(Punto de Vista de Catalina – 16 semanas de embarazo)
La fortaleza Mancini se había convertido en algo que nadie esperaba: un refugio improvisado para niños que el mundo había olvidado.
Primero fue Anya.
Después llegaron otros tres.
Un niño albanés de once años, Luan, rescatado de un contenedor en el puerto de Palermo. Tenía las manos quemadas porque lo obligaban a soldar armas.
Una niña siciliana de ocho, Rosalia, huérfana de un ajuste de cuentas entre clanes menores. La encontramos escondida en una iglesia, abrazada a una imagen de la Virgen.
Y finalmente Arben, un chico serbio de trece años que había huido de un campo de entrenamiento de los hombres de Irina. Había caminado doscientos kilómetros descalzo para llegar hasta nosotros después de ver nuestro vídeo viral (dijo que si alguien podía protegerlo de los monstruos, éramos nosotros).
Los cuatro dormían en la antigua ala de invitados, convertida en dormitorio colectivo con literas, luces de noche y dibujos pegados en las paredes