—Pórtate bien y vete a dormir —susurró Marcus a Dylan, quien lo miró con ojos grandes, brillantes y llenos de confianza.
Con cuidado, Marcus llevó a Rubí a la habitación.
—¿Ella dormirá conmigo? —preguntó Dylan con sorpresa al ver a Marcus sostener a Rubí.
Marcus asintió ligeramente y lo calló con una mirada.
—¿Aún no vuelves a la cama? —preguntó con voz firme.
Los ojos de Dylan se abrieron como platos. Su rostro se iluminó de alegría mientras se tambaleaba con sus rechonchas piernecitas y se subía a la cama. Luego, movió la manta, señalando el lugar donde quería que Marcus acomodara a Rubí.
Con suma delicadeza, Marcus colocó a Rubí en la cama. La mujer probablemente había llorado hasta agotarse, pues ahora estaba profundamente dormida. Al estar en un entorno más familiar y seguro, su sueño fue mucho más reparador.
—Duerme junto a ella. Papá dormirá en el sofá —susurró Marcus a Dylan.
El niño asintió y se acostó junto a Rubí, aunque mantuvo una distancia respetuosa. Marcus se sintió i