Capítulo 110. Nieve negra
Valeria
La nieve cae espesa, silenciosa, cubriendo todo con una pátina de olvido. La montaña parece un animal dormido que respira con dificultad. La verja de Villa Aurelia aparece por fin entre la bruma: hierro oxidado, faroles encendidos, un muro de aire helado entre nosotros y ellos.
El motor del vehículo se apaga. Solo queda el sonido del viento golpeando el parabrisas. Lucía revisa el panel del blackout con los guantes puestos. A su lado, Salvatore aprieta el volante como si estrangulara un fantasma. Alejandro observa en silencio desde atrás, el reloj marcando los segundos que nos quedan antes de la tormenta.
—Faltan quinientos metros —dice Lucía, su voz apagada por el pasamontañas.
—Blackout listo —añade Salvatore—. Tres pulsos y el generador caerá.
Yo asiento, sin apartar la mirada del bosque. En la pantalla térmica, la villa parece una bestia roja latiendo entre copos. No puedo dejar de pensar en Alessia, en ese parpadeo que dejó en el video: A-U-R-E-L-I-A. Un mensaje que ahora