Capítulo 87. Juramento
Dante
La casa está en penumbra deliberada; la luz se guarda como si no quisiera herir los recuerdos. Afuera, la ciudad cumple con su ruido habitual, pero aquí adentro el silencio tiene peso y propósito: pesa por Sofía. Dos días antes de la boda, la familia se reúne no para celebrar, sino para sellar una decisión que ni siquiera la lluvia podrá lavar.
Entro con las botas limpias de sangre nueva y sucias de planes viejos. Me saco la chaqueta en la antesala y la dejo caer sobre una silla como si la dejara voluntariamente en el tiempo en que todavía se decide.
La mesa grande recibe la carpeta de Valeria con el respeto de quien acepta una sentencia. En el centro, una fotografía de Sofía en blanco y negro: la sonrisa rota en la mitad, la otra mitad intacta en memoria.
Alessia está en la cabecera. Su vestido, guardado, reposa en la funda sobre una butaca; la mancha endurecida en la seda es ahora insignia. Tiene la luz de quien no duerme porque sabe que el insomnio pule ideas.
A su lado, Vale