Monique se frotó los ojos al despertar a la mañana siguiente. Al mirar a su lado, notó que su esposo Jacob ya no estaba junto a ella. Parecía que, como de costumbre, se había levantado más temprano.
Nada había cambiado. Había sido así durante los últimos cinco años. Cuando él despertaba antes que ella, no la molestaba. Siempre la dejaba dormir un poco más, diciendo que quería que descansara bien. Su explicación era siempre la misma: que no quería interrumpir su sueño profundo. Aquello le sacó una sonrisa silenciosa. Permaneció unos minutos más en la cama antes de decidir levantarse. Caminó hacia el baño dentro de su habitación, se cepilló los dientes y se lavó la cara. Entonces, al mirar el anillo de bodas en su dedo, se detuvo un instante, sintiendo como si una cálida mano acariciara su corazón.
Había pasado un año desde que se reencontraron, un año desde que lo había escuchado y lo había perdonado. Porque había sentido la sinceridad en su voz mientras hablaba, el dolor que llevaba d