Mundo ficciónIniciar sesiónCuando Sofía retoma su último año de Derecho, lo último que espera es reencontrarse con el hombre que marcó su corazón desde que era una adolescente. Alejandro Duarte, el mejor amigo de su hermano mayor. Él siempre fue el chico imposible, el hombre inalcanzable y el modelo perfecto de lo que jamás podría tener. Ahora, Alejandro ha vuelto al país convertido en un empresario poderoso, heredero de una cadena de hoteles de lujo, y a punto de casarse con la mujer perfecta. Sofía ha intentado olvidar lo que siente y enterrar ese amor que la hace sufrir. Hasta que él vuelve a verla como nunca antes lo había hecho, y lo que antes era su monkey-monkey, ahora era una mujer de casi veinticuatro años. Las reuniones familiares volvieron, las cenas elegantes y la planificación de una boda a la vuelta de la esquina, harán que Sofía descubra que hay amores que nacen para bajarte las estrellas, y que lo prohibido puede ser lo más irresistible. Porque el precio de amar a Alejandro Duarte, era uno muy alto y ella lo había pagado sin querer. Porque nunca iba a recibir nada de él, ¿verdad?
Leer másAunque el sol y el océano invitaban a la inacción, la mente de Sarah y Gabriel no podía estar completamente quieta. La absoluta privacidad de Voavah se convirtió en su cuartel general más seguro.Una tarde, mientras la brisa marina agitaba las cortinas de su habitación sobre el agua, revisaron los primeros borradores para el reportaje de la revista ¡Hola!—El titular debe ser claro —dijo Sarah, señalando la pantalla de su laptop—. Tiene que ser sobre el compromiso y no sobre el escándalo.Gabriel se inclinó sobre su hombro, inhalando su aroma a frutas y protector solar.—El amor que creció a la sombra de la crisis. Gabriel y Sarah anuncian su matrimonio exprés y su primer hijo. ¿Demasiado dramático?—Demasiado empresarial, Gabriel. Necesita corazón. Algo como: La Promesa de Madrid. Gabriel Morales y Sarah Casillas, cimentan su dinastía con una boda secreta y esperan un hijo. Eso le dice al mundo que realmente somos reales. Bueno, sin contar que en serio nos amamos.Decidieron usar sus
El sol del mediodía se colaba por los ventanales del penthouse, iluminando el acta matrimonial y la expresión de intensa felicidad que se había apoderado de Gabriel. La náusea había desaparecido, reemplazada por una concentración feroz.Sarah le entregó el grueso papel de la confesión de Antonio y el USB.—Esto lo obtuve ayer, cuando supuestamente estaba en mi reunión de Centinela. Antonio nos dio la ubicación de todas las fugas y firmó que fue reclutado por Camila, con pagos canalizados a través de la empresa de Marco.Gabriel leyó el documento con una calma escalofriante, su alegría de padre rápidamente modulada por su instinto de CEO. La traición corporativa lo enfureció tanto como la manipulación de la custodia.—Marco y Camila. Esto no es solo despecho, es un ataque planeado para adquirir Duarte a través de una crisis legal —gruñó Gabriel—. Usaron a mi hijo como el centro de su jugada.—Exacto. Y por eso no podíamos decírtelo antes. Si Camila filtraba lo del embarazo, lo usaría p
Sofía ayudó a Sarah a lavarse la cara y a recomponer su impecable imagen. El terror de Sarah era palpable, no por el embarazo, sino por la posibilidad de que todo colapsara.—Tienes que controlarte, Sarah. Si Gabriel te ve así, no solo te hará preguntas, sino que cancelará la boda por un chequeo médico. Y eso le dará a Camila el tiempo que necesita —advirtió Sofía, ajustándole el vestido.—Lo sé. Yo puedo con esto. Puedo con Camila, con Marco y con el Registro Civil. Solo necesito que me des un minuto —dijo Sarah, tomando una respiración profunda.Regresaron a la mesa. Gabriel y Alejandro apenas notaron su ausencia, inmersos en una discusión sobre la rentabilidad de las energías renovables en España.—¿Todo bien, cariño? —preguntó Gabriel.—Sí. Solo un ligero dolor de cabeza por la tensión de la boda —mintió Sarah, volviendo a su asiento con una sonrisa forzada.La cena terminó rápidamente. Alejandro y Sofía se despidieron, pero Sofía se aseguró de intercambiar una mirada significativ
Era jueves por la mañana, el día antes de la boda civil. Gabriel estaba fuera con Aranda para finalizar los últimos trámites del matrimonio y del acuerdo prenupcial. Sarah tenía la penthouse para ella sola, el momento perfecto para actuar.Sarah no confió en el proceso de auditoría de Aranda; era demasiado lento. Necesitaba la evidencia física de que Camila había reclutado al espía.Se dirigió a su despacho personal, donde activó una línea cifrada y llamó a su contacto más discreto: un ex colega de sus días en el M&A, Fusiones y Adquisiciones, en Nueva York, ahora un experto en inteligencia financiera.—Necesito que rastrees el rastro de un hombre, Antonio Garcés. Acceso a sus cuentas, cualquier pago inusual. La urgencia es extrema. Te necesito en dos horas —dijo Sarah, con su tono más frío y profesional.El contacto, acostumbrado a las peticiones imposibles de Sarah, cumplió. Dos horas más tarde, el informe estaba cifrado en su tablet.El análisis de las cuentas de Antonio Garcés rev
Sarah salió del penthouse con un ritmo frenético, pero controlado. Le dijo a Gabriel que tenía una reunión urgente con el equipo legal de Centinela, que no podía ser pospuesta. Gabriel, inmerso en la revisión final del acuerdo de cohabitación con Aranda, no preguntó demasiado, satisfecho con que Sarah estuviera cuidando de sus negocios.Pero el destino de Sarah no era una sala de juntas, sino la clínica privada de la doctora, Elena Garcia, una ginecóloga de confianza en las afueras de Madrid que valoraba la discreción.El viaje en el taxi fue un tormento, ya que manejar le era imposible en ese momento. Sarah, que podía calcular el riesgo de una adquisición multimillonaria con los ojos cerrados, no podía controlar la incertidumbre de su propio cuerpo. La ambición había sido su escudo; ahora, su cuerpo era su mayor vulnerabilidad.Un hijo. Un hijo en medio de una batalla de custodia con Camila, con un compromiso que apenas tenía 48 horas de ser público, y con el amor de un hombre que ya
El abogado Ricardo Aranda fue categórico. El anuncio público del compromiso debía ser inmediato, impactante y parecer perfecto. Necesitaban desplazar la narrativa de Gabriel Morales, empresario bajo sospecha a, Gabriel Morales, hombre de familia que prioriza el amor y la estabilidad.La elección del escenario fue el evento social más importante de la semana en Madrid. La Gala Anual de la Fundación Reina Sofía, un lugar donde toda la alta sociedad, los medios de comunicación y, crucialmente, el círculo de Camila estarían presentes.En el penthouse, mientras se preparaban, la tensión no era por el miedo, sino por la expectativa.—El plan es simple —dijo Gabriel, abotonando su esmoquin—. Entramos, damos la noticia al contacto de prensa que Aranda nos pasó, y dejamos que el escándalo social haga el trabajo legal.Sarah, vestida con un vestido de noche color esmeralda, que acentuaba su figura con una elegancia implacable, se ajustó el cabello. Miró el anillo de diamante sobre la cómoda. N
Último capítulo