Este capítulo ha sido una tormenta. Una lluvia de balas, verdades a medias y silencios que duelen más que cualquier herida. Mientras escribía, podía sentir la desesperación de Luciana temblando en cada rincón del hospital, con un dolor que no solo era físico, sino también emocional: la culpa, el miedo, y esa devoción silenciosa hacia un hombre que sangró por ella.Greco, por su parte, ya no tiene margen para la compasión. La guerra que se desató no es solo externa, también lo consume por dentro. Y lo más aterrador de un hombre como él es que cuando se rompe..