En esta ocasión Emily Forbes vive feliz junto a su esposo y su hija, pero pronto su felicidad se ve truncada al recibir la inesperada visita de una sirena. Ella y su esposo deben volver al pasado para destruir los brazaletes para crear un balance entre todos los mundos. No te pierdas las intrépidas aventuras de Emily Forbes y William Drake, de nuevo.
Leer másEn una tranquila tarde otoñal, junto al majestuoso y pronunciado acantilado, el sol alumbraba en lo más alto. Ni una sola nube asomaba por aquel cielo azul. Los pajarillos canturreaban posándose en los altos árboles mientras sentían la agradable brisa marina sobre sus plumas. Las olas chocaban delicadamente contra las rocas formando una espesa espuma, mientras las profundas grutas se llenaban y vaciaban de agua a su vez.
En aquel espeso bosque castaño, no muy lejos del mar, un majestuoso roble se mostraba con ramas vacías.
El canto del ruiseñor entristecía aún más aquella imagen, donde tres pequeños bancos de madera traían recuerdos del pasado. Antaño un ilusionado padre los había construido en representación de su amada familia. Aún se podían escuchar las risas en la brisa, entremezclándose con los sonidos del bosque. Los recuerdos felices habían quedado grabados en cada tronco…
“Por un momento, los ecos de risas olvidadas de una pequeña niña que jugaba con su madre a dar vueltas alrededor de un viejo abeto se escuchaba a lo lejos. La niña corría dando pequeños saltitos a esconderse detrás de él mientras la madre la perseguía divertida.
El sonido de aquel celestial eco se fue desvaneciendo para dar lugar a otro bien distinto, un apuesto joven sujetaba a su esposa en brazos mientras le daba vueltas y se dejaba embaucar por su encantadora risa.
De nuevo aquel bello sonido se fue perdiendo, para dar paso esta vez a un grito de felicidad, de una pequeña cría que sonreía triunfante sobre los hombros de su padre, mientras este la agarraba de sus manitas para evitar que cayese al suelo.”
Un apuesto muchacho de cabello castaño al viento, con ojos verdes cual esmeralda y una bien cuidada barba, se encontraba junto al roble. Llevaba una larga rebeca de lana para apaciguar el frío y de su pecho colgaba un medallón con una gema esmeralda.
Bajó la mirada hacia el suelo, hacia una pequeña lápida junto a aquel solemne árbol. En aquella tumba que él mismo había cavado, yacían los restos de su amada esposa.
Cerró los ojos angustiado, dejando escapar algunas lágrimas desconsoladas, sintiendo entonces, una pequeña mano apretando la suya con fuerza. Desvió la cabeza mirando hacia su hija y sonrió agradecido, pues sabía que ésta tan sólo trataba de reconfortarlo. La pequeña le devolvió la sonrisa antes de tirar de su padre hacia el camino.
Padre e hija emprendieron su viaje hacia su hogar, mientras el viejo y cansado roble los veía alejarse.
En aquella oscura noche sin luna, un tenebroso barco de velas rasgadas es azotado por las furiosas olas. El mar ruge con cada trueno, y la lluvia empapa a los marineros que ferozmente luchan por sus vidas, mientras intentan sacar a flote el navío.Un apuesto capitán sale de su camarote con aire risueño y con ganas de aventuras. Agarra un cabo y se lanza hacia cubierta, mientras el resto de sus marineros siguen con sus labores.Sonríe con malicia mientras agarra de nuevo el cabo, sintiendo entonces un latigazo que lo sube hacia el mástil más alto. Levanta su espada con chulería y la blande en el aire. Era todo un gustazo volver a la piratería.Mientras, en cubierta John el largo y el señor Smith mantienen una conversación…
Elvacío En lo más alto del árbol de la vida, la entrada al mundo de los dioses, el dios viajero construía el portal donde los brazaletes debían ser destruidos. Daba giros extraños con sus manos, mientras una luz verde salía de la nada, parecía que estaba formando una especie de altar que crecía del mismo suelo. Un sinfín de ramas verdes salían de la tierra para formarlo.El dios sol dejará caer un rayo de luz y los fundirá – les informaba el hombre, dando los últimos giros. El lugar ya estaba construido, pronto los brazaletes verían su fin. Aquellos bellos brazaletes que antaño habían salvado a un fiero guerrero y a una hermosa princesa, ya
El árbol de la vida Habían llegado, se encontraban frente a un bello prado lleno de abundante vegetación, donde los pájaros cantan y los seres mágicos se resguardan, un precioso paisaje que sólo algunos pueden ser elegidos para verlo.Apenas habían pisado tierra firme cuando ocurrió: tan pronto como el señor Smith puso un pie en aquel mágico lugar todo murió: toda la vegetación del bosque moría, toda la que minutos antes florecía, incluso los altos árboles estaban secos y alicaídos, tan sólo un árbol parece seguir con vida. Se trata de un árbol viejo y grande, su tronco era demasiado grueso y ancho, y estaba cubierto de pequeñas ramitas qu
La leyendade Siren Tras largos días navegando en aquellos botes sin ver nada más que agua, todos parecen estar algo cansados, y apenas les queda ron o provisiones.Nos dirigimos hacia una gruta…- comenzó Emily preocupada, al percatarse de que se dirigían hacia un agujero en una roca en el mar.No temáis – Tranquilizaba el hada - es allí a dónde nos dirigimos¿Bajo las rocas? – Preguntaba el señor Smith preocupado – Pero… allí está oscuro y hay murciélagos – se quejaba el hombre.No encontraréis nada de eso aquí &nda
Cuerpo de mujer En aquella hermosa mañana dónde los pájaros canturreaban aquí y allá, donde la vegetación abarrotada, por donde pisaban, William y Emily, junto a algunos hombres de su tripulación, se encontraban.Acababan de llegar a un antiguo templo azteca, que se hallaba totalmente en ruinas.William, seguido por los demás, subía las escaleras hacia lo más alto, dónde se encontraba la puerta que daba al otro lado, esa puerta que había atravesado cuando era tan sólo un niño…“Un pequeño niño, admiraba la gran pared azteca que se hallaba frente a él, donde se encontraban dibujados algunos signos extraños que el much
El valle de Toluca Sobre las frías montañas del monte de Toluca, en México, un grupo de personas avanza, una expedición que se dirige hacia el camino prohibido.Se dirigen hacia el valle de Toluca, la primera parada hacia lo desconocido, pues justo al lado de este se encuentra el volcán de la chispa perdida.En aquel justo instante, cuando ya casi habían llegado a la mitad del trayecto, el capitán se paraba delante de todos ellos, ya que era el que los guiaba. Llevaba sobre su mano una vieja brújula, que parecía estar algo escacharrada y vieja, pues la movía de un lado a otro, intentando que la manecilla indicase algún punto.El mapa – Ordenó
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