Mundo ficciónIniciar sesiónMonique se elevó al cielo cuando Joshua la tomó como su esposa. Su amor por él desbordaba, tanto que ni siquiera la ausencia de su padrino pudo detener la ceremonia. Y tras la unión, su amor por su ahora esposo creció aún más. Lo que al principio parecía el prólogo de su “felices para siempre” pronto se transformó en una ilusión cautivadora, tejida con engaños y falsedades, que destrozó la realidad color de rosa que había conocido. Ahora, enfrentada a la dura verdad, Monique debe lidiar con la revelación de que el hombre que adoraba no es quien creía, sino su hermano gemelo… Jacob. ¿Y si la mentira con la que había vivido toda este tiempo era, en realidad, el cuento de hadas que siempre había deseado? ¿Será el amor suficiente para eclipsar la red de engaños que los envuelve?
Leer másMonique Castañeda redujo suavemente la velocidad de su coche cuando sonó el tono de llamada de su celular. Extendió la mano hacia el tablero para ver quién la llamaba. Una cálida sonrisa iluminó su rostro al descubrir que era su novio, Joshua, al otro lado de la línea.
No pudo evitar sentir una oleada de felicidad; así se sentía uno cuando estaba enamorado. Monique se sintió un poco como una adolescente, con las mejillas encendidas, mientras respondía la llamada de Joshua.
—Hola, amor —lo saludó, usando el apodo cariñoso que ambos compartían. Aunque él no podía verla, no pudo evitar sonreír. Le alegraba tanto que Joshua la hubiera llamado.
—Hola, amor —respondió él con dulzura.
Al escuchar su voz, Monique se mordió el labio inferior. —Mmm… ¿había algún motivo especial para tu llamada? —preguntó, percibiendo un ligero tono extraño.
—Bueno, te llamaba para decirte que tendremos que cancelar nuestra cena de esta noche —explicó con pesar.
—Oh —contestó ella, tratando de ocultar la decepción en su voz al escuchar que cancelaban la cita. Había estado esperando con entusiasmo esa noche, incluso había cerrado su tienda de mascotas antes para tener más tiempo de prepararse.
Más temprano, había rechazado la invitación de sus amigas para salir, a pesar de que la habían puesto como su primera opción. Les explicó el motivo, soportando con buen humor las bromas que le hicieron. Ellas lo entendieron, y su larga amistad le permitía distinguir perfectamente cuándo se trataba de simples bromas.
—Lo siento, amor —se disculpó Joshua—. Mamá se enteró de que mi hermano está en la ciudad por tres días, y quiere que la acompañe a visitarlo —añadió, explicando la razón de la cancelación.
—¿Tu hermano gemelo, Jacob, está aquí? —preguntó sorprendida. El hermano gemelo de Joshua, Jacob, apenas había visitado Chicago en los tres años que llevaban de relación, ya que dirigía un negocio en New York.
A pesar del éxito de su empresa, seguía siendo un adicto al trabajo. Joshua le había contado que Jacob se había convertido en multimillonario. Y aun así, cada vez que regresaba a Chicago, avisaba a su familia que no podría pasar mucho tiempo con ellos por sus compromisos laborales.
Joshua y Jacob eran gemelos idénticos, y su novio tenía razón: cuando Monique vio una foto de Jacob por primera vez, lo confundió con Joshua. Eran tan parecidos que resultaba increíble. Por suerte, la familia de Joshua no tenía problemas para distinguirlos, de lo contrario, a Monique le habría costado bastante.
—Sí, está aquí —respondió Joshua—. Mamá está molesta porque Jacob lleva tres días en Chicago y nadie se lo había dicho. Si ella no lo hubiera llamado, ni siquiera sabríamos que ya estaba en la ciudad.
Monique estaba a punto de responder cuando presenció cómo una motocicleta se estrellaba al intentar esquivar el coche de enfrente.
—¡Dios mío! —exclamó, horrorizada por el accidente.
—¿Monique, qué pasó? —oyó la voz preocupada de Joshua al otro lado de la línea. Aunque no podía verlo, sintió su inquietud y hasta imaginó la expresión de su rostro.
—Hubo un accidente —respondió, con la vista fija en la moto caída y el conductor intentando levantarse.
—Oh… —murmuró Joshua.
Monique respiró hondo. —Te llamo luego, amor. Quiero ver si puedo ayudar. —Su instinto natural de auxiliar la impulsaba a actuar.
—Está bien, ten cuidado —le advirtió él—. Llámame si pasa algo.
Ella asintió, aunque él no podía verla. —De acuerdo. Te amo —dijo.
Sin esperar respuesta, terminó la llamada y se quitó el auricular Bluetooth. Se orilló a un lado de la carretera, apagó el motor y bajó del coche apresuradamente para ayudar al hombre accidentado, que aún intentaba ponerse de pie. Parecía estar adolorido, algo que no pasó desapercibido para Monique. Al acercarse, colocó con suavidad una mano en su hombro. Él se quedó inmóvil por un instante al sentir su toque.
—¿Está bien? —le preguntó con voz llena de preocupación.
Aunque llevaba casco, levantó la vista hacia ella con unos ojos oscuros que se clavaron en los suyos.
—¿Está bien? —repitió al no recibir respuesta enseguida. No pudo evitar sentir un ligero nerviosismo, temiendo que estuviera gravemente herido.
—Estoy bien —respondió con una voz profunda, y el alivio se reflejó en el rostro de Monique.
Bajó la vista hacia su brazo y soltó un leve grito al ver un profundo corte del que manaba sangre.
—No, no está bien —replicó, frunciendo el ceño con preocupación. Un atisbo de fastidio la recorrió; si realmente estuviera bien, no estaría sangrando así. A veces los hombres podían ser tan tercos… negarse a admitir que estaban heridos no les restaba hombría.
Tomó aire y colocó con cuidado una mano en su cintura, notando que él se tensaba por un instante, aunque ella no le dio importancia. Su única prioridad era atender la herida.
—Tenemos que limpiar esa herida antes de que se infecte —dijo con tono firme, sin esperar respuesta.
Guiándole la mano para que se apoyara en su hombro, lo ayudó a caminar hasta su coche. Abrió la puerta trasera y lo ayudó a sentarse.
—Espere aquí. Voy por algo al maletero. No tardo —le aseguró antes de correr al asiento del conductor para sacar su botiquín de primeros auxilios.
Al volver, lo vio forcejeando con el casco, que intentaba quitarse mientras contenía una mueca de dolor por el brazo herido. Sus ojos se abrieron de par en par cuando, por fin, él logró quitarse el casco y pudo ver su rostro.
Al principio, lo había confundido con Joshua, pues el hombre frente a ella tenía un parecido asombroso con su novio. De no ser por la barba incipiente que le rodeaba la mandíbula, fácilmente lo habría tomado por él. Su novio siempre mantenía un aspecto pulcro y detestaba cualquier rastro de barba en su rostro.
Then she realized: Joshua had mentioned that his twin brother, Jacob, was in town. The man in front of her could be none other than Jacob. Monique looked away only when she saw him examining his injured arm, reminded to take care of that wound.
He let out a deep sigh, picked up the first aid kit, and placed it on his lap before opening it. Carefully, he took out the materials needed to clean the wound.
"Does it hurt?" he asked as he gently applied the alcohol-soaked cotton ball to the injured skin.
"No," he replied, in a deep, gravelly voice.
Monique looked up and was surprised to find him staring at her. She unconsciously bit her lower lip, a gesture she quickly regretted as his gaze dropped to her lips. She quickly looked away and focused on treating his arm. Still, she could feel the warmth of his gaze on her, though she tried to ignore it. His intense attention made her uncomfortable, but she chose to say nothing and continue with what she was doing.
Every time he winced in pain, Monique would stop for a moment and gently blow on the wound to relieve the sting. In no time, she was done treating him.
"All done," he announced, lightly patting the gauze he had just placed on her.
Looking up, he noticed a peculiar expression on her face when he smiled at her, but he couldn't decipher its meaning, so he decided to let it go.
"Be more careful driving next time, okay? You don't want to hurt yourself again. Safety first," she advised, in the same tone she used with Joshua when he was driving.
He nodded silently. “Thank you,” he replied, his deep voice resonating with firmness.
Monique couldn't help but look at his face again. He really did look just like Joshua. For a moment, she considered introducing herself as her brother's girlfriend, but quickly dismissed it. Joshua can make the introductions himself , she thought.
The man stood up, picked up his helmet, and put it on. Then he mounted his motorcycle. Before starting the engine, he gave her one last look. She raised her hand in farewell, and he nodded before starting off. A low honk of the horn signaled his departure, and Monique watched him drive off until he disappeared from sight.
When she couldn't see him anymore, she returned to her car and started the engine, wondering what to do now that her plans for the evening had been canceled.
Monique se frotó los ojos al despertar a la mañana siguiente. Al mirar a su lado, notó que su esposo Jacob ya no estaba junto a ella. Parecía que, como de costumbre, se había levantado más temprano.Nada había cambiado. Había sido así durante los últimos cinco años. Cuando él despertaba antes que ella, no la molestaba. Siempre la dejaba dormir un poco más, diciendo que quería que descansara bien. Su explicación era siempre la misma: que no quería interrumpir su sueño profundo. Aquello le sacó una sonrisa silenciosa. Permaneció unos minutos más en la cama antes de decidir levantarse. Caminó hacia el baño dentro de su habitación, se cepilló los dientes y se lavó la cara. Entonces, al mirar el anillo de bodas en su dedo, se detuvo un instante, sintiendo como si una cálida mano acariciara su corazón.Había pasado un año desde que se reencontraron, un año desde que lo había escuchado y lo había perdonado. Porque había sentido la sinceridad en su voz mientras hablaba, el dolor que llevaba d
—¿Daddy?Jacob volteó a su lado cuando Mason llamó su atención.—¿Sí, hijo? —preguntó, mirándolo a los ojos.Mason guardó silencio por un momento antes de hablar, sin apartar la vista de su padre. —¿Estás nervioso, Daddy? —preguntó.Jacob desvió la mirada hacia el parabrisas del auto justo cuando escuchó la risa de Joshua desde el asiento del copiloto. Joshua iba adelante, mientras que Jacob y Mason estaban en el asiento trasero, con un chofer al volante.—Mason, déjame responder eso por ti —dijo Joshua riendo—. Sí, Daddy está nervioso.En ese instante, Jacob tuvo ganas de regañar a su hermano gemelo, pero se contuvo. Después de todo, su hijo estaba a su lado y quería dar el ejemplo de un buen padre. Tenía que comportarse.Volvió a mirar a Mason y notó que el niño temblaba ligeramente los labios. —¿Por qué estás nervioso, Daddy? ¿No deberías estar feliz porque te vas a casar otra vez con Mommy? —preguntó con inocencia.Jacob soltó un suspiro profundo y pasó una mano por su cabello. —D
Monique se apresuró a secar las lágrimas que se habían deslizado por sus mejillas justo cuando la puerta de su habitación se abrió y su hija Maxine entró.—¿Mami? —dijo Maxine, mirándola con atención.Monique se mordió el labio inferior por un instante. Se aclaró la garganta para deshacer el nudo que sentía y respondió: —¿S-sí?En lugar de contestar, Maxine se acercó a ella y la abrazó. Monique no pudo evitar conmoverse. Intentó con todas sus fuerzas contener las lágrimas, pero siguieron acumulándose en sus ojos.—Mami —dijo Maxine al separarse del abrazo.—¿S-sí? —repitió Monique, con la voz temblorosa.Pero en vez de hablar, Maxine levantó la mano y le secó las lágrimas con delicadeza.Monique volvió a morderse el labio, intentando evitar que las lágrimas cayeran.—Por favor, no llores, Mami —dijo Maxine en voz suave—. No estamos enojados por tu mentira. Lo entendemos.—¿Q-qué? —murmuró Monique, sin comprender.—Papá nos explicó por qué mentiste, Mami —añadió Mason.Monique parpadeó
Jacob dejó escapar un profundo suspiro mientras estacionaba el auto frente a la casa donde vivía su familia. Al principio, había planeado hablar con Monique al día siguiente, pero desde que había visto a los niños más temprano en la Oficina del Director, y después de haberlos abrazado, ya no pudo esperar más. Quería hablar con Monique esa misma noche, porque deseaba que sus hijos lo conocieran como su padre. No quería seguir perdiendo tiempo. Quería presentarse ante ellos, hacerles sentir cuánto los amaba, que supieran que tenían un padre dispuesto a hacer cualquier cosa por su bienestar, alguien que los protegería y los defendería siempre.Podía sentir en ellos la ausencia de una figura paterna. En ese momento, Jacob moría por decirles la verdad, pero se contuvo. Tal como le había prometido a Monique, no quería adelantarse a ella. Quería que fuera ella quien los presentara, quien les dijera que él era su padre.Cuando logró calmar un poco sus emociones, abrió la puerta del lado del c
—¿Mami?—¿Hmm? —respondió Monique a su hija Maxine, quien intentaba llamar su atención mientras ella le cepillaba el largo cabello. En ese momento estaban en su habitación, mientras Mason, el hermano gemelo de Maxine, permanecía en la sala.—Nos llamaron a la Oficina del Director —le informó Maxine, haciendo que Monique se detuviera de inmediato. Era la primera vez que alguno de sus hijos era citado allí. Conocía bien a los gemelos: ambos eran obedientes y educados. Estaba segura de que no habrían hecho nada malo como para que los llamaran a la oficina.No pudo evitar fruncir ligeramente el ceño mientras miraba a su hija. —¿Por qué los llamó el Director? ¿Hicieron algo? —preguntó apresurada.Maxine negó con la cabeza ante las preguntas de su madre. —No hicimos nada, Mami. Mason y yo nos portamos muy bien. Te lo prometo —dijo, levantando la mano derecha como si hiciera un juramento.Monique le creyó; nunca había criado a sus hijos para que mintieran. Siempre habían sido niños responsab
—¿Monique, llamaste? —preguntó Shana cuando Monique respondió su llamada.Monique había dejado a los gemelos brevemente en la sala de su actual residencia, ocupados con su tarea. Antes de dejarlos allí, les indicó que continuaran con lo que estaban haciendo, explicándoles que necesitaba hacer una llamada. La única persona con la que sentía que necesitaba hablar en ese momento era Shana. Siempre que tenía un problema, Shana era la primera a quien llamaba. Sentía que su cabeza estaba a punto de explotar de tanto pensar, y necesitaba desahogarse.Monique respiró hondo antes de abrir la boca para hablar. —Shana, tengo un problema —dijo.—¿Qué? ¿Le pasó algo a los gemelos? —preguntó Shana, con un tono de voz cargado de preocupación. Aunque no podía verla, Monique sabía que la inquietud era evidente en su expresión.—No le pasó nada a los gemelos —respondió.Se oyó un suspiro de alivio de parte de Shana. —Entonces, ¿cuál es el problema? —preguntó.Monique cerró los ojos por un momento. —Aye





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