Marcus suspiró profundamente y soltó, casi en tono de queja:
—Anoche me dijo que quiere que seas su madre.
—¿Qué? —Rubí se quedó paralizada, su cuchara detenida a mitad de camino. Miró a Marcus con el ceño fruncido, insegura de si hablaba en serio.
Pero Marcus se giró hacia Dylan y le hizo una seña con la barbilla. Efectivamente, el pequeño asintió con entusiasmo. Luego, con expresión suplicante, se deslizó fuera de su silla y corrió a abrazarse del brazo de Rubí.
—Sé la mamá de Dylan —murmuró con voz temblorosa pero decidida, frotando su cabeza contra el brazo de ella como si ya le perteneciera.
—¿Ves? No estaba mintiendo —Marcus añadió con una pequeña sonrisa divertida.
Rubí se quedó sin palabras. Soltó una sonrisa amarga, no sabía si reír, llorar… o huir.
—Rubí, cásate con papá —Dylan soltó de repente, más decidido esta vez, como si ya hubiera hecho un trato con el universo.
La mente de Rubí retrocedió a aquel día, cuando sin pensarlo lo ayudó al verlo perdido. Jamás imaginó que es