Las palabras dejaron a Asteria sin aliento. Cada sílaba, cada mirada, parecía llevar consigo una profundidad que nunca había imaginado. Aunque había tratado de ignorar sus propios sentimientos, ahora no podía hacer otra cosa que enfrentarlos, sentirlos completamente.
Por un momento, ambas se quedaron en silencio, pero esta vez no era incómodo ni pesado. Era un silencio lleno de emociones no dichas, de entendimiento mutuo y de una conexión que ninguna de las dos podía negar.
Asteria finalmente levantó la mirada, con una pequeña sonrisa que iluminaba su rostro a pesar de la intensidad del momento.
—Creo que necesitaba escucharlo directamente de ti —dijo suavemente, con un leve toque de humor en su voz—. Supongo que no soy tan buena interpretando las señales.
Lysandra dejó escapar una breve risa, baja pero llena de calidez, y negó con la cabeza ligeramente.
—Tal vez no soy muy buena en enviar señales —respondió, su tono más relajado aunque aún lleno de sinceridad.
Aunqu