42. ¿No fui suficiente?
Fausto.
Indra desvió los ojos hacia otro lado, demasiado cohibida de pronto.
La rusa se levantó rápido de su lugar, muy seria, para luego juzgarme con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Esa mujer era sumamente alta. Incluso más que yo.
—Dasha, está bien —le dijo Indra en voz baja a la mujer, aún sin poder verme.
Yo asentí inútilmente, tragándome todo lo que quería decir en ese momento. Indra necesitaba sentirse segura sobre todas las cosas. Esa era la prioridad ahora.
Dasha rodó los ojos, me empujó con un manotazo al salir del patio; después escuché claramente cómo azotaba la puerta corrediza. Otra aliada más de Indra. Y se veía que era de las fuertes.
—¿Te vas a quedar parado? —Indra me habló en un tono muy bajito, y ahora fue mi turno de no voltear a verla.
Caminé como cangrejo hacia la silla más lejana de ellos tres y me senté, dejando la mochila en el pasto.
Deseé tener mi celular para fingir que me entraba una llamada y huir de esa incómoda situación, pero no había manera