Tras dar aquellas indicaciones, los sirvientes también inclinaron la cabeza ante Rubí. Aunque sus rostros permanecían inmutables, por dentro estaban atónitos. Ese mismo día, Gavin les había informado que el señor Maxwell traería a una mujer a la casa, pero nunca imaginaron que hablaba en serio. Y mucho menos que sería esta joven, a quien ahora veían de pie junto a él. Aun así, frente a Marcus, nadie se atrevía a levantar la vista ni a dejar que sus pensamientos se reflejaran en el rostro.
—Ella es la señorita Gibson —declaró Marcus con voz firme—. En mi ausencia, sus palabras tendrán el mismo peso que las mías. Cumplan con todo lo que diga, especialmente si se trata de Dylan. En adelante... será la dueña de esta casa.
El impacto fue inmediato. Marcus no solía hablar tanto, y mucho menos en defensa de alguien. Que hiciera semejante anuncio en nombre de una mujer los dejó atónitos. Todos sabían que el señor Maxwell evitaba cualquier contacto femenino. Su insomnio era crónico, y se agrav