11. Los Villanueva estamos malditos
Fausto.
—Es la primera vez que lo veo tan emocionado por celebrar un cumpleaños, parce. Qué digo... ¡De organizarlo personalmente! —dijo Ulises con burla antes de aventarse a mi sillón de piel, en la oficina privada dentro de mi mansión en Cancún.
—Wey, somos los primeros en las encuestas, y todo gracias a Vladimir y sus técnicas de terror. Claro que lo vamos a celebrar a lo máximo —afirmé sin despegar los ojos de mi MacBook.
El reporte de las células en Nuevo Laredo era impecable. Busqué algún punto débil —solo para mantenerme alerta—, pero después de leerlo cinco veces y de verificar físicamente la información con mis trabajadores, terminé maldiciendo en silencio. Los hombres del Diablo eran implacables cuando se trataba de hacer su trabajo.
Tenía todo el sentido del mundo que aceptáramos su alianza. Era beneficiosa para mí. Para todos los que estábamos en este camino. La tranquilidad de evitar un balazo era casi un sueño.
Con Salazar combatiendo al resto de mis enemigos finalme