Joaquín
Me quedé en mi escritorio, mirando la montaña de papeles frente a mí con una mezcla de frustración y agotamiento.
Todo este trabajo inútil que Ramiro me había dado era una forma de fastidiarme, pero había decidido hacerlo yo mismo, aunque fuera solo por orgullo.
Justo cuando abría otra carpeta, mi teléfono vibró sobre la mesa. Lo miré sin mucho entusiasmo, pero cuando vi el nombre de Camila en la pantalla, todo mi mal humor se disipó.
Sonreí, dejando el bolígrafo sobre la mesa, y desbloqueé el móvil.
Camila: "¿Todavía estás en la oficina?"
Yo: "Lamentablemente sí. El jefe de ventas ha decidido que soy su esclavo personal."
Camila: "Ramiro es un imbécil."
Sonreí al leer eso, casi riéndome en voz alta. Me apoyé en el respaldo de la silla y comencé a teclear una respuesta.
Yo: "Eso ya lo sabía. ¿Y tú? ¿Los niños?"
Camila: "Tranquila. Amy ya se fue a la pijamada y Nathan está en el autobús rumbo al campamento. Tengo la casa para mí."
Me recliné en la silla, imaginándola en su