Marcus observó cómo Rubí cruzaba las puertas de la residencia Gibson. En cuanto desapareció de su vista, su expresión cambió por completo. La calidez que momentos antes adornaba su rostro se desvaneció como si nunca hubiese existido. Tomó su teléfono y marcó con frialdad.
—Gavin, ¿cómo va todo?
Su voz era gélida, carente de emoción.
—Jefe, ya no quedan dudas respecto a la identidad de la señorita Gibson. Su pasado es limpio. En cuanto a relaciones... sí, tenía un compromiso con el señor Thomson. —Hubo una breve pausa antes de que Gavin continuara—. Pero... ese hombre ya tiene una relación con su hermana, Marcia.
Los labios de Marcus se curvaron en una sonrisa helada, sin rastro de humor.
—Entendido. Escucha bien, Gavin. Si alguno de los Gibson osa intimidarla... o si ese tal Thomson vuelve a acercársele, no quiero piedad. Que lo paguen caro.
—Lo tengo claro, jefe.
Colgó la llamada sin añadir nada más. Se recostó en el asiento y cerró los ojos por un instante. La imagen de la marca de