Cuando Camila Fuentes, una joven brillante y testaruda, acepta un contrato matrimonial con el multimillonario arrogante y controlador Ethan Blake para salvar a su familia de la ruina, promete a sí misma que jamás se enamorará. Ethan pensaba que podría controlar todos los aspectos de su vida, incluso a su esposa. Pero no esperaba que la mujer que eligió para un matrimonio sin amor tuviera el poder de hacer tambalear su imperio... y su corazón. Ella fue contratada para ser su esposa. Él jamás imaginó que sería su obsesión.
Leer másCamila¿Quién dijo que el blanco representaba pureza?Para mí, siempre ha sido el color de la hipocresía.El vestido era perfecto. Alta costura, encaje hecho a mano, más horas de trabajo que las que alguien como yo estaría dispuesta a contar. Cada hilo parecía diseñado para ocultar lo esencial: lo vacía que me sentía por dentro.Sonreí.Posé.Parpadeé lentamente para que las pestañas postizas lucieran delicadas. Incliné un poco la cabeza. Practiqué esa sonrisa de princesa que aprendí desde niña. La que dice “soy feliz”, aunque por dentro me esté cayendo a pedazos.El salón era una escenografía impecable: mármol, flores blancas, un altar simbólico erigido como si fuese un teatro griego. Nada real. Nada íntimo. Solo cámaras. Solo flashes. Solo la fachada que ambos necesitábamos construir para que este matrimonio —fingido, frío, funcional— sirviera a su propósito.Él: proteger su imagen corporativa.Yo: saldar una deuda imposible y salvar a mi familia.No hubo aplausos.No hubo amigos.N
EthanLas galas benéficas son como las mentiras bien construidas: brillantes por fuera, vacías por dentro.Lentejuelas, sonrisas forzadas, copas de champán que nadie termina, y conversaciones que giran como una ruleta amañada. El único objetivo real de estos eventos es demostrar cuánto puedes fingir por una buena causa… o por una imagen pública hecha a medida.Esta noche, el papel que interpreto es el de esposo enamorado. El hombre que encontró en Camila Delacroix algo más que un contrato conveniente. El CEO con corazón, el millonario redimido por la mujer que le robó la calma y lo convirtió en humano.¿Mi problema?Que cada vez estoy menos seguro de que eso no sea, de hecho, real.La vi en cuanto entró.No porque la estuviera esperando —me niego a caer tan bajo—, sino porque su mera presencia silenciaba el ambiente.Camila no llegó.Irrumpió.Con un vestido color vino que le abrazaba las curvas como una segunda piel. El escote justo, la espalda expuesta, y esa forma de caminar que no
EthanLa mayoría de las personas solo necesitan una buena sonrisa, un traje bien entallado y una mentira convincente para sobrevivir al escrutinio público. Yo, por el contrario, necesitaba un espectáculo. Uno que gritara todo está bajo control, aunque por dentro estuviera lidiando con la pesadilla mediática que había desatado mi futura esposa al hacer una escena en plena firma de contrato.Camila Delacroix.Una mujer que no sabe quedarse callada, que no tiembla ante un nombre como el mío, y que me miró directamente a los ojos antes de firmar ese maldito papel como si estuviera aceptando un pacto con el diablo.Y quizás lo estaba.—¿Está lista? —pregunté desde el marco de la puerta, observándola mientras el estilista daba los últimos toques a su peinado.Ella no me miró.—Tan lista como se puede estar para fingir una relación con alguien que no sabe sonreír.—Buen intento, Delacroix —me acerqué, sintiendo su perfume antes de olerlo. Ligero, fresco, como el jodido desafío que representa
CamilaDicen que cuando tocas fondo solo te queda subir, pero eso es mentira. Lo descubrí la tarde en que llegué a casa con una bolsa de arroz a medio llenar, dos huevos agrietados y la tarjeta de débito rechazada por tercera vez en la semana. No era el fondo. Era un pozo sin fin, y yo seguía cayendo.El sonido del oxígeno zumbando desde la habitación de mi madre me perseguía como un eco constante, como una cruel sinfonía de realidad. Vivíamos en un apartamento pequeño en un barrio que apestaba a desesperanza, uno de esos lugares donde las paredes saben más secretos de los que deberían. Mi madre, antes una mujer vibrante y de sonrisa eterna, ahora era apenas un suspiro atrapado entre pastillas y máquinas.—Camila… —su voz se quebraba con solo intentarlo—. No puedes seguir haciéndote cargo sola…Como si tuviera opción.Sonreí como si esa sonrisa pudiera sujetar lo que mi alma ya no podía cargar. Me agaché junto a su cama y le acomodé el suéter con la misma delicadeza que ella me ponía
CamilaEl chofer no dijo ni una palabra en todo el camino, y la verdad es que se lo agradecí. No sé qué habría hecho si alguien intentaba consolarme con frases como “todo estará bien” o “esto es lo mejor para ti”.Spoiler: nada está bien y venderle tu alma al diablo vestido de Armani no es precisamente lo mejor para nadie.Me miré en el espejo retrovisor de la limusina por décima vez. Los labios perfectamente rojos, la piel sin rastro de imperfección, el cabello recogido con elegancia. Podía pasar por una actriz, una modelo, una esposa trofeo. Pero en realidad, solo era una mujer desesperada que estaba a punto de firmar su sentencia de vida.La mansión apareció frente a mí como una bestia de piedra y mármol. Todo en ella gritaba poder, riqueza… y advertencia. Las puertas negras se abrieron y mi respiración se detuvo por un instante. Ya no había vuelta atrás.El asistente me esperaba con una sonrisa tan falsa como la historia de amor que íbamos a vender.—Señorita Reyes. El señor Black