había vuelto a su vida.
Al abrir la puerta, la pequeña Tacy se acercó a ella, moviendo insistentemente su cola, Maya la tomó entre sus brazos, Tacy lamió su mejilla varias veces para saludarla.
—También te he extrañado, pequeña —dijo dulcemente mientras le dedicaba una sonrisa.
Enseguida se dirigió a servirle su comida, una porción de su carne favorita, la casa le parecía tan fría, de no ser por Tacy, saldría huyendo a algún lugar menos solitario que ese.
Mientras la comida que había preparado para ella terminaba de cocinarse, se sentó por un momento, mientras bebía un té verde observó la fotografía de sus padres que tenía sobre la chimenea, los dos sonreían en ella, Maya era pequeña y estaba al medio, eran recuerdos felices antes de que un demonio llamado Marcus Arched se metiera entre ellos.
Sintió nostalgia, tomó el teléfono para llamar y preguntar por su madre, un mes antes la había vuelto a recluir en un lugar especializado para que trataran su adicción, ya había perdido la cuenta de cuántas veces había recaído en el alcoholismo.
—Aló —una áspera voz de mujer se escuchó al otro lado.
—Soy Maya Jones, deseo saber el estado de mi madre.
Por un momento solo se escuchó la respiración de la mujer al otro lado, iba a preguntar de nuevo, la mujer habló en ese instante.
—Su madre ha recaído fuertemente de nuevo, le han puesto un tranquilizante, llama insistentemente a su padre.
Maya no pudo evitar que las lágrimas la traicionaran al escuchar aquello, sintió una profunda y fuerte presión dentro de su pecho.
—Puedo verla.
—Aún no, sabe bien como es el procedimiento, ella intentara convencerla de que la saque de aquí, y cuando no lo haga, se deprimirá profundamente, es por su bien que lo hacemos.
—Está bien, lo entiendo, solo por favor le pido que la cuide, para que no vaya a lastimarse.
—No se preocupe, su madre está en buenas manos, no por nada somos el mejor centro de rehabilitación del estado.
—Gracias.
La pobre chica se convirtió en un mar de lágrimas al cortar la llamada, después de un rato se sirvió una copa de vino, varios pensamientos de venganza llegaron a su mente, después de respirar profundamente, tomó el teléfono, estaba decidida, iba a hacerlo.
Cinco años habían transcurrido desde aquel día fatídico en que Maya y Marcus se reencontraron, descubriendo la verdad sobre su hijo y redescubriendo el amor que nunca había desaparecido realmente. La villa Arched, una vez escenario de dolor y malentendidos, ahora rebosaba de risas y felicidad.Era una cálida tarde de verano en Sicilia. Maya, con su vientre de cuatro meses de embarazo, observaba desde la terraza cómo Marcus jugaba con su hijo Matteo y su sobrino Luca, el hijo de Miranda, ambos de seis años, en el extenso jardín de la villa.— ¡Papá, más alto! — gritaba Matteo mientras Marcus lo lanzaba al aire.— ¡Yo también, tío Marcus! — exclamaba Luca, saltando de emoción.Maya no pudo evitar sonreír, acariciando suavemente su vientre. La vida le había dado una segunda oportunidad, y estaba determinada a aprovecharla al máximo.— Ten cuidado con los niños, Marcus — advirtió Maya con un tono divertido.Marcus se acercó a la terraza, con un niño colgando de cada brazo, sus ojos brilla
El helicóptero aterrizó en los jardines de la villa De Luca, Marcus saltó al suelo antes de que las aspas dejaran de girar, su corazón latía con fuerza en su pecho. Tenía que ver a Maya, tenía que saber la verdad.Los guardias, sorprendidos por su llegada repentina, intentaron detenerlo.— Señor Arched, no podemos permitir que...Marcus los apartó con un gesto brusco.— Fuera de mi camino. Necesito ver a Maya. Ahora.Su voz no dejaba lugar a discusiones. Los guardias intercambiaron miradas nerviosas antes de apartarse, permitiéndole el paso.Marcus atravesó los pasillos de la villa como una tormenta, su mente era un torbellino de preguntas y emociones. Cuando llegó a la puerta de la habitación de Maya, se detuvo por un momento, tomando una respiración profunda antes de llamar.— Maya — su voz sonaba ronca, cargada de emociones contenidas — Soy yo, necesitamos hablar.Hubo un momento de silencio antes de que la puerta se abriera lentamente. Maya estaba allí, sus ojos abiertos de sorpre
Al mediodía siguiente, Dianco De Luca se encontraba en su despacho, su mente era un torbellino de pensamientos y remordimientos. La noche en vela había dejado surcos profundos bajo sus ojos, pero una determinación férrea brillaba en su mirada.— Es hora — murmuró para sí mismo, poniéndose de pie con decisión — Tengo que hablar con Marcus, sin importar las consecuencias.Llamó a su asistente, quien entró presuroso al despacho.— Prepara el auto — ordenó De Luca — Voy a la villa Arched.— Pero señor — titubeó el asistente — ¿Es prudente? Después de todo lo que ha pasado...De Luca lo interrumpió con un gesto brusco.— La prudencia ya no importa. He cometido errores terribles y es hora de enfrentarlos. Marcus merece saber la verdad sobre su hijo, aunque me cueste la vida.El asistente asintió, reconociendo la determinación en los ojos de su jefe.— Como usted diga, señor. El auto estará listo en cinco minutos.Mientras el vehículo recorría las sinuosas carreteras sicilianas, De Luca repa
El silencio que siguió a la partida de Marcus fue roto por el sonido de aplausos burlones. Maya, aún de rodillas en el suelo, levantó la mirada para encontrarse con Miranda, quien se acercaba con una sonrisa cruel en su rostro.— Bravo, bravo — se burló Miranda, su voz cargada de veneno — Qué espectáculo tan conmovedor, ¿No es maravilloso cómo la vida te devuelve todo lo que haces?Maya la miró, incapaz de responder a través de sus lágrimas. El dolor de la partida de Marcus aún era demasiado fresco, demasiado intenso.— ¿Te has quedado sin palabras, Maya? — continuó Miranda, su tono cada vez más cruel — No me sorprende. Después de todo, las mentirosas como tú suelen quedarse sin excusas tarde o temprano.De Luca, que había estado observando la escena, intervino finalmente. Se acercó a grandes zancadas y tomó a Miranda por el brazo.— ¡Basta ya, Miranda! — gruñó — Creí haber criado a una hija, no a una víbora venenosa.Miranda intentó zafarse, pero el agarre de su padre era firme.— ¡S
La mañana siguiente, el color grisáceo del cielo parecía presagiar la tormenta emocional que estaba a punto de desatarse. Marcus Arched no había dormido en toda la noche, su mente estaba atormentada por las revelaciones de Rita Jones. La furia y el dolor se mezclaban en su interior, amenazando con consumirlo por completo.Apenas los primeros rayos de sol se asomaron por el horizonte, Marcus ya estaba de pie, paseando como un león enjaulado por su despacho. Franco, su hombre de confianza, entró con cautela, consciente del volátil estado de ánimo de su jefe.— Señor — dijo Franco, manteniendo una distancia prudente — Hemos confirmado que la señorita Maya sigue en la villa De Luca.Marcus se detuvo en seco, sus ojos brillaron con una mezcla de dolor y determinación.— Prepara el auto — ordenó, su voz estaba cargada de una frialdad que hizo que Franco se estremeciera — Salimos en diez minutos.Franco asintió y salió rápidamente, dejando a Marcus solo con sus pensamientos. El capo se acerc
Rita Jones caminaba por las calles de Palermo, mientras su mente trabajaba a toda velocidad para encontrar una manera de vengarse de su hija y, de paso, obtener el dinero que tanto necesitaba. Las únicas joyas que le quedaban pesaban en su bolso, un recordatorio constante de lo bajo que había caído. El sol siciliano castigaba su piel, haciendo que el sudor corriera por su frente.Exhausta y sedienta, decidió entrar en un bar para tomar algo y reagrupar sus pensamientos. El lugar estaba casi vacío, con solo un par de mesas ocupadas. El aire acondicionado fue un alivio inmediato para Rita, quien se sentó en la barra, pidiendo un whisky doble.— Que sea doble — le dijo al camarero, quien la miró con una mezcla de curiosidad y lástima.— ¿Día difícil, señora? — preguntó el hombre mientras servía la bebida.Rita soltó una risa amarga.— No tiene ni idea.Mientras bebía, no pudo evitar escuchar la conversación en una mesa cercana a la barra. Dos hombres corpulentos, con la apariencia incon
Último capítulo