*CAPITULO 9: LA NIÑA*
El regreso al refugio fue silencioso.
Sarah conducía la moto vieja a toda velocidad, mientras Santi se aferraba con una mano a su cintura y con la otra al arma aún tibia.
El viento les golpeaba la cara, pero no borraba la sensación que les seguía como una sombra.
Algo no estaba bien.
Al llegar, entraron con cautela. La puerta no estaba forzada, pero el aire… el aire estaba tenso.
—Indira… —llamó Sarah con voz baja, la pistola lista.
—¡Sarah! —respondió la niña desde la cocina—. ¡Estás de vuelta!
Pero la voz sonaba nerviosa. Forzada.
Cuando entraron al pequeño comedor del refugio, vieron la escena:
Indira estaba sentada en el suelo. Frente a ella, una chica de unos doce años, delgada, sucia, con mirada feroz y un cuchillo de cocina en la mano.
La desconocida los miró como si fueran monstruos. Se levantó de golpe y empujó a Indira detrás de ella, alzando el cuchillo.
—¡No se acerquen! ¡La lastimo si me tocan!
Sarah levantó su pistola por i