Cindy
Después de asegurarme que no había copa alguna vacía y que los presentes aún estaban con saludos y formalidades, me acerqué junto a la barra, observando todo con interés. No porque me fascinara el espectáculo, sino porque algo en la energía de la noche me causaba curiosidad.
Los invitados seguían llegando, hombres mayores mezclados con jóvenes que claramente pertenecían al mismo círculo de élite.
Entre ellos destacaba uno en particular: un hombre rubio, con ojos claros y una sonrisa despreocupada. Su entrada fue todo un evento. Los demás se levantaron de los sofás para saludarlo, palmeándole la espalda y haciendo comentarios que no podía escuchar desde donde estaba. Supuse que era el famoso hijo del futuro ministro.
—Él es el centro de todo esto —dijo Joaquín a mi lado, mientras limpiaba un vaso con calma.
Asentí, sin quitarle los ojos de encima. Se movía como alguien acostumbrado a ser el centro de atención, con una arrogancia que casi se podía palpar. Algunas chicas también l