El padre de Fernando me llamó para avisarme: tenía que hacer que su hijo, el heredero alfa, regresara a casa cuanto antes. Al parecer, ya le habían elegido una pareja para un matrimonio pactado. Pero Fernando estaba a mi lado, profundamente dormido, el torso desnudo, respirando con la tranquilidad. Pensé que era una broma, así que lo empujé suavemente con el codo y solté una risa baja. —Fernando, dicen que ya te encontraron prometida. ¿Qué opinas? Él alzó una ceja, sin molestarse en abrir los ojos, y me rodeó la cintura con un gesto perezoso. —Querida, entonces acuérdate de elegirme un traje bonito, ¿sí? Confío en tu gusto. Seguro la dejas impresionada. Me quedé en silencio, los músculos tensos. Él lo notó. Abrió los ojos y soltó una risita burlona, como si todo fuera un chiste privado. —Vaya, Ofelia, ¿esa carita qué? No me digas que de verdad pensaste que te iba a hacer mi Luna. Solo somos amantes de cama, ¿no?
Leer másMi padre no aguantó más y se levantó de golpe, golpeando la mesa con la palma abierta.—¿Entonces lo que estás diciendo es que Ofelia te engañó? ¿Que toda nuestra familia te estuvo mintiendo?—Arturo es un buen hombre, nos trata con respeto. Aunque Ofelia apenas aceptó salir con él, todos en la familia lo vemos con buenos ojos.Temiendo que papá se alterara demasiado, me acerqué a él con rapidez, acariciándole suavemente la espalda.—Fernando, ya no vuelvas a hablar del compromiso de cuando éramos niños. Eso fue solo una broma de los mayores, no era en serio.—Tú misma lo dijiste. ¿Ya lo olvidaste?La reunión terminó con un silencio espeso y una incomodidad imposible de ignorar.Al salir, empezó a nevar.Apenas me senté en el coche, Fernando salió corriendo sin abrigo, con los ojos rojos como el vino tinto.Me miró desesperado.—Ofelia, lo mío con Lucía fue un simple capricho, nada más. Me dejé llevar por la novedad. Pero fue al perderte que entendí que todo lo que tenía contigo… era l
No sabía si era por la jubilación o porque el clima del tribu Y realmente era bueno para el cuerpo, pero mis papás se veían con mucho mejor semblante.De no ser porque en Navidad había que regresar para hacer el trámite de la escritura de la casa, no habrían querido volver al M.—Entonces regreso yo sola a resolverlo —dije mientras revisaba los documentos en mis manos—. Puedo encargarme perfectamente.Mis padres se miraron un momento, luego papá suspiró.—Mejor vamos todos. No nos quedamos tranquilos si te dejamos sola. Además, Alfa dijo que quiere pasar la Navidad con nosotros. Con más gente se pone bonito el ambiente.Llevaba casi medio año sin ver a Fernando.Pensar que alguna vez creí que no podía vivir sin él... y al final resultó no ser gran cosa.—¡Ofelia! ¡Mírate nada más, estás preciosa! —Luna, tan efusiva como siempre, me tomó de la mano apenas crucé la puerta—. ¡Tantos días sin vernos, te juro que te extrañé como no tienes idea, mi reina!Fernando, por otro lado, se mostró e
Esa noche regresé a casa. Después de dejar todo en orden, sentí que por fin tenía los pies bien puestos en la tierra, y cualquier cosa que quisiera hacer, podía hacerla sin dudar.No me distraje con nada más. Toda mi atención estaba puesta en comprar una casa y montar mi estudio de danza. Me tomó un mes de preparativos intensos, pero al final, toda la familia emprendimos el camino hacia una nueva vida.En el avión, mis padres no podían ocultar su alegría. A partir de ese momento, solo les quedaba disfrutar lo que venía.Y yo… haría todo lo posible por convertirme en su sostén.—Fernando quiere agregarte como contacto.—Mensaje de un desconocido: ¿A dónde te fuiste?—Mensaje de un desconocido: Escuché que te mudaste... ¿es cierto? ¿O es puro chisme?—Mensaje de un desconocido: Acéptame, porfa...Qué fastidio. Sin pensarlo dos veces, lo bloqueé.No esperaba que, media hora después, Fernando llamara usando el celular de Luna.Mi mamá me miró con incomodidad.No podía negarme, así que tomé
—Ofelia, cuánto tiempo sin verte.Lucía se colgó del brazo de Fernando como si fuera lo más natural del mundo y me regaló una sonrisa dulce, casi demasiado perfecta para no esconder algo detrás.Le devolví una sonrisa educada, dejé la copa sobre la mesa y, tras una respiración profunda, volví a centrarme en la conversación con la senpai.Por eso no noté cómo Fernando, detrás de mí, se quedó mirándome sin parpadear durante un buen rato.Llevaba dos copas de vino y todavía tenía la cabeza clara. Fui al baño a lavarme las manos y aproveché para retocarme el maquillaje.En el grupo estaban organizando una visita al profesor, al que todos seguíamos llamando así aunque ahora fuera presidente de la asociación de danza. Me había apoyado mucho cuando estudiaba, así que, por supuesto, yo también iba a ir.Cuando me aseguré de que todo estaba impecable, empujé la puerta del baño.—¿Ofelia? —Lucía apareció de repente, vestida con un vestido floreado.—Hola —respondí.Intenté pasar a su lado, pero d
Me encogí de hombros.—Cambiás el código, no contestás llamadas y encima me bloqueás los mensajes.Fernando pasó de puntitas sobre los muebles rotos, cruzó la sala y metió las verduras al refri. Frunció el ceño y se frotó la frente.—Estaba con Lucía. Si ella escucha que tú y yo seguimos en contacto, ¿qué va a pensar? No quiero que malinterprete nada…Me tembló algo por dentro.Antes, cuando salíamos, yo le pedía que me tomara en serio… pero siempre tenía algo más importante que hacer.—Nos llevamos bien. Lucía es tímida, tengo que ir con calma… y ser paciente.—Ella no es como tú. Por eso, cuando estoy con ella, no hablo con otras mujeres.Suspiró, y con una sonrisa que casi parecía sincera, me miró:—Ofelia, seguro no has comido. Voy a preparar algo, quédate a cenar antes de irte.Y, temiendo que me negara, añadió:—Solo una cena de despedida, ¿va? Hazlo por mí.Verlo moverse por la cocina me apretó el pecho. Los ojos se me llenaron.Una hora después, ya había terminado de revisar t
Esa tarde me encerré en mi cuarto.No pasó mucho tiempo antes de que regresaran mis padres.—La tribu Y queda a mil leguas —dijo mi madre con voz baja, mirándome con cautela—. Si te vas de verdad para allá, ¿y luego regresar? Se va a complicar todo.Mi padre, detrás del periódico, lanzaba miradas hacia la puerta.Me puse el abrigo.—Allá hace buen clima —respondí con una sonrisa—. Siempre han dicho que cuando se retiraran querían vivir en un lugar así.Sonreí y tomé la mano de mi madre con ternura.—Yo puedo hacer lo que me gusta. Estoy pensando en abrir un estudio de danza… —me excité al contarlo—. Y ya saben que si tengo oportunidad de presentarme o no, no me preocupa tanto.—Pero… —mi madre frunció el ceño y se quedó sin palabras—, Ofelia, tú…Miré el reloj.—Está bien, lo tengo decidido y es en serio. No tienen que preocuparse por mí, pero sí por sus finanzas.Le di un beso suave en la mejilla a mi madre.—Tengo cosas que hacer. Me voy.El solo pensar que quizá el tiempo y la dista
Último capítulo