(Punto de Vista de Catalina)
Tres días después del “regalo ruso”, la fortaleza parecía un circo de lujo: Alessia seguía en su ataúd de cristal en la entrada principal (ya le habíamos puesto luces LED rojas parpadeantes y un cartel que decía «No tocar, está en modo eterno»), el vídeo había superado los siete millones de visitas y Dario había mandado imprimir camisetas con su culo pixelado que los hombres llevaban con orgullo.
Yo, embarazada de casi doce semanas, había decidido que ya estaba harta de caos y quería una noche normal.
Error.
A las ocho en punto de la tarde, los helicópteros empezaron a llegar.
Primero fue un Black Hawk negro mate que aterrizó en el helipuerto privado como si fuera suyo. De él bajaron cinco hombres y una mujer, todos vestidos de negro riguroso, con el mismo símbolo bordado en oro en la solapa: un lobo rugiendo sobre una media luna.
Los’Ndrangheta.
La mafia calabresa.
Los más antiguos, los más ricos y los que nunca, jamás, se mezclaban con nadie… hasta hoy.