La noche en que Lucas estaba con su amante, Clara murió de forma trágica. La Muerte le concedió siete días para volver y cumplir su único deseo: divorciarse de Lucas. Romper todo lazo con él. Y no volver a cruzarse jamás. Ni en esta vida, ni en la otra.
Leer másDetrás del mayordomo se alineaban más de una docena de hombres robustos, con cara de pocos amigos.Mariana lo entendió de inmediato: escapar por la fuerza era imposible. Sin otra salida, bajó la mirada y regresó a su habitación, aunque por dentro ya planeaba huir por la ventana durante la madrugada.Las horas se arrastraban lentas, como si el tiempo mismo se burlara de ella.Mariana no podía estarse quieta. Caminaba en círculos, se mordía las uñas, revisaba el reloj cada cinco minutos.Una parte de ella rogaba que llegara la noche de una vez.La otra, temblaba solo de pensar que Lucas regresara antes de que pudiera escapar.Alrededor de las tres de la mañana, se acercó a la puerta. Escuchó con atención. Silencio total.Era su momento.Con manos temblorosas, anudó varias sábanas entre sí y las colgó por la ventana.Estaba en el segundo piso. La cuerda apenas rozaba el suelo, pero no había otra opción.Se deslizó por la tela como pudo y cayó al piso con un golpe seco.El dolor le recorri
"Clara, perra asquerosa. Ya estás divorciada, ¿y todavía te haces la víctima? No creas que Lucas va a tener lástima por ti. ¡Eres basura que nadie quiere!""Si yo fuera tú, no volvería a mostrarle la cara jamás. Acepta que lo nuestro es real y lo tuyo ya fue. ¡Supéralo!"Decenas de mensajes llenos de veneno. Insultos, humillaciones, burlas.Y al final una secuencia de fotos que Lucas jamás hubiera querido ver.Una tras otra, todas repugnantes.Se le cortó la respiración. Las heridas que apenas comenzaban a cerrarse, se abrieron de nuevo con una violencia brutal.Sentía el pecho apretado, como si algo dentro se retorciera sin descanso. La culpa lo estaba devorando.Con los ojos inyectados de rabia y las sienes latiéndole, Lucas siguió leyendo... forzándose a no reventar ahí mismo.Pero al llegar al final, ya no pudo más.—¡Maldita seas! ¡Lo hiciste a propósito... la destruiste a propósito!Todo encajaba ahora. Él creyó haber escondido bien su infidelidad. Pero fue Mariana, esa víbora.F
Diecisiete puñaladas...Dos meses de embarazo...Lucas abrió los ojos de par en par.Al principio solo parecía confundido, pero poco a poco su rostro comenzó a desfigurarse; cada palabra del forense le retorcía el alma por dentro.—Me apuñalaron diecisiete veces... Me dolía tanto... tanto...—¡Lucas! ¿Por qué no me creíste?Una a una, las escenas de los últimos días le estallaron en la cabeza como una avalancha sin control.Cada frase que Clara le dijo —y que él en su momento tomó por locura— ahora eran fragmentos de vidrio clavándose en su conciencia.Y entonces, algo dentro de él se quebró para siempre.Retrocedió, trastabilló, se golpeó contra una estantería y cayó de rodillas, pesadamente.Se cubrió el rostro con ambas manos, balbuceando, fuera de sí:—Clara... ¿Cómo puede ser? ¿Entonces... todo lo que dijiste era verdad? ¿Y yo...?No pudo continuar.Un grito desgarrador le salió del pecho como un animal herido. De pronto, se dio una bofetada brutal.—¡Perdóname, Clara! ¡Fui yo! ¡Y
Sobre la camilla metálica, helada y sin alma, el cuerpo yacía completamente desfigurado.La piel empezaba a descomponerse y despedía un olor tan fuerte, tan ácido, que cortaba la respiración.A simple vista, no se podía saber si era hombre o mujer.Y, sin embargo, Lucas lo supo al instante. Lo supo apenas lo vio.En el antebrazo izquierdo, aún era visible una cicatriz clara, en forma de pequeña nube.Una marca que conocía de memoria.Clara se la había hecho en el terremoto de Elarvia, hacía ya varios años.Los médicos le ofrecieron quitarla con láser, pero ella nunca quiso."Cada vez que la veo —le dijo una vez— me acuerdo de ti. De cuando me cubriste con tu cuerpo entre los escombros. Si no hubieras estado ahí, tal vez no la contaba. Esta cicatriz me recuerda que sigo viva por tu culpa."Ahora, entre tanta descomposición, esa pequeña cicatriz seguía ahí.Alguna vez significó lo mucho que él la había amado.Ahora solo le recordaba lo fácil que fue para él olvidarla.Lucas no se movió.
—¿Cómo dice? —Lucas creyó haber entendido mal.—¿No se estarán confundiendo de persona? ¡Estuve con mi esposa anoche! Además, estamos fuera del país. ¿Cómo se supone que está muerta?Del otro lado de la línea, la voz del agente sonaba paciente, pero firme:—Señor Castro, el cuerpo ingresó anoche al depósito forense. El médico legal y el equipo de criminalística ya hicieron la revisión preliminar, incluida la comparación de datos en el sistema. Todo apunta a que no hay error. Le recomendamos venir cuanto antes para hacer el reconocimiento en persona.La seguridad en el tono del agente le heló la sangre. Un escalofrío le subió por la espalda. Cuando intentó hablar, la voz ya no le respondía:—No... no puede ser. ¡Eso no tiene sentido!El agente no dijo nada más. Repitió con neutralidad la dirección y cortó la llamada.El celular se le escurrió de las manos y cayó al piso con un golpe seco. Lucas se quedó mirando sus palmas abiertas, como si esperara una respuesta.¿Clara está muerta?Si
En la habitación de lujo, los sollozos de una mujer rompían el silencio. Lloraba sin consuelo, con los hombros sacudiéndose en cada ruego entrecortado.Pero nada de eso detenía al hombre encima de ella. Al contrario, parecía empujar con más rabia, como si estuviera desquitándose con su cuerpo.No fue hasta que Lucas soltó un gruñido seco que la mujer dejó de moverse. El aire quedó denso, cargado solo con sus respiraciones agitadas.Marina se apartó, todavía con la piel ardiendo, y le dio un empujoncito en el hombro.—¡Eres un salvaje! —dijo entre risas suaves y una queja burlona—. Por poco me dejas sin aire.Lucas le respondió con un beso lento en el cuello, arrastrando una sonrisa perezosa.—Fuiste tú la que empezó, ¿o ya se te olvidó?—¡Siempre me echas la culpa! —rio ella, escondiendo el rostro en la almohada.Lucas la miró un momento, el deseo aún brillándole en los ojos. Estaba por volver a tocarla cuando una campanada retumbó en el aire: Grave y espesa. Le cayó encima como un pe
Último capítulo