Fui el secreto del Alfa Adrián durante ocho años. Tuvo que llegar el centenario de su abuelo para que finalmente nos llevara a nuestro hijo, Gael, y a mí al territorio de la manada. Juró que los Ancianos de la manada por fin nos habían dado su bendición. Nuestro hijo, lleno de emoción, saltaba en la cama con la medalla de campeón de su torneo juvenil de combate entre las manos. Había luchado con uñas y dientes para ganarla, solo para hacer sentir orgulloso a su padre. Pero en cuanto pusimos un pie en los terrenos de la Mansión Monteverde, lo vimos. Adrián, con los brazos enredados alrededor de una loba rubia, la besaba con intensidad. Con una sonrisa, la presentó: —Mi compañera, Sofía. Gael corrió hacia él para enfrentarlo, apuntando con el dedo la marca de mordida que tenía en mi cuello. —¡Esa es la marca que papá le dio a mamá! ¡Todos la pueden ver! Pero el Anciano Principal de la manada dio un paso al frente. Después de una mirada superficial, soltó una mueca de desprecio. —Un truco ingenioso de magia de sangre. —Dijo con frialdad. —Puede imitar el aroma, pero carece de la conexión profunda del alma que tiene un verdadero vínculo de compañeros. Cualquier lobo con experiencia puede verlo. Me giré hacia Adrián, con el cuerpo completamente paralizado. Él apartó la mirada de mí y acarició con ternura la verdadera marca en el cuello de Sofía, la cual brillaba con un resplandor plateado bajo la luz de la luna. —La Manada Monteverde no aceptará a una mestiza que ni siquiera puede transformarse. —Declaró. —La única digna de estar a mi lado es Sofía. Lo miré, y una risa amarga escapó de mis labios. Pensar que había reprimido mi propia sangre Real Alfa por un hombre como ese...
Leer másPunto de vista de Adrián—¡Tú mataste a Gael! —Adrián estaba completamente fuera de control, su lobo rugía con furia. —¡Nos destruiste a todos!Sus garras desgarraron la garganta de Sofía.El olor a sangre impregnó la habitación.—Adrián… detente… —Victoria, al ver a su hijo cubierto de sangre, volvió en sí de golpe.—¿Qué… qué he hecho…? —Adrián parpadeó, mirando sus manos empapadas de sangre.—Se acabó… todo se acabó… —El rostro de Victoria se volvió pálido. —¡Adrián, Sofía es la heredera de la manada Altamira! ¡Nunca nos perdonarán!—Mamá…—¡No es momento para hablar! —Victoria se volvió hacia Tomás. —¡Rápido! ¡Prepara el coche! ¡Tenemos que irnos ya!—¡Enseguida!Victoria sujetó a Adrián por los hombros, temblando.—Adrián, ya lo perdimos todo. ¡No podemos perderte a ti también! ¡Los Altamira estarán aquí en cualquier momento, debemos huir!En ese momento, se escucharon motores y pasos apresurados desde fuera.—¡Maldición! —Tomás miró por la ventana. —¡Son los Ejecutores! ¡Alguien
Punto de vista de AdriánTres meses después, en la Mansión Monteverde.—Firme aquí. —El representante del banco empujó los papeles de quiebra frente a Victoria.La que una vez fuera una mansión gloriosa, ahora estaba vacía, con avisos de embargo pegados por todos lados.—Es imposible… —Victoria temblaba mientras leía los documentos. —Esta es nuestra casa ancestral… ha pasado de generación en generación durante trescientos años…—Lo siento, señora. —Respondió el agente con frialdad. —Las deudas deben pagarse.Adrián se encontraba en una esquina, como si le hubieran arrancado el alma.Durante tres meses, había observado cómo el imperio de su manada se desmoronaba pedazo a pedazo.Las acciones a valor cero, las fábricas embargadas, todos los empleados despedidos.Los nobles que antes los adulaban, ahora los evitaban como si fueran una plaga.—¡Todo esto es tu culpa! —Victoria estalló de pronto, abalanzándose sobre Adrián. —¡Por tu culpa, idiota! —Lo señaló con el dedo tembloroso. —¡Te adv
Punto de vista de ElenaLa Cripta Real del Norte.Copos de nieve descendían suavemente sobre las lápidas de mármol negro.Yo estaba allí, vestida de luto, en silencio ante una pequeña tumba recién cavada.La lápida decía:"GAEL ASTORIA–HALCÓN BLANCO""2015–2023""PRÍNCIPE AMADO DEL NORTE""SIEMPRE AMADO"—Podemos comenzar. —Dije a Marcos, que se encontraba a mi lado.Un sacerdote con túnicas blancas comenzó a entonar los antiguos ritos.—Oh, Diosa de la Luna, por favor, acoge esta alma pura en tu abrazo...Cerré los ojos. Sentía una extraña paz entre el viento y la nieve.Gael finalmente estaba recibiendo el honor y respeto que merecía.—Elena.Una voz familiar me llamó a lo lejos.Abrí los ojos.Adrián se acercaba tambaleándose por la nieve, con Tomás siguiéndolo de cerca.Se veía terrible.Sin afeitar, los ojos inyectados en sangre, su abrigo negro arrugado y sucio.—Elena, por favor, déjame verlo una última vez. —Cayó de rodillas frente a la reja de hierro de la cripta.Los guardias
Punto de vista de Elena—El señor Halcón Blanco ha llegado.Me giré.Un hombre alto entró en el salón.Marcos Halcón Blanco.CEO de la corporación más grande del Norte y Alfa de la Manada Halcón Blanco.Tenía los ojos azul profundo, el cabello blanco plateado y una presencia Alfa que llenaba toda la estancia.Habíamos sido compañeros en la academia, y su manada siempre había sido la aliada más leal de la Familia Real Astoria.—Elena. —Pronunció mi nombre con suavidad. —Siento mucho lo de Gael.—Gracias por venir. —Respondí con voz firme. —Tengo una propuesta.—Te escucho.—Ayúdame a destruir la Manada Monteverde. —Dije, dándome vuelta para enfrentarlo de lleno. —A cambio, aceptaré ser tu compañera.Marcos guardó silencio durante unos segundos.—Elena, necesito estar seguro. —Dijo con mirada seria. —No quiero que estés unida a mí solo por venganza.—Esto no es solo venganza. —Lo interrumpí. —Es justicia. Adrián Monteverde usó magia de sangre para engañar a una línea Real durante ocho añ
Punto de vista de ElenaLos vientos del Norte eran fríos, pero no podían arrastrar el olor de la sangre de Gael que aún se aferraba a mí.El helicóptero aterrizó sobre la plataforma del castillo Astoria.Descendí con el cuerpo helado de Gael en mis brazos.Mi padre, el Rey del Norte, me esperaba entre la nieve.Su figura imponente era como una montaña silenciosa, inamovible.Me vio. Y vio a Gael.No hizo ninguna pregunta.Simplemente se quitó su pesada capa de piel de lobo blanco y nos envolvió con ella, apretándonos contra su pecho.—Ya estás en casa. —Dijo con voz baja y áspera.No respondí.Aferrada a Gael, atravesé el gran salón y me dirigí directamente a la parte más profunda del castillo: la bóveda de hielo.Allí hacía un frío glacial, el lugar donde la familia Real guardaba los ingredientes mágicos más preciados.Depositó a Gael con cuidado sobre una plataforma de cristal escarchado.Yació allí en silencio, como un espíritu de nieve que jamás volvería a despertar.—Elena. —Dijo
Punto de vista de Adrián—¿Qué dijiste?! —Adrián bajó del altar como un loco, con las palabras de Tomás“Gael está realmente muerto” retumbando en su mente.Sofía, sofocada por el peso de su vestido de Luna, gritaba detrás de él:—¡Adrián! ¡La ceremonia no ha terminado! ¡Espera por mí!Pero él no la escuchaba.Tomás conducía como un desquiciado por las calles nocturnas.—¡Más rápido! —Rugió Adrián, con los ojos rojos por el terror y la incredulidad.Al irrumpir en el hospital, no los recibió la luz roja de una sala de operaciones, sino un silencio ensordecedor.Adrián agarró a una enfermera de turno, la voz áspera.—Un niño llamado Gael. Fue ingresado anoche. ¿Dónde está?La enfermera, sobresaltada, revisó sus registros y lo miró con lástima.—Ese niño... fue declarado muerto. Anoche.El mundo giró.Adrián se apoyó contra la pared, temblando.—¿Y el cuerpo...? ¿Está en la morgue?—Su madre completó el papeleo esta mañana y se lo llevó. —Respondió la enfermera en voz baja.¿Se lo llevó?
Último capítulo