Monique Castaneda estacionó su coche en el aparcamiento junto al condominio de su amiga Amy. Más temprano, Amy la había llamado para pedirle que pasara por su departamento después de su turno en la tienda de mascotas. Estaba preocupada por Cinnamon, su perrita Shih Tzu, que no había querido comer últimamente y parecía haber perdido el apetito. Como Amy se había torcido el tobillo la noche anterior al resbalarse en el baño, no podía atender a su mascota por sí misma.
Sin otros planes y estando el condominio justo en su camino a casa, Monique aceptó con gusto ir a revisar a Cinnamon. Antes de bajar del coche, envió un mensaje de texto a Joshua para avisarle que acababa de llegar al edificio de Amy.
Joshua la había llamado más temprano, mientras ella seguía en la tienda, solo para saber cómo estaba. Monique le contó su plan de pasar por el departamento de Amy y el motivo. La preocupación y atención de Joshua eran algunas de las muchas cosas que ella amaba de él. Tenía todas las cualidades que Monique admiraba en un hombre, y se consideraba afortunada de tenerlo como pareja.
Después de enviar el mensaje, guardó el teléfono en su bolso cruzado, cerró el coche con el control remoto y se dirigió al edificio.
Apartó un mechón rebelde de su rostro y lo dejó caer sobre su moño algo despeinado. No tenía ganas de arreglarse el cabello otra vez, así que se conformó con su aspecto actual y sonrió para sí misma, de buen humor mientras caminaba.
Como era conocida por el guardia de seguridad del edificio, no tuvo ningún problema para entrar. Aceleró el paso al ver que las puertas del ascensor comenzaban a cerrarse.
—¡Espere! —exclamó, apurándose hacia él.
Por suerte, la persona dentro del ascensor reaccionó enseguida y detuvo las puertas antes de que se cerraran.
Con una sonrisa agradecida, alcanzó a decir: —Gracias...
Pero no llegó a terminar la frase. Al reconocer al hombre que había detenido las puertas, parpadeó sorprendida.
El pasajero del ascensor no era otro que Jacob, el hermano gemelo de Joshua. Aunque eran idénticos, lo reconoció de inmediato por la ligera barba que marcaba su mandíbula, algo que Joshua rara vez dejaba crecer. Además, vestía una chaqueta de cuero sobre una camiseta blanca, un estilo muy distinto al de su hermano.
—¿Vas a entrar o vas a quedarte ahí parada? —preguntó él con un tono impaciente, frunciendo levemente el ceño mientras la miraba.
—Oh, disculpa —respondió enseguida Monique, entrando rápidamente al ascensor. Presionó el botón del noveno piso, donde se encontraba el departamento de Amy. Echó un vistazo hacia él, esperando que seleccionara su piso, pero no lo hizo; seguía detrás de ella. Parecía que también se dirigía al mismo nivel.
Monique soltó un suspiro. Quería iniciar una conversación, presentarse como la novia de Joshua… pero prefirió no adelantarse. Le gustaba la idea de que fuera Joshua quien la presentara oficialmente a su hermano, y tenía el presentimiento de que lo haría pronto.
En ese momento, sintió su mirada fija en ella. Aunque no podía verlo directamente, percibía la intensidad de sus ojos sobre su espalda.
Mordió suavemente su labio inferior, preguntándose si debía moverse o romper el silencio, cuando de pronto el ascensor se detuvo con un sobresalto y las luces se apagaron. La oscuridad llenó el pequeño espacio, y el frenazo repentino casi la hizo perder el equilibrio.
Unas manos firmes la sujetaron por detrás antes de que cayera.
—Te tengo —murmuró él con una voz grave y profunda. Su aliento cálido rozó su cuello, provocándole un escalofrío que le recorrió la espalda.
Él la ayudó a enderezarse. —G-gracias —balbuceó ella con un hilo de voz, segura de que él la había oído.
Sin embargo, él permaneció en silencio. Monique se giró, pero la oscuridad del ascensor le impedía verlo con claridad.
—¿Qué pasó? —preguntó, intrigada por la repentina avería.
—Es un corte de energía —respondió él, su voz sonando muy cerca. Monique dio un pequeño paso hacia atrás, sorprendida por la cercanía.
Sacó su celular del bolso cruzado y encendió la linterna, apuntando el haz de luz al frente.
Jacob entrecerró los ojos cuando la luz le dio directamente en la cara, cegándolo por un instante. Monique desvió la linterna enseguida.
—Lo siento —se disculpó rápidamente. Él no respondió.
Concentrándose en la pantalla del teléfono, frunció el ceño al notar que no había señal.
—Ah, sin cobertura —murmuró con un gesto de leve frustración. Esperaba poder llamar a Amy para contarle lo que había pasado en el ascensor y pedirle que avisara al mantenimiento del edificio.
—No te preocupes —dijo Jacob con calma—. Pronto se darán cuenta de que alguien está atrapado. Suele ser su prioridad atender eso primero.
Monique levantó la cabeza, y a la luz tenue de su celular pudo ver que él la observaba. No sabía por qué, pero se sintió un tanto incómoda bajo aquella mirada, como si él pudiera leerle el pensamiento. Desvió la vista disimuladamente. Por el rabillo del ojo, lo vio dar un paso atrás y apoyarse contra la pared del ascensor, sereno, como si la situación no le inquietara en absoluto.
Monique soltó otro suspiro. Lo imitó, apoyándose también contra la pared mientras esperaban que regresara la electricidad. Miró de nuevo la pantalla del teléfono, con la esperanza de que apareciera al menos una línea de señal para poder mandar un mensaje a Amy.
Su frustración creció al ver que seguía sin conexión. Dirigió la mirada hacia el frente y notó que Jacob tenía los ojos cerrados. Aprovechó el momento para observarlo con detenimiento. Era increíble lo mucho que se parecía a Joshua: la postura, las facciones, incluso el tono de voz eran casi idénticos. Pensó que quizá la barba de Jacob era una forma deliberada de marcar su diferencia con Joshua y evitar confusiones.
—Jacob —lo llamó al cabo de un rato.
Él abrió los ojos de inmediato y la miró fijamente. Bajo la luz del celular, Monique distinguió sus ojos oscuros fijos en los suyos. Imaginó que no le sorprendía que supiera su nombre, ya que el dueño del bar los había presentado durante las disculpas por el incidente.
—¿Qué pasa? —preguntó con su voz grave y áspera.
Recordando las heridas de su brazo por el accidente en motocicleta, decidió preguntar por ellas. Aún lo tenía reciente en la memoria, y suponía que quizá no se había recuperado del todo.
Jacob no contestó enseguida. —Ya está curado —respondió finalmente.
Ella asintió. —Me alegra oírlo —dijo, y tras una breve pausa añadió—: De todos modos, gracias por ayudarme la otra noche.
Le agradeció sinceramente que hubiera intervenido en el bar. Si no lo hubiera hecho, aquel tipo podría haberle pegado y las cosas habrían terminado mucho peor.
—No tienes que agradecerme —replicó él con su voz profunda—. Tú también me ayudaste cuando tuve el accidente. Estamos a mano. —Se encogió de hombros con indiferencia.
Monique sintió un leve momento de incomodidad al notar cómo él la observaba después de hablar. Justo cuando iba a apartar la mirada, él volvió a dirigirse a ella.
—¿Vives aquí? —preguntó.
Ella tardó un poco en responder y arqueó una ceja ante su persistencia. Finalmente, negó con la cabeza.
—No —dijo—. Solo estoy visitando a alguien.
Jacob permaneció en silencio, manteniendo su mirada fija en ella. Monique pensó que la conversación había terminado, pero para su sorpresa, él lanzó otra pregunta.
—¿Estás visitando a tu novio? —inquirió con calma.
Estaba a punto de responder cuando, de pronto, la energía regresó. El ascensor volvió a funcionar, y ella apagó la linterna del celular. Pocos segundos después, el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron.
Al salir, no pudo evitar voltear. Sintió que Jacob aún no había bajado, y efectivamente, lo vio quedarse de pie dentro del ascensor, con la mirada fija en ella. Sus ojos se encontraron por un breve instante antes de que las puertas se cerraran nuevamente.
Monique se encogió de hombros y siguió su camino.