Cap. 2 Preparación.

Pasó el tiempo, y el padre de Mario comenzó a enseñarle cómo funcionaba el negocio familiar. Le mostró todo: la crianza, el engorde y el inevitable final. Siempre lo comparaba con su hermano Adrián, esperando que eso lo motivara a esforzarse más.

Mientras tanto, Lucía y Adrián continuaban sus vidas como siempre: gastando dinero, saliendo de viaje, aunque con menos frecuencia, ya que el dinero semanal que recibían se había reducido considerablemente.

El padre les permitía seguir gastando, incluso cuando llegaban a deberle al banco. Los perdonaba con una sola condición: debían seguir estudiando y sacar buenas notas.

Sus hijos le mostraban sus calificaciones, que eran excelentes. Pero lo que él no sabía era que, en su mayoría, esas notas las habían conseguido haciendo trampa o sobornando.

Pasaron dos años, y el ternerito ya había crecido lo suficiente. Ahora era un toro grande, fuerte y sano, con un peso aproximado de 745 kilos.

Mario descubrió que el ternero que había elegido era un Fluffy Cow, conocido como “vaca de peluche”, usado principalmente en concursos. Descubrió que esta especie era muy rara y valiosa, llegando a valer entre 4 y 5 millones de dalias. Se sorprendió aún más al saber que el ejemplar más caro se había subastado por 7 millones de dalias (700 mil dólares).

Lo había elegido simplemente porque le parecía hermoso y adorable, sin saber el valor que tenía.

Mario estaba cepillando el pelaje de Rex, como siempre lo hacía. Su padre lo observó desde lejos y supo que había llegado el momento de la prueba. Una prueba que él también había enfrentado cuando era joven.

Se acercó a Mario y, con una sonrisa, le dijo:

—Lo hiciste. Lo criaste muy bien. Ahora dime… ¿qué harás con el toro?

Mario sabía exactamente a qué se refería. En esos dos años había aprendido mucho sobre el ciclo completo de los animales: crianza, engorde… y el final o mejor dicho matadero. Al principio no le gustaba, pero entendió que era una necesidad para que los humanos puedan consumir carne.

El mundo aún se recuperaba de la escasez de carne y alimentos provocada por los semihumanos.

Nota: Los semihumanos fueron creados para ayudar en la cacería de demonios. Pero al ser mitad humanos y mitad animales, facilitaron la transmisión de enfermedades. Muchas personas enfermaron, pero los más afectados fueron los animales. Esto provocó una crisis alimentaria, elevando el precio de la carne y productos derivados. Aunque al principio se sobrevivió con pescado, con el tiempo la gente empezó a rechazarlo, incluso a odiarlo.

Su padre le había dado dos opciones: vender a Rex y obtener una gran suma de dinero, o quedárselo, lo que implicaba seguir invirtiendo tiempo y recursos, pero con la condición de obtener buenas ganancias.

Mario respondió:

—Lo mantendré aquí y lo llevaré a concursos. Estoy seguro de que ganará. Si lo hace, Rex podrá convertirse en un buen reproductor. Mucha gente pagaría mucho dinero para que sus vacas tengan su descendencia.

—Está bien —dijo su padre—. Pero recuerda lo que te enseñé.

Mario sabía a qué se refería. En ese negocio, si un animal no produce dinero, solo le espera ser reemplazado… y llevado al matadero.

Mario se acercó a Rex y le susurró:

—Descuida, Rex. No dejaré que nada malo te pase. Ganarás ese concurso y podrás quedarte aquí.

—Muy bien —dijo—. Tenemos dos meses para prepararte. Debes estar lo más esponjoso y suave posible para ese día.

Mario se fue y dejó a Rex bajo el cuidado del personal, pues aún debía seguir estudiando.

Pasó el tiempo. Mario visitaba a Rex cada dos días, estudiaba sobre concursos y buscaba información sobre cómo mejorar su aspecto.

Mientras tanto, Adrián estudiaba administración de empresas en la universidad. Esta vez no hacía trampa, ya que su padre había contratado a alguien para verificar si mentía.

Lucía seguía como siempre: dejando en saldo negativo sus tarjetas de crédito, saliendo de fiesta, comprando ropa que solo usaba dos veces… y luego preguntándose:

—¿Para qué lo compré?

Llegaron los dos meses. Mario estaba nervioso. Si Rex no ganaba, su padre lo vendería al mejor postor.

Su padre y algunos ayudantes lo acompañaron, pues también quería comprar nuevos animales para el negocio.

Cuando llegaron a la feria, Mario vio animales en peligro de extinción. Pero lo que más le sorprendió fueron los toros y vacas enormes, que pesaban más de 1,200 kilos.

—El concurso empezará en dos horas —le dijo su padre—. Por qué no vas a mirar los otros concursos mientras estacionan la camioneta. No te preocupes por Rex, lo van a cuidar muy bien.

—Ok, está bien —dijo Mario confiando en su padre.

Mario bajó de la camioneta y comenzó a caminar, observando los distintos tipos de animales.

Vio que mucha gente se reunía en un área. Su curiosidad lo llevó allí.

Cuando llegó, vio que se trataba de una subasta de dos pavos reales. Quedó asombrado por la belleza de esas aves.

—Veinte mil dalias… veintidós mil… veinticinco mil… veintisiete mil…

La gente no paraba de levantar las manos. Eran aves muy hermosas.

—¡Cien mil dalias! (10 mil dólares) —dijo una mujer.

Todos voltearon a ver quién había ofrecido tanto.

Mario se sorprendió al ver que era su compañera de curso, Cecilia.

Nota: La familia de Cecilia era dueña de la constructora más grande del país. Eran extremadamente ricos.

—¿Qué hace ella aquí? —pensó Mario.

—Cien mil a la una… cien mil a las dos… ¡vendida a la señorita del paraguas!

Cecilia se acercó a las aves y, con una sonrisa, dijo:

—Excelente. Otro par de animales lindos para mi colección.

No estaba sola. La acompañaban cuatro sirvientas.

—Bien, señorita. Las aves serán llevadas a su casa.

Algunos murmuraban:

—Maldita sea… está ella otra vez. —Siempre es lo mismo cada año. —Aparece y se lleva a los animales más bonitos. —Le prometí a mi hija que le traería pavos reales para su cumpleaños… pero no puedo ofrecer más de sesenta mil dalias.

Nota: El sueldo mínimo en el país de Nueva Génesis es de solo veinte mil dalias (2 mil dólares).

Mario preguntó:

—¿Qué tan raras son esas aves para valer tanto?

Alguien que lo escuchó respondió:

—Son muy raras. Normalmente solo subastan siete pares cada año… y desafortunadamente, esos eran los últimos.

—Bueno… será para el siguiente año —dijo otro.

Muchos se fueron de ahí, molestos. Querían llevarse esas aves.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP