Mundo ficciónIniciar sesiónAlina Montenegro ha conocido la miseria y el dolor desde que nació. En un hogar donde solo recibe desprecio, golpes y hambre, su único refugio es el ballet. A sus 21 años, consigue ingresar a la prestigiosa Academia de Ballet Imperial, pero la felicidad dura poco cuando descubre que la matrícula es un lujo inalcanzable. Desesperada, acepta la sugerencia de su mejor amiga de trabajar en un Night Club como bailarina exótica. Es allí donde su destino toma un giro oscuro: capta la atención de un hombre enigmático y peligroso, Viktor Koval, un asesino en serie que oculta su verdadera naturaleza tras una fachada de elegancia y poder. Viktor se obsesiona con ella, ofreciéndole una salida de esa vida a cambio de su compañía. Pero Alina no está dispuesta a ceder. Su rechazo desata una espiral de peligro, sangre y deseo en la que deberá luchar por su libertad, sin saber si terminará escapando de él o cayendo en su red.
Leer másAl salir del teatro, el aire fresco de la noche les recibió, como si el mundo en el que habían estado viviendo se desvaneciera en una fracción de segundo. Viktor, siempre alerta, miró a su alrededor, reconociendo la tensión en el aire. El silencio de la calle no era natural. La luz de las farolas proyectaba sombras alargadas que parecían acechar cada uno de sus movimientos. Boris y los demás hombres de Viktor caminaban cerca, formando un perímetro de seguridad a su alrededor.Pero algo no estaba bien. Alina lo sintió antes de que Viktor dijera una palabra.—Algo no está bien —murmuró él, en un tono de voz grave.Antes de que pudiera decir algo más, la atmósfera se rompió con el sonido de motores acercándose rápidamente. Un par de autos se detuvieron a poca distancia de ellos, y antes de que los hombres de Viktor pudieran reaccionar, figuras oscuras salieron de los vehículos y comenzaron a rodearlos. Alina se tensó al instante, su instinto de supervivencia despertó. No era la primera v
Al día siguiente, la mañana llegó fría, sombría, como si el cielo supiera lo que se avecinaba. Alina se encontraba sentada en una pequeña mesa, mirando por la ventana mientras la luz débil de la mañana iluminaba la tienda de artículos para bailarinas que había comenzado con tanto esfuerzo. Aquel espacio había sido su refugio, el último vestigio de un sueño que se había ido desvaneciendo en las sombras de su realidad. Pero hoy, algo era diferente. Viktor había regresado a su vida, y con él, todo lo que había creído muerto resurgía con fuerza.Mientras observaba su reflejo en el cristal, Alina no podía evitar pensar en lo que había hecho, lo que había permitido que ocurriera. Un bebé crecía dentro de ella, una vida que, aunque venía de Viktor, aún le resultaba imposible de aceptar. Había decidido mantenerlo, sí, pero cada día era una batalla. El miedo y la incertidumbre la consumían, la hacían sentir más atrapada que nunca. Y mientras miraba la función que se llevaba a cabo en su mente,
El aire frío de la tarde de esa época del año golpeaba la ventana de la pequeña tienda de Alina en Tenerife. La noche se estaba acercando, afuera todo lucía tranquilo, más en calma en comparación al torbellino de emociones que fluían por su pecho. Era un contraste entre lo externo y la verdad que fluía en su interior. La calma que la rodeaba no lograba apaciguar ese torbellino de emociones que la consumían. Para este momento Adara estaba sola en su pequeño local, rodeada de los trajes de ballet, los tutús cuidadosamente organizados, los zapatos de punta perfectamente alineados, como si fueran reliquias de un sueño que ya no tenía cabida en su vida.Los días habían pasado en silencio desde que Viktor había reaparecido en su vida. La primera y única conversación que habían tenido la dejó marcada, y él en su frialdad tan natural solo se marchó con la promesa de volver por ella, Alina constantemente se preguntaba: «¿Para qué iba a volver?»Ella creía haberle dado una respuesta. Estaba n
Alina miró a Viktor, luchando por mantenerse firme, aunque su corazón estaba hecho trizas. A pesar de todo lo que había sucedido entre ellos, de toda la oscuridad que los envolvía, sentía la necesidad de gritarle, de rechazarlo, de huir. Pero algo en su interior la mantenía anclada a él, ese maldito amor que jamás tuvo y solo él a su manera le dio. El dolor, la traición, la esperanza de una vida mejor, todo se entrelazaba con la confusión que Viktor le provocaba.—No quiero seguir tus pasos, Viktor —le dijo Alina con voz temblorosa, las lágrimas brillaban en sus ojos. Aunque intentaba mantener la compostura, su corazón no la dejaba. Ella había sido una víctima de todo esto, y lo sabía. Pero el amor, el amor que ella sentía por él, la hacía más vulnerable de lo que estaba dispuesta a admitir.Viktor la observaba con una mezcla de furia y tristeza. Los ojos de él, azules, como pozos oscuros, contenían una tormenta que se desbordaba poco a poco, sin que él pudiera controlarla. Un hombre
Pese a que habían pasado varios minutos desde que él entró en la tienda de Alina, el aire aún estaba tenso, su presencia imponente hizo que todo a su alrededor se detuviera. Alina, intentó fingir indiferencia, seguir acomodando algunos de los artículos en una estantería, y mientras él le hablaba estaba desbordada de emociones, sintió cómo el tiempo se detuvo en el mismo momento en que lo vio. Su corazón dio un vuelco, y el miedo la invadió al instante, pero también la curiosidad, la incertidumbre, cierta felicidad que rechazaba y el caos de tantas emociones reprimidas.No sabía si gritar, huir o abrazarlo. La mezcla de ira, tristeza, y amor se entrelazaba en su pecho de una manera que la dejaba sin palabras. La última vez que lo vio, pensó que era el final de todo. Pero ahora, frente a ella, allí estaba él, tan presente, tan real, como si nunca se hubiera ido.Viktor había guardado silencio, la miraba fijamente, sin mover un músculo. Su mirada era profunda, casi como si tratara de ent
El sol de la mañana se colaba tímidamente por la ventana de la tienda, iluminando las estanterías llenas de artículos de ballet, la pasión de Alina hecha negocio. La tienda era pequeña pero acogedora, y en sus ojos brillaba una determinación renovada. Habían pasado seis meses desde la tragedia, desde la creencia de que Viktor había muerto, y ella había decidido dar un paso hacia una vida más estable, aunque no menos sombría.Boris, su guardían y amigo, había estado a su lado todo ese tiempo, velando por su bienestar y el de su bebé. Había sido su apoyo incondicional, y a pesar de que los recuerdos de Viktor siempre rondaban su mente, Alina había comenzado a encontrar algo de paz en su nueva rutina.Una tarde tranquila, mientras reorganizaba un estante con zapatillas de ballet, un estremecimiento recorrió su espalda. La puerta de vidrio se abrió, las campanillas cogidas en la entrada comenzaron a sonar de manera incesante, lo normal, pensó que un visitante inesperado entró. Alina levant
Último capítulo