EthanLa mayoría de las personas solo necesitan una buena sonrisa, un traje bien entallado y una mentira convincente para sobrevivir al escrutinio público. Yo, por el contrario, necesitaba un espectáculo. Uno que gritara todo está bajo control, aunque por dentro estuviera lidiando con la pesadilla mediática que había desatado mi futura esposa al hacer una escena en plena firma de contrato.Camila Delacroix.Una mujer que no sabe quedarse callada, que no tiembla ante un nombre como el mío, y que me miró directamente a los ojos antes de firmar ese maldito papel como si estuviera aceptando un pacto con el diablo.Y quizás lo estaba.—¿Está lista? —pregunté desde el marco de la puerta, observándola mientras el estilista daba los últimos toques a su peinado.Ella no me miró.—Tan lista como se puede estar para fingir una relación con alguien que no sabe sonreír.—Buen intento, Delacroix —me acerqué, sintiendo su perfume antes de olerlo. Ligero, fresco, como el jodido desafío que representa
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