Esa noche lo cambió todo para Harper. Con tan solo 16 años, estaba dispuesta a abandonar su mundo por amor, pero una tragedia cruel destrozó sus sueños y la encadenó a una vida gobernada por la culpa. Desde entonces, su madre tomó el control absoluto de su destino, moldeándola a su voluntad. Siete años después, Harper está comprometida con Dylan Coleman, un hombre al que nunca ha amado y jamás podrá amar, porque su corazón siempre ha pertenecido a Dante Coleman. ¿Que hará Harper cuando vuelva a estar frente a él?, ¿Que será más fuerte, la culpa o el amor?
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La historia que estás a punto de leer contiene lenguaje explícito, descripciones detalladas de escenas sexuales y violentas, así como temáticas que podrían resultar sensibles o perturbadoras para algunas personas. ¡NO ES UNA HISTORIA VAINILLA! Esta narración se adentra en zonas oscuras del alma humana, explora emociones crudas, relaciones complejas y decisiones que muchas veces están lejos de lo correcto. Por lo tanto, te invito a que leas bajo tu propia responsabilidad y criterio personal. He intentado abordar los temas delicados con el mayor respeto y sensibilidad posibles, pero si en algún momento te sientes incómodo, ofendido o afectado por algo en el contenido, puedes escribirme en privado o dejar un comentario expresando tu opinión. Estoy abierta a escuchar y a dialogar. Esto no es solo una historia; también es un espacio de reflexión y creación colectiva. Los personajes que habitan estas páginas no son perfectos. Cometen errores, hieren, se contradicen, actúan desde sus traumas, deseos y temores. Son humanos, profundamente humanos, con todo lo que eso implica: luces y sombras, ternura y crueldad, amor y toxicidad. Y si fueran impecables… no habría historia que contar. Quiero que este sea un espacio seguro, donde todos podamos expresarnos con libertad, sin temor a ser juzgados. Aquí se vale amar, odiar, sufrir, enfurecerse o empatizar con un personaje. Cada lector vive una historia distinta, porque cada uno la interpreta desde su propia herida o experiencia. Así que no te calles: comenta, discute, comparte tu visión. Esa interacción le da vida a todo esto. Gracias por estar aquí. Gracias por leer, por sentir, por cuestionar. 💬 Bienvenido/a. © Copyright. Yuss Palacio. Esta historia está protegida bajo derechos de autor. No se admiten copias ni adaptaciones sin antes consultar con el autor. I***a: yuss_palacio.s ────────────୨ৎ──────────── Sipnosis 2 Harper solo seguía una verdad en su vida, una que la culpa la orilló a creer: "Le quité a su hija, por lo tanto le debía una vida y solo podía darle la mía. Por eso debía obedecerla, debía acatar cada orden sin protestar". Era su pensamiento cada vez que su madre le pedía hacer algo que claramente no quería. Ella, fría y calculadora, nunca permitió que Harper olvidara su culpa. Cada mirada cargada de reproche y cada palabra cuidadosamente pronunciada eran un recordatorio constante de su culpa. Pero detrás de aquella fachada de poder, también se vislumbraba el dolor en sus ojos, un abismo oscuro que había dejado la ausencia de su otra hija. Con el paso del tiempo, su control sobre ella se convirtió en una rutina; sus palabras, en una ley que no debía cuestionar. ¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar para saldar una deuda que quizá nunca podría pagar del todo? SIPNOSIS 1 Esa noche lo cambió todo para Harper. Con tan solo 16 años, estaba dispuesta a abandonar su mundo por amor, pero una tragedia cruel destrozó sus sueños y la encadenó a una vida gobernada por la culpa. Desde entonces, su madre tomó el control absoluto de su destino, moldeándola a su voluntad.Siete años después, Harper está comprometida con Dylan Coleman, un hombre al que nunca ha amado y jamás podrá amar, porque su corazón siempre ha pertenecido a Dante Coleman. ¿Que hará Harper cuando vuelva a estar frente a él?, ¿Que será más fuerte, la culpa o el amor?DANTEDe niño, siempre creí que estaba maldito, tal vez porque mi madre murió al darme a luz y, años después, mi abuela, también en el día en que celebraba mi nacimiento.O quizás lo creía porque tenía una voz fuera de mi cabeza que me lo repetía: mi madrastra.No fue hasta que me marché de esa casa que dejé de creer en una tontería de esas. Entendí que la muerte de mi madre y de mi abuela —aunque en años diferentes, coincidieron en el día en que nací— solo fue una porquería de coincidencias de una vida que a veces, estando en el suelo, te sigue pateando.Sin embargo, también me gusta pensar que esa niña entrometida de ojos azul grisáceos fue quien rompió la maldición mientras tocaba en el piano la bella melodía de una película, cuya historia cambió a propósito.Aún recuerdo mi corazón latiendo rápido cuando la conocí. Sacó mi cabeza del agua y la vi por primera vez. Ella no era solo bonita —esa palabra es basura para describirla—, era como una luz molesta y necesaria al mismo tiempo.
Mi corazón latía con fuerza, a punto de estallar, y el temblor en mi cuerpo era inevitable. Quería abrazarlo, cerrar la distancia entre nosotros, pero sabía que no podía, que no debía.Las palabras de Isella y de mi madre hacían eco en mi cabeza, y retrocedí un paso, como si una fuerza invisible me alejara de él.Dante hizo un movimiento leve, como para detenerme; sus labios se entreabrieron para decir algo, pero el sonido se ahogó en el aire. Se quedó quieto, reteniendo lo que quería expresar, y la intensidad de su mirada me mantuvo paralizada.De pronto, una voz femenina cortó abruptamente la tensión, rompiendo con ese momento nuestro:—Hola, buenas tardes.Dante y yo giramos al mismo tiempo hacia quien había interrumpido.Ahí estaba ella, con esa sonrisa despreocupada y cálida, acompañada de dos chicas con sus uniformes de porristas, al igual que su capitana.—H-hola, Danna —la salud
—¿¡Qué!? ¡No! —negó rotundamente Melisa—. Thomas jamás haría eso.Su voz era firme, seria, y aunque trató sostener mi mirada, la apartó hacia el suelo.La angustia y el miedo se abrieron paso en mi pecho. Intenté tocarla, pero no sabía cómo, no quería lastimarla.—¿Es por eso que no viniste ayer a clases?—No, fue porque tuve que cuidar a mis sobrinos —contestó rápido.—No te creo.—Es la verdad —replicó mirándome con determinación—. Aunque tienes razón en algo. Me dolió el brazo, porque tengo el hombro dislocado. Pero fue porque estaba jugando con Jack y Peter, saltando en el trampolín y me cayeron encima esos diablillos —su tono sonaba más casual, casi relajado.Aun así, no podía convencerme del todo.—Melisa… —hablé más despacio—. No me mientas. Estoy aquí, soy tu hermana.Ella apretó los labios y sonrió un poco, tomando mis manos.—Lo sé y n
Su respuesta había dejado a mi yo de ocho añitos atónita, y creo que fue la primera vez en mi vida que sentí tanta vergüenza y felicidad al mismo tiempo. Parpadeé dos veces mirando fijamente el piano de cola en la estancia. Estaba en perfectas condiciones, como si el tiempo no hubiera pasado. El negro intenso de su color brillaba bajo la luz que se filtraba por el ventanal. Sin embargo, no solo recordé ese momento feliz de mi infancia, sino también el más doloroso, cuando perdí a mi hermana. La persona que más disfrutaba de cada nota que solía tocar. Para quien toqué desde el día en que nació, la que dejaba de llorar al escucharme y se dormía fácilmente en brazos de mamá. —¿Estás bien, querida? —preguntó Isella. Parpadeé varias veces, apartando la vista del piano. Mis ojos ardían levemente.<
Los pasillos de la mansión Coleman siempre tenían una iluminación tenue, como si la luz no pudiera alcanzar cada rincón. Ni siquiera el sol, que se filtraba brillante por los ventanales, lograba iluminarla por completo.La decoración era ostentosa. No por una cantidad excesiva de objetos, sino porque cada uno era excesivamente lujoso y estaba colocado como si fuera un trofeo. Cada jarrón, cada cuadro enmarcado en molduras doradas, las esculturas y los adornos, todos parecían exhibidos para decir lo costoso que eran.—¿Qué te parece mi nuevo retrato? —preguntó Isella con un sofisticado movimiento de la mano.En la pared más grande del salón central, colgaba un enorme lienzo. En él, ella, estaba pintada con un vestido magenta oscuro y joyas de diamantes, miraba de frente con una sonrisa apenas esbozada, como si supiera algo que los demás ignoraban.Un escalofrío extraño recorrió mi cuerpo.—Es… imponente —respondí, cuidando mi tono.Isella sonrió, pareciendo satisfecha con mi respuesta.
¿Qué hubiera pasado si ese celular no sonaba justo en ese momento?Estábamos en el cuarto piso. Melisa estaba en la azotea respondiendo una llamada y Mario y Dante hablaban de los arreglos que harían en este espacio. Yo me encontraba detrás de ellos en completo silencio, mirando furtivamente a Dante sin que lo notara. Aún podía sentir su aliento sobre mis labios o el calor de su cuerpo envolviendo el mío.—Okay, si en el tercer piso estará la zona de descanso y aquí la Stage Black, entonces esta es la que va a necesitar más arreglos —le dijo Mario.—Sí, si queremos que sea muy exclusiva y diferente a la Gold —contestó Dante—. Y quiero que sea aquí por el acceso a la azotea, podemos hacer algo muy interesante allá.Mario asintió, pensativo. De pronto se giró hacia mí.—¿Tú qué dices, Harper? —preguntó, integrándome a la conversación.Rápidamente quité los dedos de mis labios y parpadeé nerviosa.—Ah… Bueno yo… —bajé la vista—. Tal vez un jacuzzi.Mi voz salió baja, nerviosa. Pero no di
Último capítulo