Mundo ficciónIniciar sesiónEn un mundo donde las apariencias son tan engañosas como la calma antes de una tormenta, Asteria y Cadmus, hermanos mellizos unidos por un pasado lleno de cicatrices, encuentran sus vidas divididas por una misteriosa desaparición. Cuando Cadmus desaparece sin dejar rastro, Asteria se embarca en una búsqueda desesperada que la lleva a enfrentar secretos que han permanecido enterrados por demasiado tiempo. Con la ayuda de Lysandra, una detective perspicaz cuyo pasado está tan lleno de sombras como el de Asteria, y Evander, el compañero leal de Cadmus, la investigación los arrastra al corazón de una red de intrigas, traiciones y oscuros deseos. Mientras Asteria navega por pistas crípticas y encuentros peligrosos, su determinación la convierte tanto en una heroína como en un objetivo.
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¿Que pasa cuando por 100 años piensas que tú mate y alma gemela está muerta.?Esto fue lo que le pasó al rey alfa Nicolás Paige de la manada luna de sombras, pero qué sí después de haberla creído muerta la encuentras trabajando en una de tus empresas y apunto de casarse con el príncipe de los vampiros.está es la historia de Nicolás y azul, que por más que pasaron los años el nunca dejo de amar a su reina azul.¿será que el lobo más temido , dejara que se queden con su único amor? o¿moverá todos su reino para recuperar la?Asteria sostuvo la mirada de la mujer, sintiendo el peso de su pregunta flotando en el aire, como un hilo invisible que las unía en una verdad aún no revelada. La noche parecía haber detenido su curso alrededor de ellas. El aire estaba frío, impregnado con la humedad característica de la ciudad. El sonido lejano de un auto cruzando la calle resonó con un eco amortiguado, pero en la entrada de la casa, el mundo se había reducido a este instante. —Sí —respondió Asteria, su voz firme pero carente de agresividad. Las luces tenues del porche iluminaban apenas el rostro de la mujer, destacando la tensión en sus facciones. Sus ojos, grandes y alerta, pasaron de Asteria a Lysandra, calculando cada movimiento. El reconocimiento en su expresión era evidente. No era una extraña. No era alguien que simplemente había abierto la puerta por casualidad. Sabía quién era Asteria. Pero la pregunta no era si la conocía. La pregunta era cómo la conocía. Lysandra avanzó un paso
El dolor pulsaba en su nuca, vibrando con cada latido como si su cuerpo aún estuviera atrapado en el instante de su caída. La primera sensación real que percibió fue el suelo frío contra su piel. Cada respiración se sentía densa, como si el aire dentro de la habitación hubiera sido filtrado por la humedad y la herrumbre de las rejas. El aroma metálico se mezclaba con algo más. Algo viejo. Algo encerrado demasiado tiempo en este espacio. Evender parpadeó lentamente, su visión aún desenfocada, mareado y muy cansado. Las sombras proyectadas por la tenue luz exterior se extendían sobre las paredes de concreto resquebrajado, delineando figuras inciertas en el entorno. Cada grieta en el cemento parecía una historia contenida en el silencio de este lugar. como si burlara. Intentó mover un brazo, pero la rigidez en sus músculos le recordó que había estado inmóvil demasiado tiempo. Cuando finalmente logró incorporarse un poco, un sonido interrumpió el peso de su r
El ambiente dentro del bar se tornó aún más pesado. La anciana apretó los labios, su mirada permaneció firme, pero había algo en su postura que indicaba que no estaba dispuesta a ceder fácilmente. —Eris no está disponible en este momento —dijo con una calma medida, sin apartar la vista de Lysandra y Asteria—. Vengan en otro momento. El silencio fue inmediato. Lysandra sostuvo la mirada de la mujer, su expresión inmutable, pero sus ojos reflejaban una determinación que no admitía obstáculos. —Es urgente. La anciana no respondió de inmediato. Su rostro seguía imperturbable, pero Asteria notó el ligero movimiento en sus dedos, la manera en que apretaba los bordes del delantal sin darse cuenta. Las palabras de Lysandra habían creado una grieta en su resistencia. Pero Asteria sabía que no sería suficiente. Necesitaba más. Así que inspiró profundamente antes de hablar, su voz manteniendo un tono firme, pero con un matiz que buscaba quebrar la barrera emocion
El viaje hacia la ciudad se sintió interminable. Las luces del camino parpadeaban contra el vidrio del auto, los faroles proyectando sombras irregulares en el asfalto mientras Asteria y Lysandra avanzaban sin apartar la vista del horizonte. El aire dentro del vehículo no era silencioso, pero tampoco estaba lleno de palabras innecesarias. Solo había un entendimiento mutuo. Un acuerdo tácito de que lo que estaba por suceder no requería conversaciones vacías ni distracciones. Asteria mantenía sus manos entrelazadas sobre su regazo, sus dedos presionándose con una fuerza que delataba su estado. Cada kilómetro que las acercaba a su destino era otro golpe contra el escudo que había construido por años, otro recordatorio de que, después de hoy, su historia no sería la misma. Lysandra, por su parte, no apartaba la vista de la carretera, pero no estaba ajena a lo que ocurría a su lado. Podía sentir la tensión en Asteria como si fuera algo tangible, algo que flotaba entr
El agua continuaba corriendo en el lavabo, el sonido llenando el pequeño espacio del baño, envolviendo a Asteria en un instante de respiro. Su reflejo en el espejo mostraba el rubor aún evidente en sus mejillas, los ojos un poco más abiertos de lo normal, como si todavía estuviera asimilando lo que acababa de pasar. Respiró hondo, intentando calmar el pulso acelerado, intentando ignorarlo. Pero fuera del baño, Lysandra seguía allí. Podía imaginarla perfectamente. Recostada contra la pared, los brazos cruzados, con esa expresión relajada pero atenta, disfrutando cada segundo de la reacción que había provocado. Asteria pasó los dedos por su cabello, como si el gesto ayudara a despejar la sensación de calor en su rostro. Pero sabía que no iba a cambiar nada. Porque Lysandra no iba a soltarlo tan fácilmente. Después de unos segundos, decidió que no podía quedarse encerrada más tiempo. No sería una victoria si se quedaba refugiada en el baño como si realmente
El ladrido del cachorro aún resonaba en la habitación, pero el momento había cambiado. Asteria respiró profundamente, permitiendo que el aire nocturno se asentara en su pecho, disipando lentamente el calor que aún sentía en la piel. Lysandra, quien había permanecido tranquila observándola, soltó una leve sonrisa antes de finalmente enderezarse y sacudir la cabeza con ligera diversión. —Vamos a dormir linda. Su tono fue suave, pero no dejó espacio para discusión. Asteria asintió, su cuerpo reflejando el agotamiento acumulado, pero también la inquietud que aún flotaba en ella. El cachorro, aparentemente satisfecho con haber sido reconocido, dejó escapar un pequeño bufido antes de acomodarse en su rincón, su pequeño cuerpo girándose sobre sí mismo antes de recostarse. Lysandra se apartó del sofá, su mirada deslizándose por la casa con la precisión de alguien que aún analizaba el espacio, aún manteniendo la guardia. Asteria la siguió en silencio, sintiendo el peso
Último capítulo