Amira no entendía tanta amabilidad por parte de Assim. Nuevamente sabía que algo no andaba bien.
Al entrar a una lujosa tienda. Amira quedó deslumbrada ante tanta belleza. Nunca había visto tantas cosas hermosas como en ese lugar. Assim la observó con detenimiento y le ordenó:
—Toma lo que quieras. Necesito que luzcas radiante para el lugar al que iremos, y date prisa, no tenemos mucho tiempo, ¿entendido?
Luego, de dirigió a una empleada:
—Asegúrese de que mi esposa vista algo elegante. Regresare en media hora —Le entregó cinco billetes de cien dólares antes de marcharse.
Amira temblaba al pensar en vestir con elegancia. No podía evitar imaginar que Assim quería verla lucir hermosa… para después matarla. Los pensamientos la siguieron atormentando hasta que la empleada la interrumpió:
—Señorita... ¡señorita! ¿Qué le parece este vestido negro? —preguntó con una sonrisa.
Amira al ver la prenda oscura, un escalofrío recorrió su espalda:
—No... no, por favor, nada de color negro —su voz