Mundo ficciónIniciar sesión
Mi biblioteca
  • PARTICIPA Y GANA Concurso
  • Português
  • Para autores
    Recompensas de autoresPara autores
  • Ranking
  • Navegar
    Todos
    Paranormal
    Ciencia Ficción
    urbano
    Hombre-lobo
    Clásico
    Suspenso
    Oriental
    Historia
    Otros tipos
    Romántica
    Fantasía
    Personajes Sobrenaturales
    Acción
    Realista
    Mística
    Chick Lit
    LGBT
    Guerra
    Adolescente
    Crimen
  • Inicio
InicioATRAPADA
ATRAPADA

ATRAPADAES

Romántica
Day Torres  Completo
goodnovel16goodnovel
10
Reseñas insuficientes
73Capítulos
142.6Kleídos
Leer
Añadido
compartir: 
  • Copiar
Denunciar
Resumen
Índice

Sinopsis

MatrimonioRomance oscuroMafiaProtectorPoderosoAmor doloroso

Franco Garibaldi estaba decidido a ser un buen hombre, tanto que se había alejado de su familia y se había convertido en médico. Un hombre hecho para salvar vidas. Pero por desgracia ser el único heredero de la ´Ndrangheta es algo de lo que no se puede escapar. Tres años atrás, su padre lo drogó de tal manera que terminó violando y matando a una muchacha… quería demostrarle que él también podía ser un monstruo, y lo consiguió. Franco jamás pudo recuperarse de eso, y Santo Garibaldi supo que en el mismo momento en que lo declararan Conte, Franco ordenaría su muerte. Sin embargo, cuando le llega de regalo un ataúd con una chica herida dentro… la misma chica que creía muerta, ¿qué será capaz de hacer este señor de la mafia para vengarse? ¿Qué será capaz de hacer para recuperar todo lo demás que le quitaron?

Leer más
ATRAPADA Novelas Online Descarga gratuita de PDF

Último capítulo

  • EPÍLOGO

    15 años después—¿De verdad no te da curiosidad? ¿Nada de nada? ¿Salir a ver el mundo, ir por Europa? Viajar, conocer… —preguntó Diana Hellmand mientras balanceaba los pies desde la popa del yate de los Garibaldi. Estaban todos anclados cerca de las Islas Griegas, los Garibaldi, los Hellmand y los Easton. Los tres señores de la mafia Europea con sus respectivas familias.Massimo se puso las manos detrás de la cabeza y se recostó con una mueca de satisfacción.—Ya no —respondió—. No somos iguales, mocosita. Yo ya he viajado mucho con mi padre y con Karim, ya hice mis estupideces, ahora es mi tiempo de ser juiciocito.—¡Pues vaya un aburrido que te has vuelto! —rezongó Diana—. Felicidades por tu vejez prematura, creo que le voy a preguntar a Karim si me quiere acompañar.Pero solo era una amenaza vacía, porque Diana sabía que Karim solo tenía ojos para todo lo que fuera tecnología, y que era incluso más centrado que Massimo.—¡Oye, oye, mocosa! —Massimo la retuvo de un brazo—. Para empe

  • CAPÍTULO 72. Cleo

    Tres años después.Victoria sonrió mientras le daba un beso a su madre y otro a su hijo. Al final habían ido todos a vivir con ellos a Italia, a Regio de Calabria. Los abuelos, para entretenerse, se habían apropiado de la cocina de la mansión, y tenían su propio restaurancito interno porque ¡vamos! ¡los Silenciosos serían silencioso pero bien que comían!Contarles un poco más a fondo sobre la familia Garibaldi y el resto de las familias que tenían alrededor fue un poco difícil para Victoria y para franco, pero finalmente sus padres habían aceptado que se estaba haciendo un esfuerzo ímprobo por cambiar la esencia misma de la mafia calabresa, así que se quedaron con la mayor disposición.Y por supuesto, porque así son las cosas cuando son del alma, Franco y Victoria siempre acababan peleándose por ver a quién consentían más. Sobra decir que el más consentido era Massimo y cuando las noonas los miraban feo ellos se comportaban mejor.Amira había regresado a sus vidas como una amiga entra

  • CAPÍTULO 71. Un deseo

    Dos meses después.Victoria abrió los ojos despacio, mientras miraba por la ventana del avión y se daba cuenta de que habían aterrizado. Sin embargo el paisaje no le resultaba familiar, o mejor dicho, sí le resultaba vagamente familiar pero muy lejano, como si perteneciera a otra vida.Habían pasado una semana entera en Inglaterra, mientras Franco se reunía con Ruben Easton, el mayor capo de la mafia de Reino Unido y decidía el futuro económico de la ´Ndrangheta.—Dinero por dinero es dinero, amigo mío —le había dicho Ruben—. Lo importante es que lo obtengas y si es de una manera relativamente legal pues mucho mejor. Italia es una panacea el negocio legal mal explotado, solo hace falta que lleguen hombres inteligentes que sepan aprovecharlo.—¿A qué te refieres? —había preguntado franco con curiosidad.—Pon por ejemplo, la droga más usada en el mundo…—El alcohol —dijo Franco.—La tecnología —lo corrigió Ruben—. Italia exporta un equivalente a noventa y dos mil millones de dólares anu

  • CAPÍTULO 70. El último heredero legítimo

    Franco miró de nuevo aquella maleta. No lo hacía particularmente feliz los planes de Victoria para ella, pero si era honesto, tampoco era algo que les perteneciera.Volvió a meterla en la caja de seguridad y salió al corredor, avanzando despacio hasta que escuchó las voces de Amira y de Victoria.Habían pasado una semana en Ucrania, pero no podían extenderse más, porque finalmente eran el Conte y la Mamma de una familia que necesitaba estabilidad de nuevo. Así que habían regresado y apenas dos días después la Ejecutora había ido a visitarlos.—¿Y cómo está? —preguntaba la Mamma.—Silencioso —respondió Amira—. Desde que salió del hospital apenas despega los labios. Primero creí que estaba enojado, pero según han pasado los días creo que solo… creo que solo está triste.Victoria suspiró mientras tomaba una de las manos de su amiga.—Sabes que puedes venir a vivir con nosotros. ¿Verdad? —aseguró la muchacha, pero aquel asentimiento de Amira solo era una negativa llena de amabilidad.—Lo

  • CAPÍTULO 69. Una familia reunida

    El vuelo era demasiado corto, pero a Victoria le pareció eterno, llegaron amaneciendo a Ucrania y a la muchacha se le antojaron hermosas las calles de Odesa mientras el sol salía.—¿Estás nervioso? —preguntó.—¡Mucho, estoy nerviosísimo!—¡Mateo, le preguntaba a Franco! —se rio Victoria y el italiano entornó los ojos.—¡Oye! ¿Qué uno no se puede poner nervioso por ver a su marido? —replicó Mateo y Victoria le lanzó un beso.—Claro que sí. ¡Pero nosotros tenemos derecho a más nervios porque vamos a buscar a nuestro hijo! —dijo Franco y poco después estaban atravesando las puertas de la mansión del Eric Hellmand.El hombre le dio un abrazo a Franco y luego inclinó la cabeza con respeto frente a Victoria.—Mamma, un gusto conocerla…—¡Ay no te pongas protocolar, que ya me dijeron quién eres y de qué pata cojeas! —se burló Victoria mientras tiraba de él y le daba un abrazo—. De hecho quería hablar contigo de algo importante: ¿Qué es eso de organizar jaulas solo para hombres? ¡Sé que mi Ej

  • CAPÍTULO 68. Un hombre que lo tuvo todo

    Franco apoyó los codos en las rodillas y se echó hacia adelante mientras miraba al rostro de Santo Garibaldi. El hombre parecía demacrado, ojeroso y flaco como si fuera cualquiera de los indigentes que había en los callejones del centro de la ciudad.Tenía una manta gruesa, vieja y raída sobre las piernas, pero franco sabía que a la altura de los tobillos solo quedaban muñones. No podía caminar, y sin los hombres o las enfermeras que Rossi había estado pagando hasta ese momento, no tenía forma de sobrevivir.—Estaba seguro de que ibas a reflexionar sobre lo que hiciste —murmuró Franco, viendo que su padre lo miraba con un odio concentrado—. De verdad esperaba que fueras capaz de cambiar, o al menos de aceptar la vida que te perdoné, y aislarte, perderte, desaparecerte sin causar más daño. Pero veo que eso es imposible contigo —terminó con rabia.—No sé de qué estás hablando —siseó Santo y Franco negó con tristeza.—Claro que sabes. Estabas en la nómina de los Rossi, vi tu nombre y cuá

  • CAPÍTULO 67. Veintiséis ahijados

    Victoria le dijo adiós con la mano a una de sus amigas, una chica que vivía en Reino Unido. Su bebé tenía cinco meses y su esposo, un embajador de las Naciones Unidas, se había vuelto loca buscándola porque la habían secuestrado cuando le faltaba muy poco para dar a luz.—Ya sabe, señor Garibaldi, lo que sea que necesite, solo tiene que llamarme —había dicho el hombre—. A cualquier hora, en cualquier momento, para lo que sea. Les debo la vida de mi mujer y de mi hijo.—No nos debes nada —había dicho el italiano estrechando su mano con fuerza—. Espero que podamos reunirnos de nuevo, con motivos más felices.El día que la última chica salió de la casa, Victoria abrazó a Franco y se sentó en su regazo.—Esos son muchos amigos —dijo con una sonrisa mientras lo acariciaba con suavidad.—¡Y también muchos ahijados! ¡¿Qué vamos a hacer con veintiséis ahijados, Victoria Garibaldi?! —la increpó él.—¿Un campamento de verano? —rio Victoria y él puso los ojos en blanco mientras cerraba las manos

  • CAPÍTULO 66. Tú mandas

    —Señor Conte, tengo a la Mamma —fueron las primeras palabras de Enzo Aiello y el rostro de Franco Garibaldi, que en ese momento atravesaba las rejas de la mansión en Roma, se demudó de la rabia.—¿¡Me estás jodiendo, Enzo!? —gruñó y del otro lado solo escuchó resoplidos, protestas y algo parecido a un manotazo.—¡Qué brutos son los hombres, carajo! —se rio Victoria quitándole el teléfono a Enzo para hablar con Franco—. ¡Hola, amor! Soy yo.—¿¡Victoria!? ¿Estás bien…?—Sí, sí. Estoy perfectamente —respondió la muchacha.—¿Qué hace Enzo ahí? —preguntó Franco que no tenía idea de lo que Victoria había hecho.—Los organicé cuando vinimos a Roma. No quería apostar todo a una sola estrategia, así que Enzo vino, y él y sus hombres… bueno nuestros hombres, estuvieron vigilándome para asegurarse de que estuviéramos bien.Franco se echó atrás en el asiento del auto y suspiró con alivio. Quizás se hubieran conocido en circunstancias difíciles y vulnerables, pero por muy hijo de put@ que fuera el

También te gustarán

  • Cuando Sus Ojos Abrieron
    Cuando Sus Ojos AbrieronSimple Silence6.0M leídos
  • Esposa Pecadora
    Esposa Pecadora Sixteenth Child3.8M leídos
  • Déjeme ir, Sr. Hill
    Déjeme ir, Sr. HillSuperficie del Sur3.3M leídos
  • La Heredera Divorciada Billonaria
    La Heredera Divorciada BillonariaQuiero comer carne3.1M leídos
  • La Pequeña Novia del Sr. Mu
    La Pequeña Novia del Sr. MuGato con sabor a limón2.4M leídos
  • Destinada al Alfa
    Destinada al AlfaJessicahall2.3M leídos

Libros interesantes del mismo período

  • Doctora del Sr. Mafioso
  • ahora soy tu dueña
  • La Elegida del Alfa. Isla del Cuervo
  • el amor no satisface la muerte
  • Doctora del Sr. Mafioso
  • ahora soy tu dueña
  • La Elegida del Alfa. Isla del Cuervo
  • el amor no satisface la muerte
Comentarios Deje su reseña en la aplicación
No hay comentarios
73 chapters
CAPÍTULO 1. Una virgen para el italiano
ATRAPADA/Day Torres
Victoria sintió que la cabeza iba a estallarle del dolor, probablemente por todas las drogas que le habían metido para sedarla. Una bofetada medianamente dolorosa acabó de despertarla y miró alrededor horrorizada.No tenía ni idea de dónde estaba, y menos con quién, pero a su lado había al menos una docena de chicas tan aturdidas y asustadas como ella. Varios hombres paseaban por la habitación, revisando a las muchachas y llevándoselas.Uno de esos hombres se paró frente a ella; parecía un gigante y tenía un aspecto profundamente desagradable. Atrapó su barbilla, la miró bien por un segundo y luego le habló en perfecto italiano.—¿Eres virgen? —le preguntó, pero ella solo respondió con un sollozo, así que el hombre le dio otra bofetada que la hizo callarse al instante—. Te explicaré bien cómo es esto. Virgen: vendida a un amo. Desvirgada: vendida a un burdel. Mentirosa: muerta. ¿Entendiste?Victoria apretó los dientes mientras las lágrimas se deslizaban por su rostro.—¡Pregunté si en
Leer más
CAPÍTULO 2. Tienes que empezar a gritar
ATRAPADA/Day Torres
Apenas fue consciente de que le habían liberado las manos, Franco se acercó a la muchacha, que forcejeaba con sus cuerdas sin mucho éxito. La desató y la vio alejarse de él tan rápido como podía. Victoria se lanzó contra la primera ventana que vio, y Franco no hizo ni un solo gesto para impedírselo porque sabía que no podía irse. Había vivido en aquella suficiente tiempo como para saber que era una fortaleza. Y tan difícil como era entrar, igual de difícil era salir. Victoria sintió que se ahogaba cuando vio los barrotes por fuera de la ventana, y se colgó de ellos como si de verdad creyera que podía arrancarlos. Pero después de unos minutos había perdido la fuerza y la esperanza, y se acurrucó en un rincón, sollozando. —Niña… escucha… —Franco se arrastró hasta ella mientras los puños le temblaban—. Niña… por favor... Victoria lloraba a lágrima viva, pero él no tenía mucho tiempo para consolarla, y la única forma de calmarla fue abofeteándola. —¡Mírame, niña! —ordenó Franco sosten
Leer más
CAPÍTULO 3. ¡Te lo juro por la Santa Mamma!
ATRAPADA/Day Torres
Jamás en toda su vida Victoria había sentido un dolor como aquel. Era como si una barra de acero templado al rojo vivo se hubiera abierto paso a través de su carne, rompiendo, desgarrando, lastimando todo.Gritó, con desesperación, con dolor, con rabia, con miedo, mientras escuchaba los susurros de Franco sobre su boca.—Lo siento, amor, lo siento…Le soltó las manos y apoyó los antebrazos junto a su cara mientras las uñas de Victoria se clavaban si compasión en sus bíceps.—Lo siento… —dijo él antes de retirarse un poco y hundirse de nuevo en su pequeña vagina, que se contraía sin poder evitarlo. Y la triste realidad era que cuánto más le dolía a ella, más lo hacía disfrutar a él.Franco la besó, ganándose mordida tras mordida mientras la penetraba. La suavidad era un lujo que tuvieron por pocos minutos, hasta que la sangre del italiano se volvió un volcán en plena erupción.Trataba de consolarla y ella lo sabía. Estaba sufriendo y ella lo sabía. Intentaba ser delicado y aun en medio
Leer más
CAPÍTULO 4. La mujer en el ataúd
ATRAPADA/Day Torres
3 años despuésRegio de Calabria, ItaliaFranco se apartó de la ventana. Estaba despierto desde hacía varias horas, pero como siempre que no podía dormir, se había sentado a mirar la única cosa que lo mantenía en pie: ella.Se vistió impecablemente para salir: saco, camisa y corbata negras; y en el momento en que abrió la puerta de su habitación, ya Amira estaba esperándolo con el mismo gesto pétreo que él tenía.La mujer lo siguió como cada mañana hasta uno de los jardines posteriores de la casa, y se quedó a unos cinco metros mientras Franco se acercaba a una lápida blanca que estaba en medio de las flores. Lo vio rozarla con los dedos, besar el único anillo que llevaba en su mano derecha y regresar sin decir una palabra.Amira no sabía de quién era aquella lápida, pero quien sea que hubiera sido Victoria, pesaba más en el corazón de Franco Garibaldi que su propia madre.—¿Tenemos noticias del cargamento de Bocca Nera? —preguntó él y Amira asintió, sentándose a su derecha en la mesa
Leer más
CAPÍTULO 5. Un ángel de Rossi
ATRAPADA/Day Torres
—¡Está viva! —aquel grito salió del pecho de Franco, dirigido especialmente a Amira, que empezó a gritar órdenes mientras corría hacia ellos.—¡Despierten al doctor Hiyamoto y sus asistentes! ¡Llévenla a la clínica! ¡Vamos, muévanse! —gritó su Ejecutora.Tiró del brazo de Franco, obligándolo a soltarla para que pudieran sacarla del atúd y llevársela. La muchacha tenía una herida de bala en el abdomen y había perdido mucha sangre, pero aquel cirujano japones era una eminencia en la medicina y estaba siempre a disposición en la mansión.Franco estaba en shock, no podía creer que Victoria estuviera viva y menos que alguien se la hubiera enviado a punto de morir.¡Realmente estaba viva!¡Él no la había matado!Entonces alguien... alguien la había ocultado de él esos tres años... ¿solo para enviarsela cuando prácticamente no podía salvarla? Solo un hombre era capaz de semejante cosa: Su maldito padre—¡Lo voy a matar con mis propias manos! —rugió viendo la sangre de Victoria en ellas.Amir
Leer más
CAPÍTULO 6. El Conte de la ´Ndrangheta
ATRAPADA/Day Torres
«Significa que los Rossi tiene a tu hijo».«Significa que los Rossi tiene a tu hijo».«Significa que los Rossi tiene a tu hijo».«Significa que los Rossi tiene a tu hijo».Aquellas palabras seguían martilleando en la cabeza de Franco mientras Amira lo arrastraba hasta el baño más cercano para que se lavara las manos y se quitara aquella sangre, porque tal parecía que era capaz de darle superpoderes y ninguno bueno.Lo dejó sentado en una silla y fue a su habitación a buscarle una pulcra camisa negra. Franco ni siquiera se inmutó cuando ella lo desvistió y lo vistió de nuevo. No había nada sexual en eso de parte de ninguno de los dos. Y solo reaccionó cuando sintió aquel paño de agua helada sobre una de sus mejillas.—¿Cómo está? —murmuró intentando no desmoronarse.—La están operando —respondió Amira—. El disparo lastimó varios órganos, pero está pensado para no matar instantáneamente. Tienes que tener fe.—¿Fe? —escupió Franco con rabia—. ¿Cómo puedes hablarme de fe? ¿En quién? ¿En D
Leer más
CAPÍTULO 7. ¡¿Creíste que no iba a enterarme!?
ATRAPADA/Day Torres
Si había algo a lo que incluso los miembros élite de la ´Ndrangheta le temían, era a los Silenciosos de Franco Garibaldi.¿Qué eran? ¿Quiénes eran?Cincuenta hombres que valían por un pequeño ejército. Cincuenta hombres altamente entrenados, especializados en operaciones tácticas en zona de guerra. Tan eficientes que rara vez se veían envueltos en una balacera, por eso se habían ganado el nombre de los Silenciosos.Caza, búsqueda y destrucción. La ira de Dios en trajes tácticos negros y un pensamiento frío e impasible.Los lideraba un hombre de la entera confianza de Franco, y a quien el resto del equipo respetaban como si fuera un dios. Y si alguien se pregunta cómo Franco Garibaldi se había ganado la lealtad irrevocable de aquel hombre, la respuesta era simple: Había salvado a su mujer y a su hija hacía algunos años, cuando todavía era médico.—Archer —dijo Franco media hora después, entrando por la puerta de su despacho, donde aquel hombre de casi cincuenta años lo esperaba ya.—Se
Leer más
CAPÍTULO 8. La familia. La familia. La familia
ATRAPADA/Day Torres
Los dientes apretados y la mueca en la cara de Santo Garibaldi fue más que suficiente para hacerlo sonreír. Podía ver aquella conciencia de que había cometido un error dibujada en todo su rostro.—¡Debiste saberlo! En el mismo momento en que amarraste a una chica virgen frente a mí, y me drogaste, debiste saber que me haría cargo de las consecuencias, que me haría cargo de ella…—¡Y eso te habría hecho débil otra vez! —rugió Santo—. ¿Creíste que iba a drogarte solo para ver cómo te llenabas de nuevo el alma de nobleza, y caminabas hacia el atardecer con esa zorra?Lo último que Santo vio en los siguientes cinco minutos, fue el puño de su hijo destrozándole la nariz y parte del pómulo izquierdo.—Deberías tener más cuidado con la forma en que hablas sobre mi mujer —siseó Franco con frialdad, respirando profundo y dando un par de pasos atrás—. Pusiste una virgen en mis manos, me dio un hijo, y está a punto de convertirse en la «Mamma» de la ’Ndrangheta.—Para eso tendrías que ser Conte
Leer más
CAPÍTULO 9. Massimo Garibaldi
ATRAPADA/Day Torres
La rabia, el desconcierto y la indignación bullían como una marea incontenible en la expresión de Santo Garibaldi. Hacía unas horas estaba furioso porque Franco había logrado concretar aquel trato de cocaína con los colombianos, incluso había tenido que sacrificar a su Ejecutor haciendo que rompiera la omertà (ley del silencio), y estaba cavilando cómo entorpecer la distribución de aquel cargamento…Y ahora estaba ahí. Franco había conseguido no solo humillarlo y golpearlo, sino volver a La Santa, a la misma élite de la organización contra él.—¿Tienes algo que decir en tu defensa? —preguntó Vitto.—¡Le he dedicado mi vida a la ´Ndrangheta! —gritó Santo desesperado.—La ´Ndrangheta es nuestra familia y nuestra familia es la ´Ndrangheta —replicó Bruno Assencio, otro miembro de La Santa—. Si no respetaste a tu propio hijo, no respetas nada.Vitto se giró hacia Franco y lo encaró.—Este es tu momento de decidir —le advirtió—. Voy a darte la oportunidad que no te dio tu padre. Si quieres
Leer más
CAPÍTULO 10. ¡Es mi hijo y punto!
ATRAPADA/Day Torres
Enojado, frustrado, desesperado.No eran las mejores emociones, pero prefería esas a la vergüenza de mirar a aquella muchacha a la cara.Tres años habían pasado y seguía siendo la misma cara, la misma expresión perdida que había visto hacía tres años, solo que ahora una tristeza infinita lo dominada todo.—Yo… lo siento —murmuró con voz ahogada, besando el dorso de su mano mientras le mojada la piel con sus lágrimas, y agradeció a la virgen que ella no rechazara al menos ese gesto.Victoria lo vio echar atrás la silla y arrodillarse junto a ella, apoyando la frente en su mano.—Sé que no tengo derecho a pedirlo, pero por favor… perdóname. Lo siento…—Lo escuché la primera vez —replicó ella y Franco levantó la mirada—. Lo escuché la primera vez y todas las veces que me lo dijiste esa noche… Y también sé que no fue tu culpa.—Pensé que te había matado —dijo Franco y ella arrugó el ceño—. La única razón por la que no te busqué, por la que no te protegí fue esa… ¡Pero fue mi culpa, yo era
Leer más
Leer más
  • Quiénes somos

    Sobre nosotrosTérminos de usoPolíticas de privacidad
  • Contacto

    ColaboraciónPalabras clave
  • Redes Sociales

    FacebookFacebook grupoinstagram