*CAPITULO 11: SOMBRAS EN LA CIUDAD*
El viento golpeaba las ventanas rotas del refugio mientras Santi empacaba lo poco que tenían. Cada objeto parecía cargar con un pedazo de su historia rota, pero también con la esperanza de un nuevo comienzo.
Zarella observaba en silencio, su mirada fija en la calle desierta. A pesar del cansancio, sus ojos no perdían la alerta, como si esperara que cualquier sombra pudiera transformarse en peligro.
—¿A dónde iremos? —preguntó con voz baja, apenas un susurro.
—Conozco un lugar —respondió Santi—, un viejo taller en las afueras. No es lujoso, pero nadie nos molestará allí.
Sarah se acercó, dejando a Indira en el suelo. Sus ojos brillaban con la determinación que había descubierto en medio del caos.
—Tenemos que movernos rápido —advirtió—. Los Mendoza no son pacientes, y si saben que estamos aquí, no tardarán en llegar.
Zarella tragó saliva y por un instante dejó que la sombra del miedo la alcanzara. Pero entonces recordó las palabras de S