Mundo ficciónIniciar sesiónCuando Camila Fuentes, una joven brillante y testaruda, acepta un contrato matrimonial con el multimillonario arrogante y controlador Ethan Blake para salvar a su familia de la ruina, promete a sí misma que jamás se enamorará. Ethan pensaba que podría controlar todos los aspectos de su vida, incluso a su esposa. Pero no esperaba que la mujer que eligió para un matrimonio sin amor tuviera el poder de hacer tambalear su imperio... y su corazón. Ella fue contratada para ser su esposa. Él jamás imaginó que sería su obsesión.
Leer másEthanEl estudio de fotos estaba en silencio, salvo por el clic de la cámara, el murmullo de las risas contenidas y el tacto cuidadoso del fotógrafo en los movimientos de Camila. La luz resaltaba cada línea de su rostro, la calidad de su expresión en esa sesión improvisada, donde ella parecía olvidar la máscara por un momento y dejar que algo más genuino surgiera.Entonces, irrumpí sin aviso.La puerta del estudio se abrió de golpe, y con paso firme, me planté allí, en medio de esa escena. Mis ojos se clavaron en ella, en esa mujer que había aprendido a conocer y temer, pero que ahora parecía…, sorprendemente, más vulnerable de lo que creía.Camila sonrió. Esa sonrisa que nunca enseñaba en el contrato, esa que hablaba sin palabras, con la libertad que solo las personas con alma l
Camila La sala de la mansión, esa noche en la que todo cambió. La música de fondo era un murmullo de risas ensayadas y la iluminación inteligente que ocultaba las sombras reales de lo que sucedía en realidad. Sentada frente al abogado, con la pluma temblando entre mis dedos, recordé cómo Ethan Blackwell eligió el anillo que ahora lucía en mi dedo. Fue una decisión fría, calculada, como todo lo que él hacía. La joya, un diamante gigante, pulido a la perfección, sin imperfección visible, solo una piedra deslumbrante que parecía no tener alma. Un símbolo de poder, de riqueza, de contracto sellado sin sentimientos. El brillo del anillo, en ese entonces, reflejaba la luz de los focos que nos apuntaban. Me lo colocaron en el dedo con una solemnidad Parseada, si bien en mi interior solo había un vac
EthanMe desperté con la luz fría de la mañana filtrándose a través de las cortinas pesadas, la enorme casa testigo silencioso de la tormenta que apenas comenzaba a disiparse. La respiración de Camila, profunda y rítmica, llenaba el cuarto con una presencia intangible que, a pesar de la distancia física, sentí como si me atravesara la piel. Sin verla, podía adivinar su postura, esa forma en la que parecía absorber la calma en medio del caos que parecíamos estar creando. La casa ahora era un espacio cargado, como si el aire mismo hubiera cambiado de densidad.Me levanté lentamente, tratando de no hacer ruido, y caminé hacia la cocina, mis pasos silenciosos en la alfombra. La enorme ventana en la estancia mostraba las gotas de lluvia que aún caían, deslizando su peso lentamente, acompañando la quietud que parecía envolvernos. Sentí entonces su presencia, esa sensación de que la presencia de Camila estaba en segundo plano, aún sin verla, en cada rincón, en cada suspiro.Entré en la coci
Camila¿Quién dijo que el blanco representaba pureza?Para mí, siempre ha sido el color de la hipocresía.El vestido era perfecto. Alta costura, encaje hecho a mano, más horas de trabajo que las que alguien como yo estaría dispuesta a contar. Cada hilo parecía diseñado para ocultar lo esencial: lo vacía que me sentía por dentro.Sonreí.Posé.Parpadeé lentamente para que las pestañas postizas lucieran delicadas. Incliné un poco la cabeza. Practiqué esa sonrisa de princesa que aprendí desde niña. La que dice “soy feliz”, aunque por dentro me esté cayendo a pedazos.El salón era una escenografía impecable: mármol, flores blancas, un altar simbólico erigido como si fuese un teatro griego. Nada real. Nada íntimo. Solo cámaras. Solo flashes. Solo la fachada que ambos necesitábamos construir para que este matrimonio —fingido, frío, funcional— sirviera a su propósito.Él: proteger su imagen corporativa.Yo: saldar una deuda imposible y salvar a mi familia.No hubo aplausos.No hubo amigos.N
EthanLas galas benéficas son como las mentiras bien construidas: brillantes por fuera, vacías por dentro.Lentejuelas, sonrisas forzadas, copas de champán que nadie termina, y conversaciones que giran como una ruleta amañada. El único objetivo real de estos eventos es demostrar cuánto puedes fingir por una buena causa… o por una imagen pública hecha a medida.Esta noche, el papel que interpreto es el de esposo enamorado. El hombre que encontró en Camila Delacroix algo más que un contrato conveniente. El CEO con corazón, el millonario redimido por la mujer que le robó la calma y lo convirtió en humano.¿Mi problema?Que cada vez estoy menos seguro de que eso no sea, de hecho, real.La vi en cuanto entró.No porque la estuviera esperando —me niego a caer tan bajo—, sino porque su mera presencia silenciaba el ambiente.Camila no llegó.Irrumpió.Con un vestido color vino que le abrazaba las curvas como una segunda piel. El escote justo, la espalda expuesta, y esa forma de caminar que no
EthanLa mayoría de las personas solo necesitan una buena sonrisa, un traje bien entallado y una mentira convincente para sobrevivir al escrutinio público. Yo, por el contrario, necesitaba un espectáculo. Uno que gritara todo está bajo control, aunque por dentro estuviera lidiando con la pesadilla mediática que había desatado mi futura esposa al hacer una escena en plena firma de contrato.Camila Delacroix.Una mujer que no sabe quedarse callada, que no tiembla ante un nombre como el mío, y que me miró directamente a los ojos antes de firmar ese maldito papel como si estuviera aceptando un pacto con el diablo.Y quizás lo estaba.—¿Está lista? —pregunté desde el marco de la puerta, observándola mientras el estilista daba los últimos toques a su peinado.Ella no me miró.—Tan lista como se puede estar para fingir una relación con alguien que no sabe sonreír.—Buen intento, Delacroix —me acerqué, sintiendo su perfume antes de olerlo. Ligero, fresco, como el jodido desafío que representa
Último capítulo