Camila
La sala de la mansión, esa noche en la que todo cambió. La música de fondo era un murmullo de risas ensayadas y la iluminación inteligente que ocultaba las sombras reales de lo que sucedía en realidad. Sentada frente al abogado, con la pluma temblando entre mis dedos, recordé cómo Ethan Blackwell eligió el anillo que ahora lucía en mi dedo.
Fue una decisión fría, calculada, como todo lo que él hacía. La joya, un diamante gigante, pulido a la perfección, sin imperfección visible, solo una piedra deslumbrante que parecía no tener alma. Un símbolo de poder, de riqueza, de contracto sellado sin sentimientos.
El brillo del anillo, en ese entonces, reflejaba la luz de los focos que nos apuntaban. Me lo colocaron en el dedo con una solemnidad Parseada, si bien en mi interior solo había un vac