La tinta oscura se esparcía por el fondo crema del papel, ordenando las palabras en una caligrafía inconfundiblemente firme, tan segura y decidida como la voz que, sin embargo, se había negado a decirle estas cosas en persona.

El ritmo de su corazón se aceleró, ahogando los demás sonidos de la noche.

Aura,

Si lees esto, ya estoy lejos.Todo lo sucedido me ha enseñado una verdad, la más brutal: yo dudé de ti. Soy tan culpable y mi error fue tan grave, que la única manera de compensarlo es desapareciendo, porque soy inherentemente destructivo.

Sé lo del dinero. Sé que esos doscientos mil dólares no fueron para tu bolsillo, sino para darle luz a Lía. Yo, que he vivido en la oscuridad, te condené por la única decisión honorable que podías tomar. No hay perdón por mi soberbia, solo vergüenza. Te acusé de ser una moneda de cambio cuando tú eras el sacrificio.

Esa herida es mía, y la he cargado por demasiado tiempo. Y ahí es donde entra mi segunda verdad: tengo que irme.

Yo soy un desastre qu