Luego de que toda la prensa se fuera. El directorio completo, sumada la agencia en la que trabajaba Emilia y Sofía incluida fueron a cenar para cerrar el día.
La cena con el directorio había terminado.
Lucas ofreció llevar a Emilia a casa, pero al entrar en el auto nadie habló.
El aire entre ellos vibraba, tan denso que Emilia podía sentir cada latido de su propio corazón.
Cuando llegaron a su departamento, Emilia se volvió hacia él.
—¿Quieres subir un momento? —preguntó, su voz apenas un susurro - Ya me mude y traje todas mis cosas.
Lucas dudó un instante, como si luchara consigo mismo, pero finalmente asintió. En el ascensor, el silencio se volvió casi eléctrico. La cercanía de sus cuerpos hacía que cualquier roce accidental encendiera una chispa.
La puerta del departamento se cerró detrás de ellos. La luz tenue del pasillo dibujaba sombras suaves. Lucas la miró, los ojos oscuros y fijos.
—No sé si esto es una buena idea —murmuró.
—Yo tampoco —respondió Emilia, pero no se apartó.