Entre sueños, Nina sintió que esa cama era su cama y que el aire fresco que se colaba, era igual de reconfortante que siempre.
Estaba tan cómoda que no se dio cuenta de Salvador, parado a su lado.
Ella podía dormir con la calma de quien no sabe ni entiende lo complejo de una perdida, pero Salvador no podía pegar ojo.
Era un hombre frío y meticuloso, que se mantenía distante de todo y todos y que, en su mente, repasaba cada detalle como si fuera una biblioteca humana, decodificando información y agregándola en orden. Para él, todo suceso, era una lista de hechos que ordenar cronológicamente.
Por otro lado, era incapaz de callar, y le había ordenado al mayordomo que separara a Nina y Mauricio para poder enfrentarla…
Parado allí, pensaba qué le diría y repasaba:
Uno, Eva no murió. Dos, Eva está viva
Podían parecer las dos caras de la misma moneda, pero eran dos situaciones que le planteaban cuestiones completamente diferentes.
Tres: Había alguien igual a ella
Cuatro: Nina tiene una histor