Ethan
El estudio de fotos estaba en silencio, salvo por el clic de la cámara, el murmullo de las risas contenidas y el tacto cuidadoso del fotógrafo en los movimientos de Camila. La luz resaltaba cada línea de su rostro, la calidad de su expresión en esa sesión improvisada, donde ella parecía olvidar la máscara por un momento y dejar que algo más genuino surgiera.
Entonces, irrumpí sin aviso.
La puerta del estudio se abrió de golpe, y con paso firme, me planté allí, en medio de esa escena. Mis ojos se clavaron en ella, en esa mujer que había aprendido a conocer y temer, pero que ahora parecía…, sorprendemente, más vulnerable de lo que creía.
Camila sonrió. Esa sonrisa que nunca enseñaba en el contrato, esa que hablaba sin palabras, con la libertad que solo las personas con alma l