El ambiente dentro del bar se tornó aún más pesado.
La anciana apretó los labios, su mirada permaneció firme, pero había algo en su postura que indicaba que no estaba dispuesta a ceder fácilmente.
—Eris no está disponible en este momento —dijo con una calma medida, sin apartar la vista de Lysandra y Asteria—. Vengan en otro momento.
El silencio fue inmediato.
Lysandra sostuvo la mirada de la mujer, su expresión inmutable, pero sus ojos reflejaban una determinación que no admitía obstáculos.
—Es urgente.
La anciana no respondió de inmediato.
Su rostro seguía imperturbable, pero Asteria notó el ligero movimiento en sus dedos, la manera en que apretaba los bordes del delantal sin darse cuenta.
Las palabras de Lysandra habían creado una grieta en su resistencia.
Pero Asteria sabía que no sería suficiente.
Necesitaba más.
Así que inspiró profundamente antes de hablar, su voz manteniendo un tono firme, pero con un matiz que buscaba quebrar la barrera emocion