Mundo de ficçãoIniciar sessãoNueva Genesis fue el nombre que le pusieron a ese país, pues fue uno de los primeros en dejar la cacería de demonios, donde eliminaban a las personas que nacían con habilidades, pues sabían que en un futuro podrían volverse un problema, después de décadas empezaron a aparecer seres algo poderosos los cuales ayudaban a las personas a su manera, algunos abusaban de sus habilidades creando algo de caos y otros sólo se escondían por miedo. La historia gira en torno a Ino la cual conforme crecía fue descubriendo las habilidades que tenía, ella después de ver la naturaleza oscura y retorcida de la humanidad, tendría que elegir a que bando al cual ayudar y apoyar, pues sus padres eran humanos pero su naturaleza era la de una princesa demonio.
Ler maisEn el país llamado Nueva Génesis existía una gran adivina, capaz de ver el futuro. Pero al cobrar una gran cantidad de dinero por sus servicios, solo la gente rica acudía a ella. Sus predicciones siempre se cumplían. Muchos iban donde ella para evitar tragedias o aumentar sus fortunas, aunque la mayoría solo quería saber qué les depararía el futuro a ellos o a sus familias.
Un día, un hombre rico fue a verla, pues había escuchado que sus predicciones eran infalibles.
—Dime qué le pasará a mí y a mi familia en el futuro.
La adivina, preocupada, respondió:
—Una gran desgracia se acerca a ti y a tu familia. Lo perderás todo.
El hombre, sorprendido y angustiado, no podía creerlo. ¿Cómo era posible que todo lo que habían conseguido sus antepasados y él se perdiera así?
—Dime, ¿cómo perderé todo?
—Tu hijo será el causante. La forma en que lo crías provocará esta tragedia.
Él no parecía preocupado, sino más bien molesto.
—¿Hay algo que pueda hacer para evitar esta tragedia?
—Como te dije, la forma en que lo crías causará esta tragedia.
Molesto, se marchó. No creía en lo que ella había dicho.
Cuando pasó la siguiente persona, al verlo salir enfadado, preguntó a la adivina:
—¿Cuál era la razón para que él estuviera así?
—Lo perderá todo, al igual que tú.
—¿Qué?
Se sorprendió al escuchar eso.
—¿Cómo que lo perderé todo?
—Sí, así es. Y los causantes serán tus hijos.
No lo podía creer. La adivina, quien le había ayudado a incrementar aún más su fortuna, le decía que lo perdería todo.
—¿Es una broma, verdad?
—Me gustaría que lo fuera, pero solo veo caos, desgracia y desesperación en el mundo.
Muy preocupado, preguntó:
—Dime qué puedo o debo hacer para evitar esta tragedia.
—Educa muy bien a tus hijos. Dales fuerza y prepáralos para el futuro.
—¿Eso es todo?
—Lo siento, pero es todo lo que sé. Mi hora ha llegado.
—¿Cómo que tu hora ha llegado?
—Así es. Hoy, antes de la medianoche, alguien me matará.
—No, no lo permitiré.
Él le guardaba cariño. Ella lo había ayudado mucho, incluso lo había sacado de algunas crisis en el pasado. No iba a permitir que algo así ocurriera. Se fue y empezó a hacer algunas llamadas.
Mientras tanto, todos los que entraban y preguntaban por el futuro reaccionaban de distintas formas: algunos no lo creían, otros se molestaban, y algunos se preocupaban.
Muchos ricos, gente poderosa y peligrosa, le tenían gran respeto. Algunos le debían mucho por la ayuda recibida en el pasado. No permitirían que algo así sucediera. Era hora de devolverle el favor.
Todos se reunieron y decidieron llevarla a un lugar seguro: un búnker subterráneo. Contrataron guardaespaldas profesionales, personas con habilidades especiales y algunos mercenarios.
Muchos creían que, si ella sobrevivía hasta el día siguiente, la profecía no se cumpliría.
La dejaron en un cuarto especial. La única forma de llegar allí era atravesando a todos los guardaespaldas, expertos y mercenarios.
Las horas pasaban y nada ocurría.
Todos estaban algo tranquilos. Solo faltaban 22 minutos para la medianoche.
De pronto, algo pasó.
Las alarmas comenzaron a sonar. El lugar estaba bajo ataque.
Rápidamente llamaron para preguntar quiénes estaban atacando.
Desde la sala de seguridad, observando las cámaras, alguien gritó:
—¡Son seis! ¡Son seis! Están tratando de entrar, pero no pueden.
Estos seis lanzaban ataques: fuego, rayos, e incluso golpeaban la puerta usando sus armas de caos.
—¿Qué? ¿Cómo que solo son seis?
—Algunos tienen armas de caos nivel 2 y 3. El líder es de nivel 4.
Nota: Las armas de caos son una especie de tentáculos duros como el metal. Al final del tentáculo pueden tomar muchas formas: grandes martillos, cuchillas, lanzas, manos, etc. También pueden transformarse en alas para volar y atacar. El nivel se basa en la cantidad de tentáculos que poseen.
Algunos reían. Eran más de 200, y los atacantes solo seis. Aunque lograran entrar, no tendrían muchos problemas para vencerlos, pues algunos también tenían armas de caos.
—No puede ser... Esto no es posible... ¡Apareció otro más!
Por sus ojos carmesí, dientes y garras afiladas, no había duda: era un demonio. Pero lo que más los asustó fue ver que superaba el nivel máximo.
—Es un... demonio nivel 7.
Hubo un breve silencio.
—¿Qué? ¿Un demonio nivel 7?
—Sí. Es una mujer de nivel 7.
De pronto se empezaron a escuchar ruidos.
—¡Alerta, alerta! La puerta está empezando a romperse. Repito: la puerta se está empezando a romper.
—¿Qué? Eso es imposible. Son puertas gruesas de metal. Se necesitaría una...
—¡Alerta, alerta! Los intrusos han entrado. Repito: los intrusos han entrado.
Al escuchar eso, algunos empezaron a preocuparse.
—¡Al diablo con esto, yo me largo!
Muchos estaban asustados y pensaban huir.
Los ricos, que observaban desde las cámaras, gritaron:
—¿A dónde van? ¡Hicieron un trato!
Algunos, molestos, respondieron:
—¡Al diablo con esto! ¡No nos dijeron que pelearíamos contra algo como eso! —dijo alguien.
—Sí, es cierto —dijo otro preocupado.
—No vale la pena —dijo asustado otro.
—Escuchen, solo faltan dieciocho minutos. Les pagaremos el doble… no, el cuádruple. ¿Qué les parece? —dijo uno de los ricos, algo preocupado.
—¿El cuádruple? —dijeron muchos sorprendidos.
Todos al escuchar eso se motivaron. Además, para llegar donde estaban ellos, los intrusos debían atravesar una puerta el doble de gruesa que la principal. Todos empezaron a prepararse para atacar.
Cuando los intrusos llegaron a la puerta, comenzaron a golpearla como al principio. Después hubo un silencio. De pronto se escuchó un golpe tan fuerte que hizo temblar la puerta.
Solo faltaban once minutos para la medianoche.
Los segundos pasaban y el demonio seguía golpeando la puerta. Después de dos minutos, la puerta empezó a doblarse por los constantes golpes en el mismo lugar. Sabían que muy pronto los intrusos entrarían, así que comenzaron a preparar granadas de hielo, rayo y fuego.
Cuando se abrió un agujero en la puerta, todos comenzaron a disparar y lanzar granadas de hielo para congelarlo. Pero el arma de caos se encendió en llamas, impidiendo que pudiera ser congelada.
El demonio usó sus armas de caos para abrir aún más el agujero y permitir que sus compañeros pudieran entrar. Cuando el agujero fue lo suficientemente grande, retiró sus tentáculos y entró rápidamente.
Usando sus siete tentáculos, los transformó en alas con plumas. Estas plumas salieron disparadas como proyectiles. A medida que cada pluma puntiaguda era lanzada, se regeneraba rápidamente y volvía a dispararse.
Después de unos minutos, el lugar quedó en silencio. Fue una masacre. Las plumas eran duras como el metal y tenían casi la forma de un kunai, pero no duraban mucho tiempo. Una vez lanzadas, después de veintidós segundos empezaban a desaparecer, ya que eran creadas con energía o mejor dicho maná.
Al ver que aún quedaban algunos con vida, quienes habían sobrevivido gracias a las armas de caos que usaron para cubrirse, él sonrió y dijo:
—Mátenlos y suban de nivel con sus almas.
Rápidamente, los seis se lanzaron sobre ellos y comenzaron a devorarlos.
Los ricos que aún podían ver gracias a que sus cámaras no fueron destruidas por completo, suplicaban:
—¡Espera, por favor no lo hagas! ¡Te daremos millones, pero por favor no lo hagas!
Ella no los escuchó y fue directo hacia donde estaba la adivina.
La adivina, que había visto todo desde su cuarto, dijo:
—Sé que haces esto por venganza contra la humanidad, que te arrebató todo en las persecuciones… o mejor dicho, en la cacería de demonios. Pero si lo continuas este camino, tú también morirás.
Ella rompió la puerta y entró. Molesta, con una sonrisa, dijo:
—No me importa si muero. Solo quiero que todos sientan lo que yo sentí en el pasado.
Acto seguido, atravesó a la adivina con una de sus armas de caos y sacó un pequeño frasco donde guardó algo.
Lo que dijo la adivina fue cierto: ella murió antes de la medianoche, faltando exactamente dos minutos.
Todos los que la querían y respetaban le hicieron un funeral especial. La vistieron con seda y joyas muy valiosas. Su ataúd era de oro puro, y llorando se despidieron de ella.
Al día siguiente, solo algunos decidieron creer en la profecía. La mayoría se negaba a aceptar que lo perderían todo.
Los que sí creyeron comenzaron a educar a sus hijos desde pequeños. Muchos les quitaron gran parte del dinero para que aprendieran a valorarlo, cosa que no les gustó nada a los hijos. Algunos guardaron una parte por si algo ocurría: unos lo depositaron en bancos, otros compraron oro y plata. Pero la mayoría decidió continuar como si nada hubiera pasado.
Un hombre rico, dueño de la mayoría de granjas de producción de leche y carne de vaca del país, estaba preocupado por la profecía. Conocía a la adivina y no podía creer que sus granjas, fábricas y productos como carne, leche, helados, queso, mantequilla, yogur, etc., fueran a desaparecer.
Pensó en hacer algo para evitar la tragedia. Tenía dos hijos y una hija. Por precaución, decidió educar a uno de ellos y darle el 40 % de todo, mientras que los otros dos recibirían un 30 %.
Esperó algunos años para ver quién de los tres estaba interesado en el negocio familiar.
Cuando sus hijos —Lucía (14), Mario (15) y Adrián (17)— cumplieron edad suficiente, los puso a prueba.
—Escuchen, ya que es Navidad, hoy podrán elegir dos regalos de este lugar.
Todos estaban emocionados, aunque algo molestos por la reducción del dinero que recibían cada semana, pues cada semana desde el día de la muerte de la adivina empezaron a recibir menos dinero.
Mario vio que había muchas cosas: un auto, tres celulares, tres laptops, tres consolas de videojuegos, tres PC Gamer, tres boletos de avión para destinos turísticos, tres tarjetas de crédito con saldo de 100,000 dalias (10,000 dólares), y muchas otras cosas.
Mario fue directo hacia los equipos tecnológicos de último modelo. Estaba indeciso: ¿una PC Gamer, una consola, una tarjeta de crédito, un celular, un boleto para viajar?
Mientras tanto, su hermano y hermana peleaban por ver quién se quedaría con el auto.
Mario decidió mirar bien los objetos antes de elegir. Mientras lo hacía, vio que había tres terneros.
Se acercó a ellos. Le parecieron adorables, como peluches gigantes, con un pelaje extremadamente suave.
Había tres tipos: uno totalmente café con la nariz oscura, otro blanco con manchas café, y el último completamente blanco.
Mario comenzó a acariciarlos. El ternero café lo lamió.
Mario sonrió y se alejó.
Fue donde estaban sus hermanos y vio que Lucía había ganado. Ella festejaba mientras Adrián estaba enojado por haber perdido.
Mario fue donde su padre y preguntó:
—¿Qué hacen esos terneros aquí?
—Casi lo olvido. También pueden elegir uno si desean —respondió su padre—. Adrián, ¿por qué no eliges uno? Estoy seguro de que cuando crezca podrías venderlo y comprarte un auto con ese dinero.
—¿Criar un ternero? Me tomaría como dos años para engordarlo. No estoy interesado en eso. Además, mamá me dijo que me compraría un auto cuando termine la preparatoria —dijo Adrián, molesto.
Su padre estaba algo decepcionado. Le había enseñado tanto sobre la crianza de animales, pero al final descubrió que Adrián quería abrir una empresa textil, algo que no le gustaba mucho. Esperaba que eligiera un ternero y cambiara de idea para que se encargara del negocio familiar.
Después de esa decepción, fue donde estaba Lucía y le dijo:
—Lucía, ¿por qué no eliges un ternerito? Son muy lindos.
—No, gracias. No me gustan los animales —respondió ella.
Su padre se sintió aún más decepcionado.
Mario preguntó:
—¿Qué pasará con esos terneros si nadie los elige?
Antes de que su padre pudiera responder, Adrián —quien había elegido la PC Gamer y un boleto para viajar a cualquier lugar, pues quería visitar el país de Eris y conocer a las famosas súcubos— dijo:
—Lo más seguro es que vuelvan a la granja, donde serán engordados… y después se convertirán en chuletas.
—¿Chuletas?
Mario se asustó al escuchar eso. No podía permitir que ese ternero hermoso y bonito se convirtiera en chuletas. Pero también quería llevarse otra cosa además de la PC Gamer.
Estaba indeciso. Pensaba qué hacer.
Su padre, en silencio, pensó:
—No me decepciones tú también… Vamos, elige al ternero.
Después de pensarlo unos segundos, Mario dijo:
—Me llevaré una PC Gamer… y el becerro café.
Su padre, al escuchar esas palabras, se puso feliz. Tal vez había fracasado enseñándole a Adrián sobre el negocio familiar por ser su primogénito, pero esta vez se aseguraría de que Mario siguiera sus pasos. En caso de que la profecía se cumpliera, él estaría preparado.
Mario se acercó al ternero que había elegido, lo acarició y dijo:
—Desde ahora te llamarás Rex… y no dejaré que te conviertan en chuletas.
Al día siguiente, Mario decidió vender la granja. Quería pasar más tiempo con Cecilia y cuidarla después de casarse. Pero Ino quería quedarse con la granja.Mario no estaba tan seguro de dársela. La primera vez que la llevó allí, los animales de engorde se asustaron tanto que uno escapó. Ino lo persiguió y, al alcanzarlo, se lanzó sobre él como un tigre. El animal terminó desmayado del susto.Mario la convenció de que se dedicara solo a la confección. Heredaría las fábricas y la fortuna que le dejó Adrián, su verdadero padre. No tendría tiempo para administrar una granja. Ino dejó de insistir. Después de pensarlo, Mario tenía razón.Esa misma tarde, Karma visitó a Cecilia. Manipulando su rostro, le devolvió su apariencia. También le informó que su clon le enviaba la mitad del dinero de la familia que la maltrató. Le pidió que viviera feliz, igual que ella, y que no lo contactara más. No quería recordar nada de esa familia.Esa noche, la santa visitó a Ino. Le contó todas las habilidade
Para Ino, aquello era una buena noticia. El ser llamado “el guardián” no mentía. Si alguien rompía la promesa, moriría al instante. Así que ahora estaba segura: sus padres estarían a salvo.Ino les dio su sangre con esa autoridad. Después de eso, Seven y Malty se retiraron.—Bien, ya todo está resuelto. En ese caso, me retiro, joven Redsy —dijo el guardián, antes de abrir un portal y desaparecer.—Ya que se resolvió… ¡vamos a comer y festejar! —dijo Yuno, mientras el oro dorado la cubría por completo—. Qué bien se siente estar rodeada de oro. Vamos, no se contengan… dejen salir su naturaleza.Ino sacó sus armas de caos: tentáculos con cabezas de serpientes de dientes afilados. Mientras ella comía, sus serpientes también devoraban. Todos se sorprendieron al ver que Ino y sus armas se comían incluso los platos… como si fueran galletas.—Eso es interesante —dijo Yuno, fascinada—. Veamos cuánto puedes comer… Ino, ¿qué tal si apostamos?—¿Qué apuesta? —preguntó Ino, interesada.—Si puedes
Al día siguiente, después del desastre de la cena, Karma estaba molesto. Reunió a Aida e Ino en la sala de profesores durante el recreo.—Escuchen, Aida, Ino… hablé con Redsy esta mañana. Dijo que el problema con Seven es más complicado de lo que pensábamos. Tiene negocios con Yuno, la representante de la avaricia. Redsy pidió que acompañemos a Ino en caso de que las cosas no salgan bien. Nos reuniremos con Seven, Yuno y Redsy esta noche.—¿Por qué debería ir yo? ¿No sería suficiente que tú vayas con ella? —dijo Aida, molesta por tener que ver de nuevo a Redsy.—¿Vas a dejar sola a tu aprendiz? —respondió Karma, molesto.—Maldita sea… está bien. Los acompañaré —dijo Aida, resignada.Ya en la noche, Karma abrió un portal y los llevó a una gran sala con una mesa redonda repleta de comida. Allí estaban Yuno, Redsy y Seven. Los tres estaban acompañados.Karma se sintió incómodo al ver a la acompañante de Seven.Ino se sentó entre Aida y Karma, lista para ser protegida si las cosas se salía
—Hee… se llama… —dijo Ino, nerviosa.—Esa información es privada —interrumpió Aida rápidamente, sonriendo.—Ya veo —dijo Redsy, sonriendo—. Ahora que lo recuerdo, Karma me dijo que querían que eliminara a Seven, ¿verdad?—Sí. ¿Lo vas a hacer? —preguntó Ino, mientras llegaba la comida—. Sigan trayendo más, por favor —añadió, comiendo feliz.—Sí, pero a cambio… me encantaría tener una cita con usted, señorita Aida —dijo Redsy, sonriendo.—Lo siento, pero estoy casada —respondió Aida, molesta por dentro, aunque manteniendo la sonrisa.—Solo es una cita —insistió Redsy—. Incluso puede llevar a su hija. Ella podrá comer todo lo que quiera.—¿Más comida? —dijo Ino, interesada.—Lo siento, pero estaré ocupada —dijo Aida, cada vez más molesta ante la insistencia.—Pero aún no te he dicho el día —dijo Redsy, sonriendo.—Karma, dile a tu amigo que me deje en paz —dijo Aida, molesta.—Redsy, creo que es mejor que no insistas —dijo Karma, preocupado.—Ya dejemos de jugar. Sé que no estás casada.
—Dime, Ino… ¿ya puedes ver la barra de amor? —preguntó Aida, sonriendo.—¿Barra de amor? ¿Qué es eso? —dijo Ino, confundida.—Es un medidor de afecto, por así decirlo. Mientras más alto sea, más amor siente una persona por otra. Puedes ver cómo sube o baja dependiendo de con quién esté —explicó Aida, con una sonrisa.—Muchas gracias por la información, Maestra Aida. Ahora seguiré con lo que tenía planeado —dijo Ino, sonriendo.—Espera un momento, Ino —dijo Aida, deteniéndola—. Dame esas cartas de odio que recibió Koizumi.—¿Qué? —dijo Ino, sorprendida.—Lo siento, Ino. No puedo permitir que castigues a otros estudiantes. Eso es trabajo de los maestros. Así que… dame esas cartas —dijo Aida, extendiendo la mano.Ino, algo molesta, se las entregó.—Bien. No te preocupes, nosotros nos encargaremos —dijo Aida, con una sonrisa.—En ese caso, volveré con Koizumi y Azuma —dijo Ino.—Ino, si no te importa… quisiera acompañarte a esa invitación —dijo Aida.—¿Por qué quiere ir? —preguntó Ino, co
Ino estaba sola en el hospital, sentada al lado de Mario. Había decidido ir sin Erika. Se dio cuenta de que, en vez de ser una ayuda, Erika sería una carga. Al fin y al cabo, solo era humana. Sus manos eran rápidas, sí, pero no lo suficiente.—¿Qué se supone que debemos hacer? —pensó Ino—. ¿Debemos decírselo?—Yo creo que no —respondió Jubi desde su mente—. Eso podría preocupar a Cecilia… y afectar al bebé.—Necesitamos más poder —dijo Ino, preocupada—. ¿Viste cómo dejaron a Karma y a la santa?—Si abandonas tu humanidad, serás más fuerte. Incluso más que Karma —susurró Jubi.—No lo haré. Lo guardaré como último recurso —respondió Ino, molesta.—No te preocupes, Ino. Cecilia está bien. Solo es un chequeo. Cuando salga del hospital, iremos a celebrar que está embarazada. Podrás comer todo lo que quieras.Mario pensaba que Ino estaba preocupada por el desmayo de Cecilia. No sabía nada de lo que había pasado en su casa.—Sí… vamos a celebrar —dijo Ino, fingiendo una sonrisa.En otro luga
Último capítulo