El auditorio principal de TecnoInv rebosaba expectación. Cámaras de televisión, periodistas especializados en tecnología y analistas de mercado ocupaban cada fila. Los focos bañaban el escenario de una luz blanca que no dejaba lugar a sombras.
Era el día de la gran presentación: la reestructuración de la compañía tras el escándalo.
Emilia, de traje azul marino impecable, respiró hondo detrás del telón. Lucas estaba a su lado, revisando en una tablet las últimas cifras. No hablaban, pero el roce de sus brazos transmitía un pulso compartido.
—¿Lista? —preguntó él, sin apartar la vista de la pantalla.
—Lista —respondió ella, sintiendo el peso de la palabra.
El maestro de ceremonias los anunció con solemnidad. Primero apareció Lucas, vicepresidente de la empresa, heredero de un apellido que se había visto amenazado. Luego, Emilia, presentada como investigadora privada y asesora de seguridad cibernética. Un murmullo recorrió la sala: no todos esperaban verlos juntos.
Lucas tomó el micróf