(Punto de Vista de Catalina – 18 semanas de embarazo)
El 13 de diciembre amaneció helado.
Una niebla espesa cubría el mar y los viñedos como si la isla entera se hubiera escondido bajo una manta de algodón gris. El aire olía a sal, por el fuerte oleaje, la cera de las velas que los niños habían encendido en todas las ventanas la noche anterior: Anya había pedido “muchas luces” para su cumpleaños.
A las seis de la mañana ya estábamos todos despiertos.
Los niños llevaban jerséis negros con un pequeño lobo bordado en el pecho (regalo de Gia De Luca). Anya estrenaba un vestido rojo oscuro que le llegaba a las rodillas y un lazo negro en el pelo. Por primera vez parecía una niña normal… salvo por los ojos azules que brillaban demasiado cuando estaba nerviosa.
En el salón principal habían montado una mesa larga: tarta de tres pisos con velas negras y rojas, regalos envueltos en papel de luto (porque “el negro es elegante”, según Salvatore) y un cartel enorme que decía:
FELIZ CUMPLEAÑOS, ANY