Eva se casa con Salvador con un acuerdo claro: él ayuda a reafirmar la carrera política de su padre y ella le da un hijo. Pero cuando una serie de malentendidos acaba con ese matrimonio, Eva es encerrada lejos de todos y todo. Después de dar a luz en medio de la nada a una niña, Eva despierta del otro lado del océano en los brazos de Mauricio, que comienza a tejer una red de mentiras. Pero luego de cinco años, bajo el nombre de Nina, Eva se encuentra con su pasado y comienza una búsqueda desesperada por descubrir la verdad. Las mentiras de Mauricio comienzan a temblar como un castillo de naipes, la realidad de Eva se torna vertiginosa y Salvador no está dispuesto a perder a su esposa una segunda vez
Leer másEva entró en el dormitorio con el corazón agitado.
Su esposo había vuelto antes de lo estimado de su última misión y las cosas no andaban muy bien entre ellos últimamente.- General – intentó llamar su atención desde la puerta del dormitorio.Pero Salvador miraba del otro lado del ventanal ante ellos.Salvo por la semana en que se casaron, no lo veía con su uniforme o parte de él.Ahora, parado de espaldas a ella, con las botas puestas, el pantalón de su uniforme y una camiseta negra que se pegaba a sus anchos hombros, se veía imponente.E incluso, inalcanzable. Como si siempre estuviera por encima de todos, y ella nunca estuviera a su altura.Aun así, Eva sintió mariposas en su estómago.Aunque no compartían mucho tiempo juntos y hablaban aún menos, en la cama él le había mostrado un mundo que para ella era tan fascinante como desconocido, y al menos en esos instantes, se permitía sentir que había más que solo papeles entre ellos.- General – insistió.Salvador volteó, pero la expresión del hombre la congeló.- ¿Sucede algo, General?- La misión fracasó – le respondióElla tardó en comprender el significado de lo que él le decía. Salvador Domoniccie era un militar de alto rango a quien se le asignaban misiones de suma importancia.- ¿Estás bien? – Eva se preocupóSalvador soltó el humo del cigarro que sostenía, directo en dirección a ella.Eva comenzó a toser, no tenía resistencia al tabaco.- Fuimos emboscados – agregó SalvadorElla quería acercarse a él, pero había una barrera entre ellos que aún no lograba saltar: ese matrimonio solo era protocolar.La intimidad entre ellos también, al menos para él.La familia de Eva necesitaba el respaldo de la familia Domoniccie para sostenerse en la política, y la familia de Salvador, quería un heredero para asegurar su descendencia.Ella quería preguntarle más, pero Salvador nunca aceptaba de buena gana sus intentos por acercarse.- Lo siento – Eva susurró- ¿Lo sientes? – repitió con ironía- Sé que debe ser difícil para ti, yo… yo… - tartamudeó – Yo no sé qué más decir – admitióSalvador se acercó al juego de sillones delante de ella, colocando una pila de papeles sobre la mesita de café- Explícame esto – le exigióConfundida, Eva leyó hoja por hoja. “Eva Larrahona” Su nombre figuraba en cada página- ¿Qué es esto? – le preguntó- Alguien expuso la ubicación de mi campamentoExponer su ubicación era igual a intentar asesinarlo, había demasiadas personas detrás de él que conspiraban para sacarlo del ejército desde que había sido ascendidoMolesto por su expresión perpleja, Salvador se apresuró hacia ella, haciéndola retroceder.Eva chocó contra la pared, pálida y con las manos temblorosas - Pero yo no fui – Eva afirmóPero Salvador la tomó por el cuello y ella sintió que un camión la atropellaba.Solía ser muy crítico con ella, pero jamás pasaba de llamarle la atención y reprenderla verbalmente cuando cometía algún error en alguna cena.Este Salvador, que se lanzaba contra ella de manera amenazadora, era completamente desconocido para ella.- En el informe que sostienes figuran todas las personas que sabían de mi ubicación – le dijo apretando los dientes- Yo no sabía – insistió Eva- ¡Mientes! – gritó contra su caraÉl no era un hombre paciente, perdió la compostura de inmediato- Salvador – sin darse cuenta, ella había pronunciado su nombre – ¡Lo juro! ¡Yo no…!- ¡General! – la interrumpió para corregirla- General – Eva intentó apartar la mano de Salvador - yo no… sabía… dónde… dónde estarías – el agarre de Salvador se hizo más fuerte y Eva tuvo problemas para respirar- Mi secretaria te pasa cada una de mis ubicaciones en tiempo real- Julieta… jamás me… dice dónde… estás – la frente de Eva se arrugó, poblándose de sudor- ¿Me estás diciendo que Julieta ignoraría mi orden? – rio, soltándola.Eva cayó al suelo, tratando de recuperar el alientoNadie desafiaría una orden de Salvador.Eva estaba sorprendida, perpleja ¿Él le había ordenado a Julieta que la mantuviera al tanto de dónde se encontraba?- General… Julieta jamás me dijo ninguna de sus ubicaciones – repitió con la voz ronca- Hay quince páginas con registros telefónicos de todos en el campamento, Julieta te llamó cada vez que nos movimos – la levantó del suelo, tomándola por el brazo para empujarla sobre el sillónEra como si Eva no fuera más que un muñeco en sus manos. En las manos de un hombre que había perdido el control- He hablado con ella, pero nunca me dijo algo así – Eva no podía hacer más que sostener la verdadSalvador tiró un sobre delante de ella, que golpeo contra la mesita con un fuerte sonido, haciéndola estremecer- Y luego de hablar con ella siempre hablas con MauricioEra cierto que Eva hablaba con el primo de Salvador, pero porque era médico mundialmente famoso, con muchos contactos y luego de más de un año de matrimonio, ella aún no quedaba embarazada.Y luego de cada llamada con Julieta, ella se sentía más y más cuestionada.La secretaria de Salvador siempre era irrespetuosa y dura con ella, como si más que su secretaria fuera su madre o algo así, y eso la llenaba de miedos e inseguridades.- Mauricio me recomendó una obstetra y me ayuda con mi tratamiento de fertilidad – le confesó - ¿Y también se ven a escondidas por eso? – Salvador señaló las fotos entre las páginas - ¿También necesitas su ayuda en la cama para quedar embarazada?- Sí, nos hemos visto, pero no fue a escondidas, tu abuelo… – comenzó a explicar- ¡Basta! – la interrumpió de nuevo, levantando una mano en su dirección Eva enmudeció- Debí saber que eras igual a tu madre – soltó, mirándola con ascoEl corazón de Eva dio un vuelco. Ella era producto de una infidelidad de su madre y cargó con esa cruz toda su existencia.Ahora, su esposo también insinuaba que ella era infiel, solo por un par de fotos sacadas de contexto y su registro de llamadas.¿Podía culparlo por juzgarla mal, con esos antecedentes?- ¿Qué más podía esperar de una mocosa como tú? – Salvador se burló de sí mismo, en voz alta- Salvador, yo no… - insistió, al borde de las lágrimas- Eva Larrahona, por lo visto, olvidaste quien soy y cómo se manejan las cosas en esta casaDesde el primer momento supo que este hombre no era una persona sencilla.Si ella lo había engañado con otro hombre, seguiría un divorcio, pero si además sostenían que ella lo había traicionado, incluso su vida estaba en riesgo en aquella casa.- ¿De dónde sacaste todo esto? – preguntó Eva con un gusto amargo.De lo poco que entendía de aquel hombre, sabía que él solo confiaba en un grupo muy reducido de personas.Pero cualquiera de ellos, la conocía lo suficiente como para saber que Eva temía y respetaba a su esposo.Nadie podría insinuar que ella le fuera infiel ni mucho menos, traicionarlo, exponiendo su ubicación y colocando su vida en peligroEs que, de todos modos, ¿A quién le vendería esa información? Eva no salía de esa casa ni hablaba con alguien más, además de Julieta, Mauricio, su ginecóloga y Sara, su acompañante.- Mi secretaria ¿Quién más? – soltó Salvador como si fuera algo obvioCon la sangre huyendo de sus venas, Eva comprendió que nada de lo que dijera podría convencerlo de su inocencia en ese momento.- Y la única verdad para ti es la que ella te dice – reflexionó Eva en voz altaSalvador la miró un largo minuto- ¡Llévenla de aquí! – gritó Salvador y dos hombres uniformados entraron a la habitaciónEva se levantó de golpe- ¿Qué harás conmigo? – le preguntó, con el labio inferior temblando ligeramente- Lo que hago con todo aquel que me traiciona- ¿Me matarás? – preguntó con un hilo de vozEl rostro de Salvador se oscureció, arrebatándola de los brazos de los hombres- ¿Crees que te liberarás de mí? – escupió, pellizcando su barbillaEl dolor la hizo llorar.- Te encerraré a dónde Mauricio jamás te pueda encontrar – Con toda su imponencia sobre ella, Salvador la condenó.Eva apretó los labios con fuerza e intentó zafarse de su agarre.- ¿Crees que te liberarás tan rápido de todo lo que me hiciste? ¡Seis hombres murieron por tu culpa cuando fuimos emboscados! – La empujó contra la puerta - Te juro Eva Larrahona que, mientras yo viva, jamás podrás poner un pie fuera de mis manos ¿Quieres correr a los brazos de Mauricio? ¡Ni lo sueñes! ¡No te dejaré ir hasta vengar a mis compañeros!- Realmente espero – susurró Eva, cuando él la soltó – que llegues al fondo de todo estoCon el estómago revuelto y ganas de vomitar, Eva se aferró a la única esperanza que latía dentro de ella: que él descubriera la verdad y comprobara que ella no tenía nada que ver con todo eso.Pero mientras tanto, como si la insistencia de Eva en su inocencia hubiera sobrepasado todos los límites de Salvador, él se giró una última vez hacia ella, con la mano levantada.El ruido de la bofetada resonó en el cuarto, sorprendiendo a todos.Pero nadie dijo nada mientras los hombres uniformados llevaron a Eva hasta una camioneta negra y se perdieron en medio de la noche.Eva miraba desde la ventana de su habitación a las personas que se acomodaban alrededor de las mesas forradas de blanco.Tenía el corazón inflado de alegría y una sonrisa llena de amor.- ¿Supiste que Marcos va a trabajar como parte del comité que evalúa a los alicantes para unirse al ejército? – preguntó sin voltear a ver al hombre detrás de ella.Ya no necesitaba confirmar que estaba allí, él estaba siempre que ella lo buscaba.- Sí, lo supe, Marcos lo contó hace dos días.- Daniela está contenta.- Él también. - Tendrá que presentarse a diario en el cuartel, pero no tendrá que salir en otra misión.- No fue su elección, en realidad… Le ofrecieron mi puesto, pero él lo rechazó así que lo mandaron allí.- Al final, fue como hacerles un favor… podrán pasar mucho tiempo juntos sin miedos ni angustias.- Marcos y Daniela son la combinación más despareja que pude conocer.- Pero se ven bien juntos.- Daniela atrapó a Marcos cansado – rio.Salvador la abrazo por detrás.- Hey, cuidado con
Durante dos semanas, se vieron casi todos los días.No estaban acostumbrados a coordinar sus rutinas así que mantuvieron la espontaneidad con la que se encontraban por sexo, solo que sin tener sexo.Las cosas iban más o menos así:Viernes, veinte horas.- Marcos ¿Quieres ver una película?Marcos fue al cine.Se saludaron con un beso rápido y ella lo dirigió hasta su sala tomándolo de la mano.- Hey espera, más despacio – le dijo.Ella sonrió: - Es que la película ya empezó.- ¿O es que me extrañaste? - ¿Quién te extraña a vos? – se burló.Sentado en la sala llena de personas y con niños gritando y corriendo alrededor, Marcos estaba extremadamente incómodo.- Cuando dijiste de ver una película, pensé que sería algo más… para adultos.- ¿Qué tiene esta de malo?- Daniela, si querías hacerme sentir mal lo lograste.- ¿Qué hice?- Una película de dibujitos… ¿Es en serio, Daniela? ¿Qué sigue? ¿Ir al parque, al carrusel?- No… me mareo en el carrusel – le respondió con seriedad mientras to
- Marcos… - Daniela lo miró con esos ojos llenos de brillo que siempre lo observaban con curiosidad y una chispa divertida, pero ese día, no había nada de eso – estos días fueron buenos, pero es momento de terminar esta amistad.No había brillo. No había chispa.Daniela hablaba en serio. Con el cuerpo rígido, Marcos se giró sobre sus pasos y salió del departamento en completo silencio.Mientras Daniela terminaba de vestirse, con cierto alivio, Marcos conjuraba en su cabeza una decena de maldiciones contra esa joven que había sacudido el piso bajo sus pies como un terremoto.Siempre se trataba de ella y sus ocurrencias y aunque estaba casando, harto, hasta la nuca de que eso, sentado en el asiento del conductor de su camioneta, en el estacionamiento subterráneo del edificio de departamentos en el que ella vivía, Marcos se sintió perdido.Se recostó contra el asiento y respiró hondo, intentando estabilizar su ritmo cardiaco.El celular en su bolsillo vibró.- Marcos ¿Cómo estás?- Lor
El teléfono de Daniela sonó dentro de su cartera.- Puedes contestar si quieres – Le dijo Lupita, concentrada en la entrepierna de Daniela.- No – respiró hondo, era realmente incómodo – Lo que sea puede esperar a que termine con esto.Con las piernas separadas y levantadas, Daniela se concentró en el techo.Era un tanto impaciente, pero estaba contenta.Llevaba un año cuidando su cuerpo, desde que había dejado a Eva en la casa de campo, todo para ese momento.Eva había reencontrado a su hija y la maternidad que Daniela apenas pudo vivir antes de perder aquel embarazo, resurgió con una fuerza que no podía siquiera enfrentar.Lo peor fue enterarse de que solo tenía dos óvulos viables para la inseminación, cuando creyó que su cuerpo podría crear vida sin ninguna dificultad. De una consulta ginecológica para confirmar que todo estaba en orden para buscar un embarazo, terminó en una ronda de especialista con un montón de indicaciones, medicamentos hormonales y dietas. Pero al fin era e
- Doctor, ¿Está seguro de esto? Lupita sentía que le temblaban las manos.- No lo habría sugerido si no fuera así – Mauricio ojeaba una planilla y habló sin mirarla.- Pero… solo tenemos dos óvulos viables para la inseminación de esta paciente… solo dos intentos.- ¿Cuál es el problema con eso? – apoyó los papeles en el escritorio y se rascó el espacio entre sus cejas.- Que nunca hice una inseminación fuera del laboratorio.- Y las que hiciste fueron exitosas.- Pero…- Lupita, estas inceminaciones son de laboratorio. – la interrumpió – Confío en tu talento y esta paciente lleva un año en tratamiento con el hospital que la transfirió aquí, lleva un año siguiendo cada una de las indicaciones que todos los especialistas le dieron, esperando este día.Mauricio se levantó para rodear el escritorio.A un metro de ella, se cruzó de brazos. - Es de los primeros pacientes que atenderemos aquí, es la oportunidad para insertarnos en el mercado local y conseguir el éxito que conseguimos en Eu
Daniela lo miraba atónita. Esa imagen, la de Marcos y ella juntos, era algo en lo que nunca había pensado.Pero ahora que lo hacía…Su respiración se volvió pesada.- ¿Qué dices? – le preguntó de nuevo.Marcos se acomodó al filo del sillón, se quitó la campera y la atravesó con la mirada.La luz cálida, la noche que los envolvía, ese cuadro en el suelo, despertando en Daniela el deseo de ser tocada, besada… poseída y los ojos de aquel hombre, la dejaron sin aliento.- Dime que al menos lo estás pensando – Marcos sonaba impaciente.Daniela asintió.Y él estalló en una carcajada.- ¡Te lo creíste! La expresión de Daniela se congeló.- ¿Qué?- Era una broma – le explicó Marcos, agarrándose el estómago con ambas manos, muerto de risa – Algún día me cobraría las que me has hecho.Daniela respiró profundamente.- Y yo que me había ilusionado… - suspiró.Marcos se detuvo.- No me digas que ibas a responderme que sí.- Sí.- ¡Mientes! – se acomodó de nuevo en el sillón, sorprendido.- ¿Por q
Último capítulo