Capítulo 26. La Revelación.
La penumbra del Bar El Oráculo era un velo protector para los secretos, pero también una lupa que magnificaba la tensión. Ramiro se hundió en el sofá de terciopelo, el whisky doble deslizándose por su garganta, buscando un alivio que no existía. Su mirada permanecía fija en el escenario vacío, el lugar donde, en minutos, su humillación cobraría forma.
Marcos, imperturbable, se mantenía en silencio, una estatua de lealtad y previsión.
En las sombras, cerca de los camerinos, la figura alta y delgada de una bailarina se movía como en el pasillo lateral. Era Kiara, y su humor era tan agrio como el tabaco rancio. Vesper, el "fantasma", no solo acaparaba los mejores horarios y el favor de los clientes más exclusivos, sino que también disfrutaba de un velo de intocable misterio que a Kiara le irritaba hasta el alma.
Kiara detestaba a Vesper. La detestaba por su talento, por su distancia, y sobre todo, por la escena que había presenciado días atrás: la silueta inconfundible de Ramiro, el famo