Bruno
Minutos antes
El rugido de los helicópteros partía la noche en dos. Las luces rojas parpadeaban como los latidos de un corazón al borde del colapso. Cada metro que recorríamos en el aire era una cuenta regresiva grabada en mi cráneo. No había espacio para el error, ni margen para dudas. Cindy estaba ahí abajo. Y yo iba a sacarla de ese infierno.
El Colmillo se giró hacia mí, ajustando su chaleco táctico mientras la luz tenue del panel de control le marcaba las facciones.
—Estamos a cinco minutos del perímetro. —Su voz era un gruñido grave, cargado de anticipación.
Cinco minutos.
Mis manos apretaron el rifle con una fuerza que crujió el metal. Podía sentir cómo la rabia pulsaba en mis venas, un veneno dulce que me mantenía enfocado.
—¿Listos? —mi voz fue un disparo seco.
Las respuestas fueron un coro de asentimientos, sin palabras innecesarias. Mis hombres sabían lo que estaba en juego. Sabían que esta no era una operación más. Era personal. Y cuando es personal… la muerte camina