Mi respiración se volvió errática mientras mis manos intentaban aferrarse a la taza de té. El líquido tibio se derramó sobre mi vestido, mojando también mis piernas.
—¡Mi amor! ¿Qué pasó? ¿Te quemaste? —exclamó Dylan alarmado, acercándose de inmediato mientras tomaba un pañuelo para ayudarme.
Me levanté bruscamente, y Dylan empezó a secarme.
—Estoy bien, ya estaba tibio —dije con rapidez, intentando sonar convincente y minimizar el accidente—. Creo que me va a dar gripe... Seguramente por eso estoy tan indispuesta.
Él me miró con preocupación, deteniéndose por un momento antes de soltar el pañuelo.
—Eso no es lo importante ahora —añadí, desviando el tema—. ¿Y por qué crees que vendrá tu hermano?
Mi voz temblaba, traicionándome, pero Dylan parecía no notarlo.
—Bueno, su hermano menor va a casarse, y eso no sucede todos los días. Creo que entiende lo importante que es este momento para mí, para nosotros —dijo Dylan con una sonrisa segura.
—P-pero la boda es en seis meses —respondí inten