Epílogo: Un gran final...
Joaquín
Siete años... A veces me cuesta creerlo.
Estaba de pie en la cocina, revolviendo con una mano la olla con chocolate caliente mientras con la otra servía los pancakes en forma de animalitos.
Mi espalda ya no era la misma de antes, el peso de tantas madrugadas, reuniones y juegos de escondidas me había pasado factura, pero no me importaba.
Hoy era un día especial.
Volvían nuestros chicos de la universidad, y esta casa, que nunca había estado realmente en silencio, iba a estallar de alegría.
—Papá... el chocolate tiene burbujas —dijo Ana Clara con sus ojos escrutadores puestos sobre la olla como si fuera inspectora de sanidad.
—Eso es porque está en su punto perfecto, princesa —le respondí guiñándole un ojo.
—¿Y lavaste los platos de anoche? —insistió ella con la misma seriedad.
—¿Tú también, Ana? —protesté sin poder evitar la risa—. ¿Qué te enseñó tu madre sobre confiar en los demás?
—Que siempre hay que revisar dos veces. —Juana la respaldó desde su silla, cruzada de brazos