Cap. 10 Nueva vida.
Mario se despertó sobresaltado. Había visto a alguien parado junto a su ventana. Llevaba un abrigo largo y oscuro, pantalones negros, y una máscara sin ojos, con una sonrisa burlona.
—No te preocupes —le dijo aquella figura—. Estoy aquí para ayudarte a vengarte de todos.
Pero entonces sonó la alarma. Mario abrió los ojos. Solo había sido un sueño.
Apagó el despertador y se preparó para ir a trabajar. Al bajar las escaleras, vio a María, la sirvienta que había contratado, preparando el desayuno.
—Buenos días, María.
—Buenos días, señor Mario —respondió ella, con su traje sencillo.
Mario la había contratado porque se sentía solo y necesita ayuda. Con el tiempo, entendió que, aunque quisiera estar aislado, necesitaba a alguien que le diera los buenos días, que lo recibiera al llegar a casa.
Después de comer, le agradeció y se preparó para salir. Aunque María le ofrecía comida para llevar, él siempre ponía excusas para no aceptarla. No quería acercarse demasiado.
En el trabajo, todo transc